FLAMENCO

Pansequito y Aurora Vargas, una familia cantaora en el Aula de ABC

Los dos maestros participarán en el homenaje a Curro Romero del 1 de marzo

Aurora Vargas y Pansequito J. J. ÚBEDA

ABC

Hay que imaginarse a Pansequito en el salón de su casa aljarafeña, mientras los vapores del puchero lo nublan todo, cantándole por lo bajini a Aurora , con los nudillos sobre el cristal de la mesa camilla: «Esta gitana que ustedes ven cantando y bailando, nació en Sevilla, en un patio de cal blanca donde nacen los gitanos que cantan por seguiriyas: los gitanos de la cava, de la cava de Triana, donde nacen los gitanos flamencos de buena rama». Y ella, con su gitanería morena, le contesta engalándose por bulerías: «Gitana de ojos negros, bordones de cien guitarras, amapolas en el río y barquitos en la Giralda. Por nombre me han puesto Aurora y soy de raza gitana, la Giralda fue mi cuna porque nací sevillana y el aroma de mi cante huele a jazmines y a mejorana. Sevilla, Sevilla, Sevilla, tierra de grandes pintores, escultores y poetas, madre de la torería».

Este puede ser con toda tranquilidad el día a día de esta familia, que vive del cante, discute de cante, sueña con el cante, encuentra la felicidad en el cante. De esa convivencia con el cante, que es también una especie de hijo de este matrimonio, se hablará en el Aula de Cultura de ABC que dirige Paco Robles y que se va a celebrar hoy martes 23 de febrero en el Salón de Actos de Fundación Cajasol a partir de las 20 horas . José Cortés Jiménez, Pansequito, figura del cante que abandera la escuela jonda del Campo de Gibraltar, artista de una personalidad bestial y referente de muchos de los jóvenes cantaores del momento, representa una época dorada en el flamenco gaditano. Nació en la Línea de la Concepción, donde escuchó a todos los maestros de la zona, algunos conocidos y otros no, y se crió en Sevilla. Fue uno de los monstruos que encontró sello propio en una generación en la que se instituyeron genios como Camarón. Y rompió todos los esquemas del cante llegando a ser número uno en la radiofórmula de los setenta.

Aurora Vargas, gitana pura de la Macarena, se crió escuchando cantar a todas horas y bailando debajo de las mesas de la taberna que tenían el Beni y su hermano Amós Rodríguez Rey en el Arenal, donde su padre era el encargado. Nunca supo por qué cantaba. Jamás cantó pensando en el minuto siguiente. Todo lo que sale de los labios de esta calé completamente impar es la última vez que se escuchará. Porque nunca repite el cante. Canta siempre asomándose al barranco . Se arrebata como si estuviera dominada por los demonios de la flamencura. Y ni sabe explicar después lo que ha cantado, ni dios lo permita.

Pansequito y Aurora forman la pareja más cabal del flamenco actua l. Y aunque han recorrido medio mundo para pisar los mejores teatros de cada país, su escenario predilecto es su casa, donde se mantiene debates apasionantes sobre los derroteros que está tomando el flamenco, quiénes son los artistas que más gustan a cada uno, qué recuerdos les siguen haciendo vibrar... Juntos estarán también en el homenaje que recibirá Curro Romero en el Teatro de la Maestranza el próximo 1 de marzo a beneficio de la Hermandad de los Gitanos. Otro tema que abordarán en el Aula de Cultura. Allí hablarán de su amistad con el Faraón, de las cosas que asemejan al mundo del toro con el del flamenco, de las características artísticas de cada uno que enamoran al otro, del futuro y del pasado.

Un aviso: Pansequito es una de las personas con mejor memoria de España. Lo recuerda todo con exactitud milimétrica. Y Aurora es un caso único contando lo que siente porque utiliza un lenguaje que ya sólo conservan los gitanos puros. Juntos forman una pareja exquisita para viajar por la historia del flamenco del último medio siglo. Y además tienen una gracia que ya no abunda. Pero, sobre todo, siempre dicen la verdad sin tapujos. Como canta Panseco, «no me importa lo que diga esta gente, yo no hago caso a lo que piensen mis amigos... A veces quiero estar solo, no quiero que nadie me hable, prefiero vivir la vida como un péndulo en el aire».

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