Crítica de música
El héroe contra sí mismo
Carlos Mena posee una voz excepcional pero no se entiende qué busca en la 'performance' que presentó en el Maestranza
Si miramos por un momento hacia el pasado FeMÀS , acaso haya sido la voz de contratenor la que más nos ha desilusionado , en unos casos porque haya envejecido mal y en otros porque nunca fue buena, porque los intérpretes creen que con cantar de falsete ya basta. En cambio, Carlos Mena ha sido para nosotros desde un principio una voz excepcional , y así lo hemos considerado desde que lo oímos en aquella 'Misa de la Coronación' de Mozart , con una OBS dirigida por Barry Sargent (marzo de 2001). Y lo seguimos afirmando a día de hoy, después de volver oírle cantar (con alguna coloratura puntual mejorable, pero de resultado global subyugante).
La pregunta entonces es ¿qué busca el vitoriano con una 'perfomance' a manos de una pizpireta que se inventa un personaje desde que sale de la ducha hasta que se viste, que suponemos quiere engarzar las distintas perlas del programa, siguiendo además el manual del 'regista' 'moderno' , que consiste en recurrir a la penumbra, el despiste , la provocación y la idiocia ?
¿Tiene el gran contratenor que venderse a la 'vanguardia' del destape -ahora masculino-, siempre que lo requiera el guión, para llenar teatros (que, por cierto, este si acaso alcanzó un tercio del aforo)? ¿Debe contorsionarse por el suelo en posición fetal, tumbarse en una 'chaise longue' de manera perpendicular a la misma, arrastrarse después por el suelo, cantar así bocabajo , o en cuclillas, etc? ¿O quería demostrar que puede hacerlo todavía? ¿Formaba quizá parte del 'espectáculo', que ya sabemos que es muy de 'regista' pensar en lo visual antes que en el cantante?
Consort estupendo
La penumbra mortecina de la escena poco a poco fue calando en el desarrollo musical, en movimiento uniformemente desalentador, sostenido por un consort estupendo , pero también de impuestas dinámicas (incluyendo a Zapico , siempre de poderoso volumen) y agógicas agónicas (que alcanzaron a jácaras y marionas), y donde sólo el héroe solitario se pudo arrogar el poder de que pareciera que el tiempo se detenía (o que casi no avanzaba).
¿Podía haber algo más? Siempre lo hay: sólo hay que terminar de desconectar al público presentándole un espectáculo vocal en el que no sabe lo que dice el que canta, ni si tiene algo que ver con lo que (no) está pasando en escena.
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