La gozosa fragilidad de Antonio El Rubio en el álbum «Sigo siendo»

Al flamenco le sienta bien la fragilidad. Por eso Antonio El Rubio, a sus 91 años, canta genialmente imperfecto. Por las arrugas de su garganta me voy colando y en cada pliegue me topo con una vivencia nueva. Ahí hay de todo: un viaje, una fiesta con Camarón, quien grabó por primera vez su fandango, estandarte de esta casa, con la guitarra de Sabicas en el año 69 , viejos tablaos y verdaderos artistas que siempre rehuyeron de serlo. Es el padre de Miguel El Rubio, también cantaor, y abuelo de Ingueta. Su sello, custodiado por la familia, ha servido de inspiración a las quejas más altas y llega al presente junto al abrazo de sus compañeros.

En «Sigo siendo», un disco producido por Israel Fernández, nos encontramos con la última colaboración de Parrita , desaparecido el pasado mes de octubre. También aparecen Pepe Habichuela, Vicente Amigo , Guadiana, Duquende, Sorderita, Mari Vizárraga, Diego Amador, Manuel Parrilla, Diego del Morao y el genuino Camarón de Pitita, entre otros. Sacudida de ecos, teclas y trastes que en volandas lo dirige a buen puerto.

Seguiriyas, soleares, tarantos, fandangos, tangos, bulerías... Antonio El Rubio no esquiva los palos, sino que se sumerge en ellos de una forma diferente. Sin el fuelle lastimero con el que grabó en los 70, pero sobrecargado de sutileza . Se me viene a la mente una letra que lo explica a la perfección: «Dijo la lengua al suspiro/échate a buscar palabras/que digan lo que yo digo». Este gitano trae una llaga de cristal de ayer; escúchenlo entonces desde la sinrazón, pues su gemido ya suave tiene el mayor de los sentidos: «He andado muchos caminos/a mí me llaman el caminante/las fatigas que he pasado/no se las encuentro a nadie».