Teatro de la Maestranza

Javier Menéndez: «Con limitaciones de aforo en el Maestranza hay un problema de viabilidad»

El coliseo lírico despedirá temporada con un concierto benéfico, mientras prepara la próxima en la que se mantiene la esperada «Carmen»

Javier Menéndez en el espacio escénico del Teatro de la Maestranza Raúl Doblado

Jesús Morillo

Los meses de confinamiento no han sido fáciles para nadie. Tampoco para el director del Teatro de la Maestranza , que ha visto cómo toda la programación que tenía prevista desde marzo se le venía abajo por el estado de alarma generado por el coronavirus, que ha llevado al cierre de todos los espacios escénicos en prácticamente todo el mundo.

Entonces comenzó un intenso trabajo de reprogramación de citas, aunque una de las más esperadas de la temporada lírica, las cinco funciones de «La Traviata» , se tuvo que suspender. Al menos, el coliseo lírico sevillano despedirá la temporada con un concierto benéfico el próximo 9 de julio y, unos días antes, el 24 de junio, presentará la próxima, que Javier Menéndez , ha programado en sus tres primeros meses, con alternativas por si se produjera un repunte en la pandemia y lógicas limitaciones de aforo que confía en que vayan relajándose según se vaya avanzando en el nuevo año.

De la programación de la próxima temporada, como es habitual en su estilo de gestión, no quiso avanzar novedades hasta la presentación , aunque reconoce que no se mantendrán todos los títulos de ópera anunciados en enero . La buena noticia es que la esperada producción de «Carmen» , prevista para mayo y junio de 2021 se mantiene, al igual que la apertura de la programación lírica en noviembre con «Così fan tutte» .

¿Cómo ha sido el trabajo en estos meses de confinamiento? De entrada, han tenido un intenso trabajo de reprogramación.

Ha sido intensísimo, porque se ha producido un efecto dominó, en el sentido de que hemos tenido que ir reprogramando con todo lo que conlleva de comunicación, devolución de entradas... Y siempre con la máxima del aplazamiento, no de la cancelación. Esa fue la premisa. Hay cosas que hemos conseguido reubicar y otras no. Lo que son producciones de ópera es lo más complicado, porque tienes que hablar con un montón de artistas y buscar nuevas fechas, lo que genera un volumen de esfuerzo y de trabajo brutal. Desde el punto de vista psicológico, además, es desolador trabajar para destruir lo que has construido. Y, encima, el eslabón más débil son los artistas que lo están pasando mal, porque está cancelando todo el mundo. No hay ni un solo teatro en el mundo que tenga actividad, por lo que se está quedando sin trabajo un montón de gente. Por eso, reubicar con una alternativa lo más rápido posible era de alguna manera esencial, para que los artistas tengan al menos la sensación de tener una luz al final del túnel.

Lo más duro, imagino que ha sido no poder hacer las funciones de «La Traviata», con la que cerraban temporada lírica.

Así ha sido. Era, quizás el proyecto más ilusionante, porque el público lo esperaba con muchas ganas y estaba vendido al 90%. Fue desolador, algo así no me había pasado en la vida. A nivel personal toda esta situación ha sido también una cura de humildad. Yo estoy acostumbrado a programar con tres y cuatro años de antelación, así que cuando llegué el año pasado tuve que programar casi sobre la marcha la presente temporada. Ahora me da risa, porque el año pasado me quejaba de improvisar y ahora tienes que destruir y reconstruir, con la incertidumbre de no saber si la reconstrucción va a ser viable y planteándote distintos escenarios simultáneamente.

«Ha habido que hacer algún cambio en los títulos de ópera de la próxima temporada que habíamos anunciado en enero»

Pero está programando para qué aforo en la próxima temporada, porque ahora puede haber espectáculos al 50%, pero en la llamada nueva normalidad no se sabe.

Eso nadie lo sabe. Desde Ópera XXI —la asociación que aglutina a los teatros líricos españoles— hemos estado trabajando estos meses en un protocolo acordado con el Inaem y que está a la espera de que le den el visto bueno los ministerios de Sanidad y de Trabajo. Con todo, el proceso de desescalada está siendo más optimista de lo que me esperaba, así que cuando entremos en esa normalidad creo que nos terminaremos habituando a ver mascarillas, que antes eran aquí como una cosa absurda, aunque no en Oriente. Mi perspectiva es que en septiembre estaremos en porcentajes de aforo por encima del 70%. Tenemos que crear espacios seguros y en este teatro tenemos la ventaja de que estos están muy ordenados. Lo importante es hacer del teatro un espacio cien por cien seguro, en el que habrá que guardar medidas de higiene y de respeto absoluto que nos permitan disfrutar de los espectáculos. Ya estamos trabajando en obtener un certificado de espacio saludable y tenemos un aire acondicionado que cae de arriba y no lateralmente, que es más seguro, y hemos cambiado todos los filtros.

¿Pero cree que se podrá representar ópera con actores en el escenario y una orquesta sinfónica en el foso?

