Música

Izal ilumina la noche sevillana con un arrollador derroche de energía y talento

Los madrileños ofrecieron en el auditorio Rocío Jurado uno de los conciertos más espectaculares del año

Izal ofreció un magnífico concierto en su regreso a Sevilla tras tres años de ausencia F.R.M.

Fernando Rodríguez Murube

El fenómeno Izal se propaga de manera imparable a la velocidad del eco. Las resonancias, por supuesto, del sonido rotundo y virtuoso que los madrileños emiten en cada concierto. Con una potente descarga de luz, sonido, pirotecnia e imágenes en las tres enormes pantallas del escenario, esta fabulosa banda hizo disfrutar de lo lindo a las casi 7000 almas que anoche se dieron cita en el auditorio Rocío Jurado con temas como «Copacabana», «Pausa», «El pozo» o «Bill Murray».

Paso a paso, sala a sala, concierto a concierto, el proyecto musical (autofinanciado) de Izal no ha parado de crecer desde que surgiera en 2010. Y siempre lo ha hecho bajo unos cimientos muy sólidos: los de unos potentísimos directos que han nutrido el boca a boca de manera imparable a lo largo de la geografía española.

Se puede obtener un ejemplo claro de ello haciendo un somero recorrido por la trayectoria del grupo en Sevilla. En 2015 ofrecieron un fantástico concierto en el CAAC ante unas mil personas. Apoyados en el exitoso «Copacabana», volvieron a actuar un año después en la capital hispalense, pero en aquella ocasión en el auditorio Rocío Jurado. Era una de las primeras veces que los madrileños actuaban en un recinto con un aforo tan grande. Aunque ni mucho menos llenaron, sí triplicaron la asistencia de su concierto de unos meses atrás en la misma ciudad. Anoche, tres años después, regresaban al Rocío Jurado para presentar su disco «Autoterapia», y lo hicieron en medio de una gran expectación, con una dimensión de grupo de primerísima línea y rozando el lleno .

Tras la elegante actuación de los sevillanos Astropálido , que telonearon a sus coetáneos, Mikel Izal y compañía saltaron puntuales al escenario a las 22.45 horas para arrancar con «La increíble historia del hombre que podía volar pero no sabía cómo» , de su demoledor último álbum «Autoterapia». A partir de ahí, fueron encadenando los temas que les están encumbrando a la cima.

El arrollador directo de Izal tiene entre sus muchas virtudes un eclecticismo mayor que en sus discos de estudio y que abarca desde la bellísima intimidad de «Arte moderno» , con un inicio en el que la voz de Mikel Izal solo estuvo acompañada por las notas del piano; hasta las eléctricas «Agujeros de gusanos» (con sus pegadizas reminiscencias mexicanas) y «Hambre» . También destacó «Autoterapia», en la que la pericia con las seis cuerdas de Alberto Pérez igualaron la emoción que en la versión original consigue el violín de Ara Malikian .

A veces indie, a veces rock de altos vuelos, lo cierto es que todo lo hicieron bien y con un sello propio que hizo vibrar al público en todo momento. Ya en los bises, el enésimo subidón de la noche con «La mujer de verde» y «El baile» , en la que Mikel Izal se sumergió entre el público, llevado en volandas por la ola de fans que copaban las primeras filas.

Un show de dos horas y cuarto de duración, con una narrativa en la que la parte visual cobró especial importancia y que fomentó la interacción con el público, haciéndole partícipe de momentos de luz, color e, incluso, eligiendo alguna de las canciones a interpretar. Todo bajo un barniz intergaláctico que convertía el concierto en la misión de una nave espacial en la que además de los miembros de Izal, convertidos en muñecos, completaban la tripulación los actores Julián López, Miren Ibarguren, Kira Miró, y el mismísimo Raphael , como «jefe supremo» de la nave. En la despedida Mikel prometió que no tardarían otros tres años en volver a Sevilla. Que así sea.

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