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Monasterio de San Jerónimo de Sevilla: el secreto mejor guardado

El Centro Cívico del antiguo Monasterio de San Jerónimo en Sevilla ofrece visitas teatralizadas

Guadalupe Monterroso

La historia de la capital hispalense es tal, que multitud de tesoros arquitectónicos se esconden entre sus calles sin que los propios vecinos reparen en su existencia. Este es el caso del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista en Sevilla , uno de los espacios monumentales más poderosos de la ciudad, debido al gran apoyo de la monarquía y las familias de alta alcurnia en su construcción.

Para dar a conocer su historia y reivindicar su importante arquitectura, el Centro Cívico Monasterio de San Jerónimo, José Luis Pereira , ha organizado una serie de visitas teatralizadas , de la mano de catorce actores que, además, son vecinos de la zona, por las que los visitantes podrán vivir de primera mano todo lo acontecido en este espacio declarado Monumento Historico-Artístico en 1964. Estos recorridos en pro de la cultura son totalmente gratuitos y tan solo requieren de una reserva de entrada previa.

Y es que Sevilla tiene multitud de espacios monumentales a recorrer, entre los que se encuentra este emblemático monasterio que, tras seis siglos de historia convulsa , continúa abierto a vecinos y turistas. Situado en el sevillano barrio de San Jerónimo, fue fundado en 1414 por fray Diego Martínez de Medina , un jurista laico perteneciente a la orden jerónima, con el apoyo del arzobispo Alonso de Ejea y algunos aristócratas simpatizantes de la orden.

Gracias a la gran labor de los jerónimos sevillanos se consiguió levantar este monasterio, cuya construcción duró hasta 1450. Esta estudiosa orden trajo a la ciudad un recurso tecnológico tan relevante como la imprenta y tal fue la importancia que recaló en este edificio que diversos monarcas lo convirtieron en su residencia cuando visitaban la ciudad. Son notables casos como el de los Reyes Católicos , que pernoctaron en el monasterio hasta en once ocasiones, o Carlos I , quien pasó la noche antes de entrar a la ciudad para casarse con Isabel de Portugal. En este sentido, reyes y reinas acompañan a los visitantes en el recorrido, pero es el monje carcelero quien hace de maestro de ceremonias.

Tras varias reformas para adaptar su condición gótico-mudéjar al estilo renacentista, a día de hoy se conservan de este monumento el claustro principal, la torre del campanario y la imprenta, de donde salieron los primeros libros no manuscritos hacia América. A lo largo de los siglos XIX y XX , el monumento se convirtió en fábrica de vidrio, cebadero de cerdos, casa de vecinos e, incluso, en domicilio particular, hasta utilizarse hoy día como centro cívico.

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