Al Rumbo encuentra su justa medida
El festival llena tres días de música y cero incidentes en Costa Ballena. Macaco, Vetusta Morla, Violadores del Verso, Martin Garrix, The Prodigy, Lori Meyers... horas y horas de ritmo junto al mar
El festival Al Rumbo ha encontrado su justa medida . En cuanto a público, a duración, grupos y gestión. Olvidados los problemas de otros años gracias a una organización más que solvente, ganó la música y los tres días de concierto se han desarrollado con toda la calma que miles de almas juntas saltando al ritmo de Martin Garrix o The Prodigy pueden conseguir.
El jueves , cuando arrancaba oficialmente Al Rumbo era, a priori, el día más flojo del festival. Nada más lejos de la realidad. Ambientazo en la zona de cámping -la mayoría con sombra, aunque eso no evitó los grupos de chavales que tomaban los jardines de la zona buscando el fresco de los árboles-. Y ambientazo en los conciertos. La música ese día tuvo un marcado acento nacional: Raimundo Amador, El Langui, Mojinos Escozíos, El Canijo de Jerez ...
«Como el año pasado nos llamaron machistas por pedir que una chica enseñara las tetas, este año va a ser un chico el que enseñe el culo para que cantemos». Así arrancaron Mojinos Escozíos su actuación. El Canijo, que ha hecho doblete en Al Rumbo -actuó también el viernes con Juanito Makandé en su nuevo proyecto «Estricnina», congregó a muchísima gente. Por su escenario pasaron antes Raimundo, 091 y el esperado Macaco. La noche se alargó hasta la madrugada.
Con «Shotta» arrancó el segundo día de música. El público fue llegando tarde para ver a los cabezas de cartel. Llenazo para Vetusta Morla, que, sin apenas descanso, dio paso a Violadores del Verso . Los aragoneses hicieron bailar de lo lindo al público, que a esa hora ya era masivo . Una ola de gente que se movía al unísono al ritmo de los grandes éxitos de este grupo mítico del rap español. Un mar de brazos al cielo.
Los esperadísimos «Gipsy Kings» recogieron el testigo de los doble V. Quizá porque la gente se fue a descansar algo tras la descarga de rap o porque el directo de los franceses más rumberos sonó plana y apagada, el ambiente se enfrío mucho a esas alturas de la noche. Tan solo el cierre con su archiconocido tema «Volaré» consiguió levantar un poco los ánimos. «Estricninca» tomó el relevo . Afortunadamente los «Blakan beat Box» , a priori un grupo menos fuerte, salvó esa franja de la noche. Espectacular directo, divertidísimos y c on ganas de hacer bailar . El cantante solo es capaz de resucitar a un muerto, ahora con la percusión, ahora bailando, ahora con el micro dándolo todo. Los grandes tapados del festival.
Y entonces, la locura. Martin Garrix , que puede tener 20 años, pero es capaz de hacer botar a miles de personas pasadas las seis de la mañana. Que a las 8, ya de día y tras dos horas de bailar, hace que la gente pida más. El holandés abrió y cerró con su tema más conocido, «Animals» . En medio, de todo: «Cheerleader», «Somebody lo tean on», fuego, luces, serpentinas y mucho baile. «Wow wow wow wow wow... las 7 de la mañana y la gente a tope . La energía y el amor esta noche parece irreal. Muchas gracias», escribía el holandés en su perfil de Instagram sobre el concierto.
Con el listón tan alto como lo había dejado Garrix el viernes, el último día del festival apuntaba maneras. Juanito Makandé -el flamenco indie más aclamado del momento- y los siempre solventes Lori Meyers congregaron a mucha gente. Los de Granada lo hacen tan bien que parece que no les cuesta trabajo. Y, sin embargo, fueron de lo mejor del festival. Sin embargo, todo el mundo miraba de reojo el reloj a la espera de The Prodigy . Los británicos provocaron incluso colas en la zona de acceso de quienes se habían reservado para este concierto. Su actuación fue rápida, desganada y más corta de lo prevista. Aún así el público lo perdonó todo y bailó con ganas al ritmo del mítico «Smack my bitch up» .
El relevo de un público muy arriba lo tomó Muchachito , quien no defraudó e hizo una actuación divertida y con mucho ritmo . Noisia -con más predicamento entre el público joven- y Station Warriors con su electrónica cerraron Al Rumbo.
El balance, visto lo visto, es que la organización ha ganado en madurez , en capacidad y en ganas. Casi ningún incidente, entradas fluidas, conciertos de nivel, el público -superlativo, por miles- pasándolo en grande... Al Rumbo gana puntos para seguir muchos años y convertirse en una referencia entre los festivales de música al sur de España. Ni el levante pudo con las ganas de bailar . Y eso que sopló con ganas.