Concierto
Rafael Riqueni coquetea con lo sublime
El guitarrista sevillano triunfa con un concierto memorable en la presentación de su álbum «Parque de María Luisa» en el Teatro Cartuja Center de Sevilla

Rafael Riqueni vuelve con el parque de María Luisa entre sus manos para hacer historia. Regala una noche apoteósica de guitarra y sus estampas aún juegan a lo sublime en las seis cuerdas que para siempre estarán en ese teatro. No hay otro adjetivo. Sublime por llevar de nuevo a los trastes las «Amarguras» de Font de Anta y hacerlas propias. Sublime en el «Romero verde» de su bulería y en el trémolo que repica sobre los tejados de la soleá de Santa Ana . Sublime.
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El espectáculo estuvo dividido en dos partes en las que el de la calle Fabié llevó el patio de butacas a hombros de gigante por glorietas y paisajes. Donde quiere. Se rodea de invitados de lujo y acaricia horizontes azules de melodía. Arcángel camina hacia Triana en el grito medido de su seguirilla y el pianista David Dorantes le enseña la bandera caló de «Orobroy» para que Rafael se asome a esa piscina de marfil. También aparecen sobre las tablas del escenario las cantantes Ana Guerra y Diana Navarro , así como Antonio Canales con el baile de mantón y Rocío Molina .
Riqueni, siempre. Pero anoche un poco más. Los primeros toques fueron para esculpir su parque ante el público y junto al saxofonista Gautama del Campo y un cuarteto de cuerda . A veces está solo. Valiente. Desnudo. Y, por momentos, se envuelve en la manta de acordes que le prestan quienes lo acompañan. Todo suena clásico y flamenco . Dos mundos que se abrazan cuando el genio precoz entra y sale de ese parque al que su padre le llevó de la mano cuando él solo era un niño.
Los guitarristas Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz , por su parte, le custodian y el fandango se hace vals en el recuerdo al Niño Migue l. Entonces los dedos bailan como botas en la farruca que trae al presente la figura de Mario Maya. El músico sevillano, en definitiva, llegó con el rostro agachado de la duda y se fue con la humildad que caracteriza a los verdaderos triunfadores. Incorrecto y sencillo. Retratista que deja la técnica a un lado para atender a su particular concepto de la sonanta, que solo se basa en la búsqueda constante de la belleza , la nota más fácil e imposible y las emociones compartidas. Solo así se coquetea con lo sublime.