Flamenco SinCejilla
Manolo Caracol y el peligro de una gran fiesta
Anécdota sobre el cantaor sevillano (y sevillista), reseña del álbum «Flamenco Orchestral», de Gerardo Núñez, y apunte sobre la próxima Bienal
El gusto por anticiparnos a los hechos, si estos son agradables, es una condición inherente al ser humano. Nos encanta planear lo gozoso . Por eso, algunos ya han creado grupos de Whatsapp para organizar lo que harán cuando el confinamiento termine o simplemente lo comentan en cada videollamada. Entonces se descubren los que optan por la fiesta longeva, sin una meta clara más que su propio alargamiento, quienes se decantan por los bares, un simple pero reconfortante paseo, la playa besando los tobillos o una reunión cuantiosa de amigos, donde sea y a la hora que digáis. En este sentido, conviene sacar el anecdotario flamenco para bajar un escalón en nuestros propósitos y no prometer lo que quizá no podamos cumplir , pues no seríamos los primeros en hacerlo. Ahí va, en esta línea, un relato con moraleja.
Este arte se define también por sus historietas, que son las que nos llevan a la verdad de ese universo que estriba entre lo cómico, lo trágico y a veces lo surrealista, debido a la espontaneidad natural de muchos de sus integrantes. Resulta que Manolo Caracol, tan sevillista como buen cantao r , algo prácticamente insuperable, se excedió en el 1946, año en el que su equipo tocó la gloria al hacerse con el título de la Liga por primera y última vez en su historia. Como previa a esta hazaña, el maestro, a modo de incentivo, se calentó. Prometió a la plantilla que si se proclamaban campeones , a su regreso del partido él mismo les recibiría en la estación con los honores de su cante, y junto a Lola Flores les ofrecería una actuación privada . Sin duda, se anticipó y acordó más de la cuenta. La lengua vivaz de su bulería tirititera.
El Sevilla se adueñó la copa, pero los proyectos del artista, según se recoge en la hemeroteca de ABC, «se vieron frustrados porque la emoción que le produjo la noticia del partido fue causa de una indisposición que aún ayer le retenía en cama». La cosa no quedó ahí: «durante su estancia en Madrid, fueron los jugadores los que tuvieron que visitarle a él en el hotel donde se hospeda, y no obstante su estado de salud. Manolo Caracol les invitó a champán y habanos, celebrando los detalles del acontecimiento, que le fueron descritos por los propios actores».
Tal vez fue el «shock» de ver a los suyos en un podium en el que nunca antes habían estado. Quizá una resaca tan grande como la proeza de los rojiblancos o un pinchazo en el pecho parecido a un susto o los gases, aunque entiendo que bastante más desagradable. Pero dejó en el aire el fandango de la victoria que nunca llegó a interpretar. Y dicho esto, que la playa no tenga que venir a vernos cuando la situación actual cese . Esa es la enseñanza. Rematemos bien este cante al que se le está poniendo cara de seguirilla, pero que entre todos vamos a culminar.
«Flamenco Orchestral», de Gerardo Núñez: la contundencia de un sonido
«Este es mi pequeño grano de arena para llevar todo esto un poco mejor», explicó el guitarrista Gerardo Núñez por sus redes sociales tras dejar en abierto su nuevo álbum, «Flamenco Orchestral», en la plataforma Bamp Camp. Junto a la Big Band de Canarias y otros artistas, entre ellos su compañero Antonio Carbonell y su discípulo Álvaro Martinete, registra un trabajo elegante en el que se encierra un sonido y una cadencia particular . La suya. Una obra contagiosa y rítmica donde la instrumentalización no parece una excusa ni un refugio para tapar a su guitarra, sino una herramienta con la que lograr matices y sensaciones concretas. Diálogo bendito y ecléctico en el que todo suma.
Sus melodías se arman envueltas en los compases de la rumba, los tangos y tanguillos, lo que le otorga una uniformidad pasmosa a la mayor parte de los temas . Un sentido de conjunto en el que todo se hilvana. Las escalas pegadizas de «La Habana de noche» desaparecen en «Ermita de Los Luceros», donde se descubre un brillo metálico y eléctrico, tan inquietante que por momentos nos evoca a una novela de Stephen King .Velo de misterio con el que también se despide en la seguirilla «Preciosa mía». A golpes certeros. A quejas y vientos.
Muchos podrán criticar las faltas del jerezano en su mano derecha en el directo desde hace algún tiempo, pero su capacidad para la composición resulta arrebatadora . Callejón con mil salidas donde se marcha por donde le da gana. Poderoso talento.
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