DANZA

Johan Inger, premio Benois de la Danza: «Me gustaría hacer un proyecto en Sevilla»

El otro Premio Benois viviendo en la ciudad es el bailaor y coreógrafo Fernando Romero

El coreógrafo sueco Johan Inger, reciente Benois de danza JOSÉ GALIANA

MARTA CARRASCO

El pasado 21 de abril la Compañía Nacional de Danza estrenó en el teatro Lope de Vega de Sevilla la obra, «Carmen», del coreógrafo sueco Johan Inger . Esta misma semana, Inger ha sido galardonado con lo que se considera el «Óscar» de la danza, el premio «Benois», que han recibido en otras ediciones, mitos como Jiri Kylian, maestro de Inger; Maurice Béjart ; Carolyn Carlson ; y el mismo director de la Compañía Nacional, José Carlos Martínez , que lo obtuvó en 2009.

Sin embargo, en Sevilla se da una circunstancia poco común en el mundo de la danza, y es que en esta ciudad viven dos premios Benois, el recientemente galardonado Johan Inger y el bailaor Fernando Romero que lo recibió en 2011, primer flamenco que ha obtenido este «oscar».

Además de por «Carmen» para la compañía española, el jurado ha premiado a Johan Inger por la coreografía «One on One» que estrenó el afamado ballet holandés Nederlands Dans Theater.

Johan Inger (Estocolmo, 1967), se inició en la danza porque su madre quería que hiciera algo artístico, «empecé con el violín pero acabé bailando. Hasta los 16 fue un juego, luego se convirtió en una formación académica intensa. Es muy importante un buen maestro. He visto con tristeza cómo malos maestros destrozan la carrera de un bailarín».

Ha dado cursos en el Centro Andaluz de Danza , «donde hay muy buen potencial, aunque alguna gente ya llega tarde, con demasiada edad y poca formación previa y esa persona es muy difícil de cambiar».

Vive en España, en Sevilla, por motivos familiares, «aunque mi trabajo se desarrolla casi siempre en el extranjero», y se lamenta de que los bailarines españoles, «que son buenísimos, no tienen compañías para trabajar. Todos están fuera. Me los encuentro constantemente». Gracias a ese «exilio» artístico conoció a su esposa, la también bailarina, Carolina Armenta , en el Nederland Dans Theater donde ambos gozaron de una de las épocas doradas de la compañía, «todos los grandes pasaban por allí, además de Kylian, Ohad Naharin, Forsythe ... Fue una fábrica de arte. Fue el momento más importante de mi vida, como artista y como persona. Para mí, Kylian es mi capitán». Precisamente desde 2008 a 2015 fue coreógrafo asociado del Nederland, «ahora me he tomado una pausa. He llegado a hacer cuatro piezas al año».

Iniciativas culturales

Le gusta como creador el artista versátil, «que sepa actuar además de bailar», y prefiere trabajar en colaboración con los bailarines. «El futuro es un bailarín que pueda hacer clásico a nivel alto, pero también contemporáneo. José Carlos Martínez lo está haciendo bien al frente de la Compañía Nacional. Es muy listo y viene de una gran compañía como la Ópera de París». asegura.

Echa mucho de menos en España más iniciativas culturales sobre danza, y ver más apoyo decidido a la cultura, «sin tanta política».

En Suecia no se baila tanto como en España, aquí está en la sangre, pero tenemos cinco grandes compañías

Ver bailar en la Feria de Sevilla le parece increíble, «es parte de la cultura de Andalucía y por eso me pregunto por qué no hay más apoyo a la danza si está en la sangre de la gente. En Suecia no se baila tanto y somos sólo diez millones de personas, pero tenemos cinco grandes compañías de danza».

Le gustaría tener un proyecto en Sevilla , «pero no sé si es posible porque ignoro si hay interés en ello. Me gustaría trabajar con un grupo pequeño. Es un sueño que tengo, pero no sé si se hará realidad alguna vez. Ojalá».

Con su mentalidad nórdica no entiende cómo se han construido tantos teatros, «sin pensar qué van a poner dentro. Esto es tremendo. No hay ninguna compañía de danza titular en un teatro. En Europa esto es impensable».

En su casa de Sevilla con sus dos hijos y su mujer se habla en sueco, español e inglés y cuando puede, cocina comida tailandesa. «España y su forma de vivir es un país que tira mucho. Conozco bailarines españoles por el mundo que lo único que piensan es en volver, aunque no siempre pueden. Dicen que se dan cinco o diez años. A veces no regresan».

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación