Crítica «Otoño Barroco» de la AAOBS.

Laureados profetas en su tierra

El muy interesante ciclo que organiza la A.A. Orquesta Barroca de Sevilla presenta una programación verdaderamente variada

Miguel Rincón, guitarra barroca ÁBC

Carlos Tarín

«Otoño Barroco» de la AAOBS . Programa: «José Marín. Tonos humanos» . Juan Sancho, tenor y Miguel Rincón, guitarra barroca. Lugar: Teatro Turina. Fecha: 07/11/2020.*****

El muy interesante ciclo que organiza la A.A. Orquesta Barroca de Sevilla no sólo presenta una programación verdaderamente variada, sino que está potenciando los valores de músicos sevillanos, muchos de los cuales son reconocidos en medio mundo, y que no lo son tanto en su propia tierra. Aunque no debe ser el caso de los protagonistas que nos ocupan, a juzgar por el lleno previsto, que finalmente no fue tal por la imposibilidad de contar con aquellos aficionados provenientes de fuera de Sevilla. Y aquí señalamos un valor más añadido que puso de relieve el tenor Juan Sancho, al agradecer de antemano a Fernando R. Campomanes por haber contado con ellos en un momento verdaderamente difícil para los artistas. Pero además, arriesgando en un programa dedicado a los «Tonos humanos», género del barroco español del XVII, donde «humano» contrasta con «divino» o religioso, aúna con frecuencia lo culto y lo popular, y que engloba casi todos los temas posibles, tanto la calle como la corte, en texto y música. Y sobre José Marín, un autor bastante desconocido, de vida azarosa: acusaciones de robo, asesinatos, galeras, que sufrió torturas extremas… y murió a los 80 años en 1699. El programa se fijó sólo en los tonos amorosos, que ya cuenta con dos «éxitos» notables: «Ya viene Menguilla ya» y «Ojos que me desdeñáis», que ya le oímos a Raquel Andueza en el Femàs de 2013. Menguilla por la intensidad tanto del tema, el texto y la música, sobre vertiginoso sobre ritmo de canarios; el segundo, el «My way» de Marín (como la clasificó Sancho), que cerraba el programa. Y a pesar de la ironía, el tenor sevillano revisó su texto matiz a matiz, con la intensidad y la delicadeza vista durante el concierto. Se mueve entre su voz natural y la impostada con la destreza de un mago, homogeneizando su bonito color y sin forzar el registro nunca, consiguiendo una dicción clara y muy inteligible. A su lado, Rincón desplegó un «natural» virtuosismo, tanto como un gusto exquisito en el acompañamiento. Sinceramente, cada vez que le vemos nos entusiasma más. Sus «Canarios», su «Giga de Corelli por la B», su introducciones y ornamentos en las repeticiones, a veces cercanas a las falsetas flamencas, resultaron torbellinos de musicalidad.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación