Crítica de Flamenco
En homenaje al maestro
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Se agradece que el Ciclo los Jueves Flamencos de Cajasol presente en su programación a buenos artistas jóvenes aunque ya aventajados profesionales, porque así no los perdemos de vista. Manuel Herrera suele combinar con sabiduría la tradición y la juventud, y ello va en mérito del ciclo que programa.
"La memoria del alma" fue la propuesta de Miguel Angel Corbacho y Elena Algado bailaores que conforman la compañía "Entredós". Son dos artistas compactos, con experiencia y con una formación sólida tanto en danza española como en flamenco.
De hecho, tras el espectáculo, Miguel Angel Corbacho quiso dedicar la noche a quien fuera su maestro, José Antonio, y también director del Ballet Nacional de España cuando Corbacho y Algado formaron parte de ese elenco.
Comenzó el espectáculo haciendo gala del virtuosismo que ambos tienen en la ejecución de la danza estilizada española. Vestidos de "fiesta", él con frac, y con unos luminosos palillos, que da gusto volverlos a escuccharlos en el escenario, demostraron en un pequeño espacio la belleza de la danza española, ésa que tan poquísimo se ve en los últimos tiempos en los teatros de nuestro país. El inicio prometía. Y de ahí pasamos al flamenco, granaína, tarantos, guajira, alegrías..., un cuidadísimo repertorio para exhibir las virtudes de ambos intérpretes.
Lucimiento en el braceo y escorzos de Algado, en su manejo del mantón, en la fuerza dramática del zapateado de Corbacho y en sus quiebros y remates flamenquísimos. Me gustó mucho la guajira, en un paso a dos en el que hubo complicidad en el baile, algo que se echa mucho en falta últimamente. Y, sobre todo, el remate de la noche por una espléndida alegría que puso de manifiesto los momentos más flamencos. Dos buenos intérpretes con una cuidada y estética propuesta.
El cante y la guitarra acompañaron con pulcritud, con algunos desajustes desafortunados en el sonido. Aunque hubo una dificultad mayor con la que tuvieron que lidiar los artistas: el suelo. El escenario de este remozado teatro de Cajasol tiene un doble suelo: uno sonoro, y otro opaco; uno brillante y otro mate. Eso es mucha lucha para un bailaor. Con lo bien que está ahora la sala, ¿cómo es posible que no reparen en este importantísimo detalle? Para un ciclo como el del flamenco, hay que tener un suelo en condiciones (si no quieren comprarlo, se puede alquilar), pero pongan un suelo para poder zapatear y que se escuche homogéneamente. Una pena que un espacio tan cuidado tenga un suelo de escenario tan de tercera.