Ocio

Los juegos de mesa más allá del Monopoly

El Catán, el jenga o el Lince son algunas de las alternativas para entretenernos desde casa y en familia

Niños jugando al jenga ABC

Luis Ybarra Ramírez

Las pantallas agotan, los libros pesan en la mano y tras varios capítulos de esa serie, aquella película y todas estas páginas de la novela policíaca más vendida en el último año uno no quiere más ficción ni reflexión. Muchos trabajan estos días y otros se ven con un reloj vacío de horas entre esas cuatro paredes en las que debemos permanecer. Hay niños y personas mayores. Jóvenes a los que les han cancelado las clases, padres, tíos, abuelos. Y, a todos ellos, les sugerimos una serie de juegos de mesa para descansar la mente y hacer algo juntos desde casa. Una gran alternativa para el fin de semana.

Más allá del parchís, el ajedrez y la oca, está el Monopoly , donde nos volvemos avariciosos y desaparecen los lazos familiares, si has caído en mi hotel, pagas; el ya obsoleto y entretenido Hundir la Flota o el Cluedo , en el que todos fantaseamos con modelos de racionalización que evocan a los de Sherlock Holmes, aunque tal vez se parezcan más a los del patán creado por Eduardo Mendoza, de quien todavía no conocemos su nombre.

Pero los tiempos han cambiado. Y los tableros que poblaron las mesas de los años 90 y los dos mil no son los que reinan hoy en los grupos de amigos ni en las familias. Por ejemplo, el Trivial es un viejo conocido, querido por múltiples generaciones, pero el Party And Co le adelanta por la derecha como otra opción perfecta y algo más actualizada. No se trata solo de resolver preguntas, sino que los quesitos, en este caso, discos, se acumulan a base de pruebas de cultura general, mímica con la que expresar situaciones que otros deben acertar y dibujos al compás de un pequeño reloj de arena que no nos permite excedernos a su goteo.

De estrategia, el Risk y el Catán , de origen alemán, son dos de los más populares. Este último, que ya se considera un clásico, goza desde hace unos años de una segunda vida, ya que, por alguna razón, se ha puesto de moda entre gran parte de la juventud. Los participantes, no más de seis, han de construir ciudades, pueblos y caminos hasta conseguir los diez puntos con los que se gana la partida. Cartas y dados, fichas, normas que se han de leer con profundidad porque no son sencillas y un pequeño universo de mapas y conquistas. Otra posibilidad similar a las anteriores nos la ofrece el Carcassonne , ambientado en un medievo en el que la calidad de tus posesiones te llevarán por unos derroteros u otros.

Carcassonne ABC

¿Quien no tiene, en su maraña de cosas, una baraja de cartas en una cajetilla intacta o con la gomilla mordiéndole la cintura al taco? Pues pocos, por lo que conviene recordar los más tradicionales: el póker (pueden utilizar garbanzos o cualquier tipo de legumbre), el cinquillo, las siete y media, presidente, culo o mentiroso. Carece de sentido refrescar los parámetros en lo que se mueven, pues los reglamentos se pueden encontrar sin dificultad por Internet. A los anteriores, habríamos de sumarle el miau, blackjack, buitre y ocho loco. Algunos requieren diferentes naipes: baraja francesa, inglesa o española.

Para niños

El jenga , aquella torre de plástico o madera de la que debemos ir sacando ladrillos y colocarlos en la parte superior de la edificación, requiere pulso y contención para los mayores de seis años. Algún conocimiento, por superficial que sea, de física, ingeniería o arquitectura no viene mal. Si se te derrumba, pierdes.

El más vendido en Amazon en 2018-2019, curiosamente, fue El virus! , del que incluso han fabricado una segunda edición. Un juego de cartas que dada la situación lo mejor sea guardarlo muy al fondo del cajón. Esto iba de disfrutar y olvidar, así que nada de enfermedades ni contagios. Aunque, también hay que decirlo, sea sumamente ameno, vamos a obviarlo en esta ocasión.

La agudeza visual y los reflejos se entrenan con Lince , donde tienes que ser el primero en encontrar la imagen en la mesa; y Dobble , en el que cada carta tiene varios símbolos y, al sacar otra, hemos de ver rápidamente cuál es el que se repite en ambas. ¿Y la aventura? En El Dorado , donde rastrearemos la mejor ruta para descubrir la ciudad perdida.

En definitiva, existen una multitud de alternativas para todos los gustos y edades. De dos jugadores a diez. Batallas, acertijos, bailes. Y, lo mejor de todo, es que cualquiera de los que aparece en este listado pueden comprarse por Internet si todavía no se tiene. Sin ir más lejos, en Amazon están todos lo que hemos mencionado . Las horas de ocio solo hay que repartirlas, y que los juegos de mesa se lleven una cuota importante parece una vía perfecta para seguir comunicándonos con los de adentro. Entretenimiento, éxtasis y, por ende, evasión.

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