Isabel San Sebastián: «Pocos trances históricos nos han cohesionado más que la Reconquista»
La periodista ambienta su novela «Las campanas de Santiago» en aquella «empresa común de ocho siglos»
Isabel San Sebastián es la autora de novela histórica más leída de nuestro país. Ahora regresa con «Las campanas de Santiago», una aventura medieval que narra el episodio históricamente documentado del saqueo de las campanas de la basílica de Santiago por parte de Almanzor, que fueron cargadas por cautivos cristianos y llevadas hasta Córdoba para ser convertidas en lámparas destinadas a alumbrar la Mezquita. Un acontecimiento determinante en la Reconquista, la epopeya secular que forjó la España moderna.
Ser la autora española de novela histórica más leída es una gran responsabilidad...
Evidentemente. Pero sobre todo es un gran honor. En cada nueva novela te la juegas y te sientes absolutamente obligada a no defraudar a tus lectores.
¿Por qué ahora «Las campanas de Santiago»?
Necesito encerrarme en mi despacho a escribir, y para eso necesito pensar mis novelas en primavera y verano, paseando casi siempre por Asturias, y luego sentarme a escribirlas en invierno en en Madrid. Me fascina la Reconquista. De hecho, varias novelas anteriores como «Astur», «La Visigoda» o «La Peregrina» la tratan en la vertiente asturleonesacastellana, mientras que«Imperator» o «Un reino lejano» lo hacen en la más mediterránea. Me parece una epopeya verdaderamente singular y única que en cualquier otro país sería una fuente inagotable de películas, series de tv, novelas y todo tipo de homenajes en la ficción. Sin embargo nosotros la ocultamos, nos avergonzamos, la olvidamos. Incluso la propia palabra Reconquista parece que tiene una connotación facha, es una imbecilidad. Por el contrario, opino que es un enorme legado histórico que tenemos y que es una fuente de inspiración inagotable.
¿Existe memoria histórica sobre esa etapa?
Cada vez menos. Es verdad que durante mucho tiempo el abordaje de esa etapa era tremendo en los manuales de historia de los colegios, las batallas que había que aprender de memoria... pero de eso hemos pasado a la desaparición. Si le preguntas a una persona menor de 40 años quién era Almanzor no tiene ni la más remota idea, te preguntará que en qué equipo juega. Lo mismo con Alfonso VI, Alfonso II o Teodomiro... Opino que son personajes que han tenido una trascendencia determinante en nuestra historia y cuya memoria hay que recuperar aunque solo sea porque somos lo que somos en gran parte por ello, por esa historia, por esa epopeya secular que nos ha determinado. Ahora que tanto se habla de las regiones, de las comunidades autónomas... en gran medida el reparto geográfico es el que es debido a las sucesivas etapas de esa Reconquista y a lo que ocurrió en los distintos territorios durante esos años.
¿Le ha llevado mucho tiempo el proceso de documentación?
Sí, lo que ocurre es que es un proceso fascinante. Mis novelas son máquinas del tiempo. La construyo leyendo y viajando a los lugares que voy a describir y después la lleno de comodidades para embarcar en ella al lector. Hago una máquina muy austera y me subo en ella a través de libros, de documentos oficiales... Después tejo mi trama de ficción, que es la que introduce intriga, emoción, aventura, sentimientos, amor, etc. en la historia, para que el lector haga ese viaje conmigo sin notarlo, sin ningún esfuerzo, sintiéndose atrapado por esa historia de ficción que le va conduciendo a través de los paisajes históricos.
¿Qué porcentaje de realidad presenta «Las campanas de Santiago»?
La trama de ficción es ficción, pero toda la ambientación es historia. Los acontecimientos que relato, escenarios, incursiones de vikingos, ejércitos, tropas, maquinarias de guerra, conventos,... todo es real. La ficción es la trama de aventuras de los dos protagonistas: Tiago y Mencía.
¿Ha sido complicado la creación de los personajes?
Tengo mucha imaginación. Tengo la dicha de tener un padre que nos contaba cuentos todas las noches que se iba inventando sobre la marcha. Tenía una formidable imaginación que creo he heredado. En el mismo momento en el que me pongo a pensar una novela y a leer sobre el periodo histórico que voy a escribir, empiezan a cobrar vida en mi mente personajes de ficción y me empiezan a surgir los asideros de ficción que voy a utilizar para construir esa máquina del tiempo. Los recursos literarios que voy a utilizar para llevar al lector a viajar conmigo a través de esa época y ese paisaje...
...y en el siglo XXI se saquean iglesias en Chile
No tiene nada que ver, pero si es curioso que ahora que estamos en este revisionismo de la historia que nos lleva a derribar estatuas y a condenar la esclavitud de los africanos e indios y las presuntas barbaridades que cometimos los españoles en América me sorprende que nadie piense en, por ejemplo, cómo se construyó Córdoba o Sevilla, que fue en gran medida con cautivos cristianos gracias a la mano de obra esclava cristiana capturada en esas incursiones demoledoras que llevaban a cabo caudillos como Almanzor. No juzgo la esclavitud, porque ha sido un elemento presente en la historia de la humanidad desde que existe el ser humano y hasta hace cuatro días en términos históricos, pero me sorprende que nuestra capacidad de escandalizarnos ante ella tenga un principio y un final ¿Todos los esclavos que ha habido antes de la conquista de América no cuentan? Así se construyó Sevilla, Córdoba y muchas ciudades. Y otras del norte con cautivos musulmanes. En España el cautiverio durante esos ocho siglos de Reconquista estuvo a lo largo del día y se ha hablado muy poco de esos esclavos y de esos cautivos. En esta novela cuento cómo vivían esos cautivos en la resplandeciente y maravillosa Al-Andalus del primer milenio, momento de máxima expresión del Califato, cómo vivía un esclavo o cautivo cristiano.
