Arte y demás historias

La mala fama de España

«Nuestros antepasados tenían fama de soberbios y arrogantes, este defecto no solo se nos achacaba fuera de nuestras fronteras, sino también dentro»

El vestido 'a la francesa': un símbolo del Rococó

Bartolomé Esteban Murillo. Joven mendigo. Hacia 1650. Museo del Louvre. Wikimedia Commons
Bárbara Rosillo

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En 1701 Felipe de Borbón, duque de Anjou , entró en la Península Ibérica para tomar posesión del trono español bajo el nombre de Felipe V. El nieto de Luis XIV regiría el destino de nuestro país durante casi medio siglo. El joven, de tan solo 17 años, salió de Versalles acompañado de un nutrido séquito de franceses con destino a Madrid. La visión del panorama español en Europa era bastante negativa ya que la leyenda negra que acompañó al todopoderoso Felipe II se fue acrecentando con el paso del tiempo. La mala prensa tenía algo de realidad, pero también bastante de ficción. El término leyenda negra aparece definido en el Diccionario de la Real Academia como: «Opinión contra lo español difundida a partir del siglo XVI».

Hyacinthe Rigaud - Philippe V, roi d'Espagne (1683-1746). Wikimedia Commons

Nuestros antepasados tenían fama de soberbios y arrogantes, este defecto no solo se nos achacaba fuera de nuestras fronteras, sino también dentro. El escritor Baltasar Gracián (1601-1658) afirmó, de hecho, que la soberbia reinó en España. Verdaderamente nuestra nación era bastante desconocida y sus súbditos se asimilaban a los arquetipos trazados en El Lazarillo de Tormes, El Buscón o La Celestina , es decir, una caterva de granujas, mentirosos, incultos, pendencieros y supersticiosos. En palabras del caballero francés Antonio de Brunel (1655): «Por otra parte, se encuentran tantos españoles ignorantes, que no creen que haya otras tierras más que las de España, ni otra ciudad más que Madrid, ni otro rey más que el suyo.» A lo que podemos añadir la visión de otro extranjero (1700) igualmente negativa: «Para hablar en general de los españoles puede decirse que, ordinariamente, son orgullosos y altivos, creyéndose por encima de todas las demás naciones.»

España era considerada una nación atrasada, llena de vagos y fanáticos en comparación con la racional y próspera Europa, pero la realidad siempre está llena de matices que se deben observar para poder acercarnos con cierta objetividad a cualquier momento histórico. La llegada de los Borbones, en la persona de Felipe V, supuso el comienzo de un proceso de transformación a todos los niveles: político, económico y social.

Según relatan las crónicas, lo que más llamaba la atención de los caballeros españoles que visitaban tierras europeas era la rigidez de movimientos que provocaba su traje. Como ya sabemos, nuestros embajadores vestían de negro con el atuendo perceptivo de la corte madrileña, el cual estaba formado básicamente por jubón, ropilla, calzones, cuello de golilla y herreruelo (capa). La moda masculina española había gozado de una gran aceptación en casi todo el continente, pero a finales del siglo XVII se hallaba totalmente obsoleta. Es un hecho que el modo de vestir influye decisivamente en el lenguaje corporal, y sabemos por las fuentes de la época que nuestro ceñido traje facilitaba movimientos pausados, muy valorados como signo de temple y elegancia.

Juan Pantoja de la Cruz. Conferencia de Somerset House. 1604. Queens House. Greenwich. Wikimedia Commons Observamos el severo vestido negro de los diplomáticos hispano-flamencos, sentados a la izquierda. Este tipo de cuellos rizados confeccionados con lino recibieron la curiosa denominación de «lechuguillas» en España

Imaginemos a un país vestido severamente de negro que se lanza a la sensualidad del color, esto es lo que ocurrió en España en los primeros años del siglo XVIII. El proceso fue gradual, pero está claro que el estrecho traje negro y la golilla pasaron a mejor vida. En realidad el paulatino cambio comenzó durante el reinado de Carlos II (1665-1700). El último rey de la Casa de Austria contrajo matrimonio con la princesa María Luisa de Orleans (sobrina carnal de Luis XIV) en 1679, por lo que en determinadas ocasiones vistió «a la francesa» en honor a su amada esposa. El inventario del rey constata que en su guardarropa había atuendos a la moda gala. Carlos II usaba el traje «a lo militar» (así se denominó en España el traje masculino al estilo francés) cuando no estaba en la capital, mientras que para los actos oficiales lucía el severo atuendo negro. El rey contaba con los servicios de un sastre francés y se sabe que en los últimos años de vida vistió más al modo extranjero, de hecho aparece representado con un traje «a la francesa», al igual que los nobles caballeros que le acompañan, en el espectacular lienzo La Adoración de la Sagrada Forma.

Claudio Coello. La Adoración de la Sagrada Forma. 1685-1690. Sacristía del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Wikimedia Commons

Su sucesor en el trono siguió las pautas de la corte española en cuestión de indumentaria, su sabio abuelo Luis XIV le aconsejó que fuera muy prudente y que no desairara a sus nuevos súbditos de ninguna manera. Por tanto, fue un cambio paulatino y sin imposiciones por parte del poder. El joven Felipe V no había sido educado para ejercer la función real , a lo que se debe añadir que tampoco hablaba castellano; pero pese a todo ello, él y sus ministros convinieron en acabar con la tremenda mala fama que tenía España poniendo en marcha un amplio programa de reformas. En cualquier caso sorprende que las opiniones tan negativas acerca de España pervivieran tanto tiempo, tal y como refrenda el texto de un viajero británico en 1783: «Nada excepto la necesidad puede inducir a alguien a viajar por España: debe ser idiota si hace el tour de este país por mera curiosidad, a menos que pretenda publicar las memorias de la extravagancia de la naturaleza humana. En este caso, no puede hacer mejor, porque en todos sitios encontrará orgullo, bajeza, pobreza, ignorancia, fanatismo, superstición y ridículas ceremonias». Se me ocurre qué pensaría ahora el inglés que escribió estas líneas si supiera que en menos de dos siglos centenares de miles de compatriotas suyos elegirían España como destino de sus vacaciones , pero eso ya es otra historia.

Antonio Moro. Retrato del Duque de Alba. 1549. Hispanic Society of America. Nueva York. Wikimedia Commons Don Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba, está considerado uno de los grandes militares de la historia de España. Fue una figura muy cercana a Carlos V y Felipe II ya que ejerció el puesto de Mayordomo Mayor de ambos, además de participar activamente en numerosos conflictos bélicos. Felipe II le nombró Gobernador de los Países Bajos en 1567. Tras la llamada Tormenta de las imágenes en la que se destruyeron y quemaron numerosos templos y estatuas católicas por parte de los calvinistas, el duque “de hierro” sofocó varias revueltas con gran rigor e impuso unas mil condenas a muerte. La leyenda negra le acusó (falsamente) de ser un monstruo devorador de niños vivos

¿Te ha interesado este artículo? Conoce más sobre la Epaña de la época en el siguiente enlace: Los españoles son orgullosos y altivos

Historia de la moda y otros asuntos. https://barbararosillo.com/

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