Flamenco Sincejilla
Juan Peña El Lebrijano, vagador de la senda nunca vista
Se cumplen próximamente cuatro años de su muerte mientras su obra cobra mayor envergadura con el tiempo
Son tiempos de romper barrotes y de hablar de lunas. De cantar a la libertad devuelta y escuchar al Lebrijano, quien tanto y tan bien trabajó el concepto, cuando se van a cumplir cuatro años de su muerte . Él, soberano de sus ideas, como también hicieron Camarón y Morente, tomó una vereda nueva que empezando por la primera sílaba de Perrate quiso terminar un 13 de julio sin aviso previo. De repente, como se nos descubre casi todo lo importante: cercenando la realidad, haciéndonos cautivos, dejándonos solos ante la senda nunca vista por la que caminó .
Nació con la virtud de lo caló y la suerte de la compañía. Aprendió de su familia, de Antonio Mairena y de la Niña de los Peines, con quien convivió, absorbiendo, robando poco a poco, hurgando en los tuétanos de algo. Fue al tocar lo más profundo, sin embargo, cuando encontró una oquedad con su nombre: ante lo insuperable, solo quedaba coger una alternativa. De nada servía reincidir en lo que ya se había hecho, pues comprendió que su paso , el genuino, el propio, el más libre, estaba creando con la mirada puesta varios siglos por delante . Tal vez por eso no nos hemos dado cuenta aún de que su legado es uno de los más poderosos de la segunda mitad del siglo XX y que está por destripar.
En «De Sevilla a Cádiz» nos presentó sus credenciales de la mejor forma, adueñándose de sus referentes. Grabó con Paco de Lucía y Niño Ricardo, impresionó la queja más alta, coqueteó con el esqueleto del cante aportándole leves variaciones y, de pronto, en «La palabra de Dios a un gitano» , decidió que introducir versículos de La Biblia en el flamenco era buena idea. Lo era. En «Persecución» , narró la historia de su pueblo a través de las letras de Félix Grande. También creó un palo, las galeras, con la base rítmica de la bulería. Y armó revuelos. Y se proclamó como una voz particular y radicalmente novedosa.
En los 80, cuando estaba todo hecho, se unió a la Orquesta Andalusí de Tánger para evidenciar que aún estaba todo por hacer. Ese es el principal mensaje que dejó: el placer que alcanza quien posee la libertad del que conoce, puede y crea, las posibilidades infinitas que se hallan en esa difícil conjugación. Unió Andalucía y África por el cordón umbilical , cantó a los grandes poetas, zarpó a la estela de Colón y sus marineros en el disco «Tierra», al igual que hace hoy su sobrino Dorantes con Magallanes, y se ganó a los discípulos que ahora tienen sus confines por recorrer. José Valencia, Segundo Falcón, Rocío Márquez y otros muchos artistas se han paseado por ese carril de la elocuencia que cimentó y que seguirá dándonos frutos después de su fallecimiento. El Lebrijano clamó por viajar como el viento, por ser pájaro y lirio y chorro de luz dorada . Su sombra nos dice que no solo lo consiguió, sino que hizo que otros también volaran.
«La roda del viento», de Dorantes: las mil emociones de una gran hazaña
Dorantes ha echado su vela claroscura a favor de la corriente y en contra de las modas. El espectáculo «La roda del viento» clausuró la pasada Bienal y ahora regresa en forma de álbum para devolvernos a un viaje hacia lo inusitado. Se ha empapado de la travesía que protagonizó la tripulación de Magallanes y Elcano para ponerle música y voz a través de las letras de Casto Márquez que han interpretado los coros. Y son muchos, comenzando por aquí, los motivos por los que estamos ante una gran obra .
El coro no está formado por un conjunto de gargantas estandarizadas, sino que, como si del equipo que hace avanzar a la nave se tratase, cada una aporta y suena en sí misma. Hondas, desoladas y con mil emociones que contar a lo largo de una hazaña en la que cabe la duda, el miedo y el alborozo. Todo. Ningún otro álbum podría contener la seguirilla «V2 la guerra» con Antonio Mena gimiendo al fondo, el aire vivaracho de los tanguillos «V2 preparativos» y lo barroco de «Al río de la plata» y resultar perfectamente compacto. Este, sin embargo, sí, porque el piano del lebrijano parece ser prescriptor del pellejo de quienes lograron la primera vuelta al mundo , periplo del que se conmemoran quinientos años. No ha tratado de contarnos la historia, sino lo que sucedió dentro de los barcos. El sonido de una ola mordiendo el casco, las esperas, el festejo, la marejada más cruenta, el pánico, la alegría, el dolor, el hambre. Un relato envuelto en las melodías de un músico con el campo de visión muy ancho.
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