¿Quiénes serían los almanzores en la España de este siglo?
Alguien tan terrible como Almanzor espero que no vuelva a repetirse. Tenemos algunos candidatos a «Almanzorín», pero a Almanzor no llega. Tenemos en el poder a alguien que le gustaría ser «Almanzorín», y que si no tuviera los frenos que tienen hoy en día los magnates, y los contrapesos que tienen hoy en día gracias a la democracia los poderosos, sería perfectamente homologable a Almanzor.
En cuanto a las pandemias, ¿no le parece que tampoco se ha avanzado tanto para combatirlas?
Efectivamente. Somos una generación de gente muy arrogante que pensábamos que teníamos todo hecho y conseguido, y resulta que viene un virus desconocido y estamos tan indefensos ante ello como hubieran podido estar nuestros antepasados, bueno un poco menos porque la medicina ha avanzado mucho. Tenemos respiradores, UCIs y mecanismos que antes no teníamos, pero tenemos la misma impotencia fundamental y en muchos casos la misma superstición. También ahora hay mucha gente que cree que esto es algo hecho en un laboratorio... igual que antes pensaban que Almanzor era el demonio desencadenado de su cadena, ahora hay gente que ve fantasmas y conspiraciones porque no es capaz de asumir que somos absolutamente limitados y que la naturaleza es muy superior a nosotros en muchísimas cosas.
Hubiera superado Almanzor una moción de censura?
No habría dado opción. Destruía sin piedad a sus enemigos y los sometía. Los reducía a esclavitud o directamente los liquidaba. Ahora en términos de derechos humanos hemos progresado, pero en otros aspecto hemos involucionado. Reinvindico mucho en mis novelas valores como la valentía, el honor, el valor de la palabra, la lealtad... valores que hoy en día están en vías de extinción. No solo no se valoran sino que muchas veces se desprecia y que sin embargo en la época que relato en mis novelas eran absolutamente fundamentales. No se concebía la vida sin ellos. En algunos aspectos hemos progresado y en otros hemos involucionado.
Simpre da voz a las víctimas... ¿en sus libros también?
Doy voz a los personajes que la historia ha ignorado siempre. Los protagonistas de mis novelas son gente normales siempre. Gente sencilla del pueblo. En esta ocasión una pareja joven de un herrero y su mujer recién manumitidos y se ven obligados a sobrevivir en un mundo terriblemente cruel y que tienen que sobreponerse y sobrevivir sin ninguna capacidad de decisión ni poder. Esas son las personas que nunca aparecen en las crónicas de la historia, personas despreciadas por los cronistas de aquella época y en gran medida por los de ahora también, aunque no tanto. Intento dar voz y protagonismo a la gente que constituía la inmensa mayoría de quienes vivieron esa epopeya histórica sin dejar memoria de su paso por este mundo. Aunque sea en la ficción, yo creo que está bien recuperarlas.
Hipnotizada por Asturias y por Córdoba...
Tuve la enorme fortuna de recorrer los escenarios de esta novela de la mano de José Calvo Poyato, que me llevó a ver las murallas o la Mezquita y compartió conmigo su saber y anécdotas que desconocía. Me habló de la escuela de emasculación de la zona que fue pionera y célebre porque solo morían ocho de cada diez niños sometidos a la extirpación de sus órganos sexuales con el fin de convertirlos en eununcos...
¿Y Sevilla?
Es una ciudad increíblemente hermosa que conozco fenomenal. Grata y maravillosa. Aunque soy del norte. He vivido en Madrid y en el norte y mis raíces están allí, pero me encanta Andalucía en general. Me gusta mucho Sevilla, Córdoba... el legado Andalusí hay que agradecerlo muchísimo. Doy gracias por perteneder a una nación tan rica, variopinta y por la que han pasado tanta gente dejándonos su legado cultural. Es algo muy enriquecedor. Sevilla aparecerá en una de las siguientes novelas, porque estas campanas que hoy rescato no se quedaron para siempre en Córdoba en forma de lámparas, regresaron a Santiago y ahí Sevilla tendrá más protagonismo. En la época que hablamos, Sevilla era una ciudad pequeña en comparación con Córdoba, pero llegaría el tiempo en el que cobraría mucha más importancia y por supuesto aparecerá en mis novelas, lo que me dará ocasión para volver y recorrer sus calles, su alcázar y sus lugares históricos de la mano de algún experto
¿Por qué deberían leer este libro?
Porque es una novela de aventuras de la que acaban de anunciar la segunda edición. Es una novela de amor, acción... tiene todos los requisitos que reúne una novela, y al mismo tiempo deja un poso de conocimiento y una oportunidad para la curiosidad y la ampliación de ese conocimiento que es muy necesario porque estamos perdiendo la referencia de nuestras propias raíces. Estamos olvidando de dónde venimos y quien pierde sus raíces se condena a desaparecer. Si le quitas los cimientos a un edificio se desmorona, si le quitas las raíces a una nación, esa nación no puede construir un proyecto de futuro común, porque le has quitado su legado común. Hay que recuperar esa historia común y pocos trances históricos nos han cohesionado más que la Reconquista, que fue una empresa común de ocho siglos.