Esa es la pregunta del millón. Me preocupa mucho esa parte de la normativa y cómo se van a plantear determinadas distancias. Que Violetta y Alfredo no se den un beso en «La Traviata» es imposible, en el teatro no hay distancias. ¿Cuál es la solución a todo esto? Lo que estoy haciendo es plantear un último trimestre del año muy prudente, tratando de garantizar que lo que hagamos se pueda adaptar a unas medidas de seguridad que pasen por evitar grandes masas. Menos mal que no tengo una «Aida» para iniciar la temporada, sino que comienzo con un «Così fan tutte», que sea como sea lo voy a organizar.La otra parte es la orquesta. Cómo reúnes a ochenta músicos en un foso. Al menos, los protocolos que se están haciendo para las orquestas no son tan negativos y la cosa no parece tan desastrosa como al inicio. Tendremos que tener también en cuenta opciones de reducción de orquesta. Están circulando actualmente versiones reducidas del «Anillo», de Wagner, con entre catorce y veinticinco músicos. Está todo el mundo dándole vueltas y hay teatros más optimistas y otros menos, como el Metropolitan, que no abre hasta enero.

¿Se mantienen todos los títulos de ópera de la próxima temporada que anunció el Maestranza en enero?

Ha habido que hacer algún cambio, porque no ha quedado otro remedio. Pero cuando te enfrentas a estas situaciones hay que ser atrevido y no conservador, por lo que las alternativas van a ser muy atractivas y alguna va a ir muy dirigida al público joven. Hay que ser audaces. Inauguraremos con «Così fan tutte», pero ha habido cosas que hemos tenido que mover por prudencia y un poco por obligación. Lo que hemos hecho es no descartar ningún proyecto y lo que no se haga en esta temporada se hará en las próximas.

¿Mantiene la esperada «Carmen»?

«Carmen» no se cae porque es en junio del año que viene y es una deuda que tiene el teatro. Donde se puede tener más dificultad es en los meses en los que puede preverse en un repunte y ahí es donde tengo alternativas.

«El último trimestre del año es donde estamos más expuestos a cambios en la programación»

¿Cómo ha afectado esta crisis a las cuentas del teatro y qué perspectivas económicas maneja para la próxima temporada, con previsibles reducciones de aforo, en un teatro que genera importantes ingresos por taquilla?

Quiero ser optimista, pero no es fácil, aunque tenemos que luchar, porque estamos hablando de una situación de supervivencia para el Maestranza por el tema de los aforos. Tenemos que contar con un compromiso absoluto de las administraciones, que están ahí a un nivel institucional, al igual que con los patrocinios, que son bastante positivos. Como juguemos con las limitaciones de aforos hay un problema de viabilidad del teatro. No se puede funcionar con aforos inferiores al cincuenta por ciento. He trabajado con la cautela presupuestaria y sanitaria, contando que a partir de enero las cosas sean más o menos normales. Por ejemplo, habíamos reprogramado el concierto de Dulce Pontes y Daniel Casares para el 10 de octubre, pero han suspendido la gira que tenían. Además, teníamos un concierto internacional muy potente para esas fechas y se ha cancelado. En el último trimestre del año es donde estamos más expuestos a cambios, pero a pesar de ello estoy contento, porque el próximo 24 de junio vamos a presentar propuestas muy atractivas, algunas muy sorprendentes, y que creo que van a funcionar muy bien.

«Todas las administraciones han mejorado sus aportaciones al teatro. El comporomiso está ahí»

En este contexto de crisis, ¿cree que las administraciones mantendrán su aportación al Maestranza e, incluso, su compromiso en aumentarlas?

Es un tema que tienen claro las administraciones desde hace un par de años y todas han mejorado sus aportaciones. El compromiso con el teatro está ahí. Yo no quisiera estar en la situación de nuestros responsables políticos, porque el momento actual es francamente complicado. Pero el Maestranza es una prioridad para las administraciones públicas. Desde que se planteó el nuevo modelo de funcionamiento se hizo con ese compromiso de todas ellas, que son muy sensibles a las necesidades del teatro y muy exigentes sobre dónde debe estar el Maestranza. Vamos a seguir luchando en esa línea de reconocimiento a nivel internacional, con esfuerzo, con imaginación y lo vamos a conseguir.

Pedro Vázquez acaba de ser elegido como gerente de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS). Creo que mantuvieron una conversación telefónica cuando era precandidato. ¿Cree que podrán dejar atrás la tensión que ha habido en los últimos años entre la orquesta y el teatro?

Desde el primer momento en que llegué no he percibido ninguna tensión con la ROSS y he trabajado con ellos muy bien, pero era necesario y urgente contar con una persona que se hiciese cargo de la gerencia y tener un interlocutor inmediato para mantener la coordinación y el día a día de ambas instituciones compartiendo un espacio como el Maestranza. Eso requiere una cabeza con la que tener una interlocución. Con Pedro Vázquez mantuve una conversación telefónica y de inicio conectamos. Somos los dos de la misma edad, por lo que estás trabajando con alguien con ideas bastante similares a lo que tiene que ser una institución cultural del siglo XXI.

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