ENTREVISTA

Izal: «Vivimos en un mundo que juzga y opina sin tener la menor idea de la vida de la persona»

Una de las bandas referencias del indie llega a Sevilla este sábado para concluir su gira «El pequeño gran final del viaje»

Izal regresa al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo para hacer disfrutar con su potente directo F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

Izal, banda indie que ha trascendido de dicho género para copar los grandes y que ha conseguido en once años de trayectoria pulverizar records al alcance de muy pocas formaciones españolas. La eclosión de la meteórica carrera del grupo que firma soberbios tema como ‘Pausa’ o ‘Qué bien’ tuvo su cima en 2018 (de la que no han bajado aún) con el lanzamiento de su cuarto álbum de estudio ‘Autoterapia’.

El disco alcanzó el número 1 de ventas en digital a las pocas horas de ver la luz y el número 2 en físico en su primeros sietes días, manteniéndose en los puestos de honor durante varias semanas consecutivas y logrando la condición de disco de oro por las 20000 unidades vendidas (físico). Sin duda, un aldabonazo en toda regla en el panorama musical español.

Apoyados en el que sin duda es el punto fuerte de esta formación sin fisuras, el directo, Izal visita este sábado Sevilla con ‘El pequeño gran final del viaje’ , la exitosa gira con la que abrochan un proyecto en directo que arrancó hace dos años y que se vio interrumpida bruscamente por la pandemia.

A escasas horas de su cita en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), Mikel Izal, líder de la banda, y Emanuel Pérez ‘Gato’, bajista , atienden a este periódico para hablar de su concierto en la capital hispalense y de ‘Hogar’, el nuevo disco de la banda que verá la luz en otoño.

¿Cómo hay que interpretar el título del disco que saldrá en otoño, ‘Hogar’?

Mikel: Cada uno que lo sienta a su manera, para mí es intimidad y verdad. Es dar valor a lo que importa, a tu gente, silenciar el ruido de este mundo loco hiperconectado y rabiosamente viral en el que vivimos.

Es realmente increíble que dos discos consecutivos (‘Copacabana’ y ‘Autoterapia’) supusieran sendos puntos de inflexión (para bien en ambos casos). ¿Crees que habrá un tercero con ‘Hogar’?

Gato: Siempre nos gusta dar un paso hacia adelante porque arriesgar un poco en lo creativo es algo que te mantiene vivo como artista. Transitar nuevas formas de comunicarnos es una experiencia enriquecedora en todos los sentidos. ¡Ojalá cada disco fuera un punto de inflexión!

¿Qué piensan que va a sorprender más a la gente en el nuevo álbum?

G: Además de las letras, que tienen un arraigo muy personal, hay sonidos más urbanos, más cercanos a la electrónica de lo que nuestros seguidores están acostumbrados. Quizás sea ese el punto que más sorprenda.

¿Cuánto de desahogo tiene este collage personalísimo que conforman las diez canciones de ‘Hogar’?

M: Más que desahogo, tiene emoción. Tiene verdad, con menos miedos que nunca. Y eso siempre te deja satisfecho.

‘Fotografías’, el segundo adelanto del disco que está próximo a ver la luz, es todo un desafío al mainstream, un tema atrevido en cuanto a estructura, sin estribillo. ¿Es un reflejo de por dónde irán los tiros de ‘Hogar’ o es solo una licencia puntual?

M: Cada canción es un mundo, y necesitamos jugar sin complejos buscando siempre algo tan difícil y sencillo a la vez como es el hecho de emocionarnos. 'Fotografías', personalmente me emociona muchísimo, es de las piezas que más me han interesado de lo que he compuesto en mi vida y eso es una pasada que te siga ocurriendo en el quinto álbum, once años después.

Aunque por su letra ‘Meiuqèr’, primer adelanto, parezca estar asociada a la pandemia y todo lo que derivó de ella, tengo entendido que este tema fue compuesto en 2018. ¿Cómo surge realmente esta canción, este réquiem al revés?

M: Llega tras un largo periodo de bloqueo compositivo, de sobre-pensar, de ansiedades y angustias mal gestionadas. Y supuso el primer paso para volver a la carga, a disfrutar componiendo y soñar con hacer música que de nuevo conectara con mis emociones y me hiciera feliz. Realmente no hay ni una sola frase 'pandémica', todo fue escrito a finales de 2018.

A pesar de que no se pierde el sonido Izal, en estos dos adelantos se atisban algunas texturas musicales nuevas respecto a discos anteriores. ¿A qué se debe? Cambiar lo que funciona siempre implica un riesgo.

G: Nunca hemos tenido una fórmula ni la hemos buscado, de hecho, creemos que tal cosa no existe. Algunas de nuestras canciones pueden tener un formato más comercial que otras, pero en todos nuestros discos siempre ha habido temas más 'radiables' y otros más complejos en cuanto a lo musical. Sin complejos, se trata de darle a cada canción el carácter que necesita, buscando en cualquier forma y color. Incluso en un mismo disco solemos buscar diferentes texturas: si nos repetimos nos aburrimos.

