CRÓNICA CONCIERTO DE LOQUILLO
Loquillo en Sevilla: la cuadratura circular de una «rockstar» de leyenda
Gran concierto del catalán en el Auditorio Rocío Jurado, donde este viernes arrancó la gira con la que celebra 40 años de carrera
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Hace tiempo un tal José María Sanz confesó en una revista que cuando apenas contaba 10 años su madre le bordó en una camisa la leyenda «Buddy Holly rocker» , en clara alusión a su primer ídolo musical. Una camisa que luego complementaba con sus blue jeans y sus calcetines blancos: «Era un golpe de efecto, una vacilada».
Anoche, casi medio siglo después del episodio que simbólicamente daba el pistoletazo de salida a la incipiente pasión de aquel chaval por el rock and roll, una familia compuesta por marido, esposa y tres hijos se las ingeniaba para ocupar la privilegiada primera fila del concierto que se celebraba anoche en el Auditorio Rocío Jurado. Y lo hacía ataviada con sendas camisetas bordadas a mano por la madre —según me explicó el padre—con la leyenda «Loquillo rocker» , en clara alusión a su ídolo, un tal José María Sanz, que minutos más tarde ofrecería un portentoso e inapelable directo con el que puso a sus pies a la ciudad del Guadalquivir.
Sirva lo anterior para explicar que anoche, en cierto modo, quedaba ilustrada su atemporalidad, su intergeneracionalidad y, sobre todo, la cuadratura del círculo de José María Sanz y su alter ego, Loquillo: de fan a ídolo. Toda una vida volcada en cuerpo, alma y actitud a una filosofía vital, la del roc k.
Además, y esto sí es oficial, la cita servía para inaugurar la gira especial aniversario con la que el catalán celebra cuatro décadas en los escenarios . Una extensa carrera que le ha encumbrado, sin ningún género de dudas, al primer cajón del podio patrio del rock and roll.
Las cerca de 5.000 personas que anoche acudieron a la cita bien pueden dar fe de ello. Y es que durante más de dos horas y media Loquillo llevó a cabo de manera magistral un amplio repaso de su trayectoria.
Un sinfín de potentes y soberbios temas
Tras una primera media hora que sirvió para engrasar la maquinaria, la contundente «El mundo que conocimos» supuso un claro punto de inflexión en el concierto . A partir de ese momento el público comenzó a corear de verdad el nombre de su ídolo. Un rebufo que el Loco aprovechó para concatenar un sinfín de potentes y soberbios temas que sirvieron para caldear definitivamente el ambiente.
Y es que cuando de la oscuridad y el silencio asoma el rugir de las guitarras y la batería de una banda tan sobresaliente como la del Loco, semejante explosión de sonido supone un golpe directo al mentón de la pasividad y de la monotonía, y hace que emerja por ciencia infusa la magia que solo el buen rock and roll en directo sabe crear.
Fue exactamente lo que ocurrió con «Salud y rock and roll» , «Cruzando el paraíso» —cantada a dúo junto a la telonera Nat Simons—, «Rompeolas» , «Memoria de jóvenes airados» —con un espectacular solo de guitarra de Josu García—, «Rock suave» , «La nave de los locos» , «Ritmo de garaje» y «Rey del glam» .
Johnny Hallyday, David Bowie, Johnny Cash, Eddie Cochran, Buddy Holly, The Clash, Los Sirex, Lone Star… Los manes del rock han sido generosos en dotar a este gigante de la música de prodigiosas cualidades para triunfar en su género: temperamento, sensibilidad, compromiso, y un dominio técnico y del escenario excepcional que le hacen desplegar una puesta en escena tan impecable como la de anoche y con la que da rienda suelta a su prodigiosa poesía de garaje y púa, mucha púa.
Todas estas virtudes quedaron reflejadas en un tramo final apoteósico en el que el público se desmelenó completamente gracias a himnos atemporales como «El hombre de negro», «Quiero un camión», «Cuando fuimos los mejores», «El final de los días», una versión de «Mi calle» de Lone Star, «Feo, fuerte y formal» y «Cadillac solitario» , con la que abrochó el concierto cerca de la una de la mañana. Larga vida al rock.
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