Crítica de música
La luminosa flauta de Anna Fusek
El director Manfredo Kraemer tuteló a una Orquesta Barroca de Sevilla muy compacta, brillante y excepcional
![La Orquesta Barroca de Sevilla durante su concierto en la Anunciación](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2020/01/29/s/barroca-santo-tomas-U01160001458DUz-1248x698@abc.jpg)
Un año más la Universidad de Sevilla elegía a la Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) y la iglesia de la Anunciación para la celebrar la festividad de Santo Tomás , para no equivocarse. La concha acústica portable y construida exprofeso para estos conciertos quiso ponerse a prueba con la presencia de la flautista checa Anna Fusek .
No diríamos que la sonoridad fue bien en el concierto de Vivaldi que abría el programa, una versión de la de dos oboes que terminó en violín y flauta contralto, demasiado grande/grave para tan gran recinto y tesitura, junto con un Kraemer que no cedía casi en ningún momento: el ámbito melódico de la flauta en esa obra se mueve entre el centro y la zona grave, con lo que la proyección quedó muy mermada , incluso delante.
Por fortuna, la intérprete no repitió flauta en esa tesitura, así que a medida que iba disminuyendo el tamaño de las siguientes el sonido iba haciendo frente a concertino y orquesta, hasta llegar a la minúscula sopranino del final, de sonido muy agudo, aunque de menor volumen de emisión. Está claro que la espectacularidad del Concierto en Do mayor RV 443 la reservó para esta flauta y para el final, donde un virtuosismo extremo nos dejó admirados, no sólo por la velocidad de las notas, sino también por una perfecta articulación de las mismas a partir de unos dedos larguísimos sobre un instrumento mínimo , así como su «fiato» o la capacidad para expresar y frasear (se lució también en los movimientos lentos).
A su lado -o, mejor, enfrente, según postulados barrocos- tuvo a un Kraemer de sonido intenso , arrasador, que como decimos apenas hizo concesiones, aún a sabiendas de que la flauta no puede rebasar el umbral de volumen que escuchamos, a riesgo de pitidos indeseables. Pero tuteló una orquesta muy compacta, brillante, excepcional , con una sola viola, aunque el sonido de la de Kepa Arteche parecía sonar como dos.
Finalmente, consignemos que aún pudimos disfrutar de las esencias barrocas de la OBS desde la «Ouverture op. 13 nº 2» de Leclair para los violines de Kraemer y Rossi , con el apoyo mágico de Ruiz -que estuvo tan pertinente aquí como en el seguimiento de la flauta- y Casal (aquí órgano). Y para que no digamos que fue un sueño, Fusek todavía ofreció como propina el último movimiento del concierto «La notte» de Vivaldi con otra flauta contralto donde, aquí sí, gracias a la tesitura adecuada, se aunaron agudos, potencia, elegancia, virtuosismo y expresividad .
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