En ‘Meiuqèr’ canta lo siguiente: «Reconozco que aún vive el miedo, me susurra que nunca se irá, pero habéis conseguido asustarlo, ya no grita tanto, ya no duele igual». ¿Has podido palpar desde el escenario, durante la gira, el cambio en los espectadores, esa certeza de que poco a poco todos vamos soltando el lastre del miedo?

M: Creo que nos va a costar, creo que este proceso está siendo muy traumático, que la huella será profundad y duradera, pero gradualmente espero que nuestro cerebro vuelva a convencernos de que estamos a salvo, de que tenemos que volver a disfrutar de la vida como antes. Deberemos esforzarnos.

¿Qué supone para Izal despedir la gira en Sevilla, una ciudad que siempre os ha acogido fantásticamente y que se vuelca cada vez que venís?

G: Es una especie de 'carta de garantía' de que todo saldrá bien. Hay ciudades como Sevilla que nos han sorprendido en cada paso que hemos dado, creciendo y celebrando cada día más. Esta vez no será diferente.

La puesta en escena de vuestro concierto en Sevilla de hace justo un año fue mucho más sobria de lo que en vosotros es habitual. En esta ocasión el cuidado visual se intuye como una de vuestras obsesiones actuales.

G: Hace un año todo era mucho más difícil por la situación. Intentamos hacer conciertos, aunque fuera en formato reducido, incluso acústico, con tal de mantener un poco la rueda en movimiento. Ahora podemos permitirnos aforos más grandes y hemos querido mostrar el show que había quedado interrumpido con el inicio de la cuarentena. Hay mucho trabajo audiovisual detrás y hubiese sido una pena que se quedara perdido. Ahora es nuestra oportunidad antes del lanzamiento del nuevo disco.

¿Qué balance hacen de esta gira, llevada a cabo en unas circunstancias tan particulares?

G: Es increíble el esfuerzo que se ha hecho en muchas ciudades por parte de promotores, ayuntamientos, recintos, para que la música en directo siga viva. Hay mucha gente trabajando detrás de lo que se ve en el escenario, es importante que se sigan haciendo giras también por toda esa gente, nuestra gente. La valoración no puede ser más que positiva.

Es evidente que Izal es una banda de directo. Aunque pueda parecer una afirmación de Perogrullo, no lo es, porque no todas las bandas tienen su punto fuerte en los directos (no vamos a dar nombres). ¿Dónde está vuestro secreto para tener un directo tan potente?

G: Quizá el secreto es disfrutar de lo que haces. Somos gente que trabaja haciendo lo que le gusta y eso se nota a la hora de ejecutarlo, disfrutas cada segundo. Eso se traduce en un directo con una energía mayor que en los discos.

En ‘Meiuqèr’ canta que «solo yo duermo conmigo, solo yo me veo despertar, y solamente el suelo que piso me escucha al andar». Según se mire, puede estar hablando de solitud o de soledad. ¿Qué es lo que más le inspira a la hora de componer?

M: Hablo de honestidad, de la verdad, de tu esencia y tu forma de ver la vida y tratar a las personas. Vivimos en un mundo que juzga y opina sin tener la menor idea de la vida de la persona objetivo. Hay que volver al 'Hogar', más que nunca, a aquellos que saben quién y cómo eres. Lo demás es ruido, solo que a veces grita muy alto.

Este año, además del nuevo disco, también has grabado ‘Alta la frente’, el himno del centenario del Deportivo Alavés. ¿Qué tal la experiencia de cantarle a un equipo de fútbol? ¿Te haría especial ilusión que se coreara en Mendizorroza tal y como se hace en el Sánchez Pizjuán y El Villamarín con sus respectivos himnos del centenario?

M: Sería un sueño hecho realidad que ojalá se cumpla, sobre todo porque eso significará que volvemos a tener cierta normalidad, a que volvemos a estar más juntos, a que volvemos a cantar abrazados. La experiencia de componer y producir el himno ha sido uno de los proyectos más emocionantes de mi vida, sin ninguna duda, me ha unido más, si cabe, a la ciudad en la que me crie y creo que es una de las mayores ilusiones que he podido regalar a mi familia, que siguen viviendo en Vitoria. Mis sobrinas han presumido de tío en el cole, y eso me hace muy feliz.

Por cierto, ¿qué les parecen el himno de El Arrebato (Sevilla) y el de Rafa Serna (Betis)?

M: Aquel que ose juzgar un himno ajeno de cualquier tipo cometerá un gran error. Lo importante es que llegue al corazón de aquellos a los que representa. ¿Quiénes somos nosotros para juzgar emociones a las que no pertenecemos?

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