Flamenco SinCejilla
Los Gastor: diapasón de guitarras morenas
Nos acercamos al universo de Dieguito de Morón, que actúa este viernes, comentamos un documental sobre El Chaqueta y anunciamos un seminario flamenco
El arcaísmo con el que empezó Diego del Gastor es un imposible. Nadie puede tocar hoy como él, porque las propias compañías de baile y los cantaores requieren desde hace tiempo, quizá de siempre, otro perfil de guitarrista, seguramente más impersonal, pero completo. Por eso, los trastes más oscuros de la bulería, la soleá y la seguirilla nacieron entre unas maderas de Morón y solo un puñado de seguidores, en su mayoría descendientes del mismo, pudieron arrimarse de forma natural a esa escuela. Gitana, mágica, doliente . Hecha para el acompañamiento, pero arrebatadora en solitario. Fugaz, extraña, remota . Curtida en la música clásica que se inculcó en la familia de puertas para dentro y circular en su uso de un manojo de acordes desde los que se vertebra todo.
Quien quiera acercarse a uno de esos sonidos en peligro de extinción puede hacerlo este mismo viernes en la Sala Flamenquería , donde desembarca Dieguito de Morón para reunirse con sus ancestros en el ciclo «Íntimos de Triana» . Hijo de Joselero y sobrino de Diego del Gastor, Dieguito es una extraordinaria rareza. Las manos como zarpas, cada golpe rezumando una emoción contenida y todas desembocando en la comunión de la melodía. Al mismo sitio.
La principal diferencia entre el maestro y los herederos, como Dieguito, Paco y Juan del Gastor, Agustín Ríos o en otra línea muy diferenciada el grupo Son de la Frontera, es que los segundos van un poco más allá con las enseñanzas y la estética del primero. No se prodigaron demasiado, pero sí más que el original , siempre reacio a los largos viajes y a actuar junto a artistas que no fueran de su gusto. Tampoco se limitan a una baraja de palos, sino que desarrollan la misma técnica desde otros prismas.
Así aparecen delicias como la taranta «Serena calma» del álbum homónimo de Dieguito de Morón, bajo la producción de Gonzalo García Pelayo y con la colaboración del grupo Triana . También ha grabado en Japón, se ha echado a los bordones composiciones de Atahualpa Yupanqui , como «Aire fresco», y de manera a menudo irregular ha recorrido medio mundo con las teclas que tomó de su casa. Sus alegrías «Te lo hubiera dado todo» son una de las pocas que miran más hacia el campo que a la playa. Lo inimitable, lo singular, lo genuino que le sentencia.
Cuando a las sonantas lo único que les queda es duplicar los brazos y estamparse ante el muro del virtuosismo, lo que ruge al fondo de estos párrafos es justo lo contrario. La búsqueda constante de un momento, un arrebato violento equilibrado después por la brusca dulzura. El toque gastoreño tiende a desaparecer y las escasas actuaciones de sus defensores hemos de valorarlas . Aunque solo sea por lo que tiene de romántico. Por lo fugitivo del diapasón más moreno.
«El Chaqueta, rey del compás»: la queja hecha trabalengua
No todo es malo, por más que se critique, en las redes sociales. Y el documental que de forma altruista y por puro entusiasmo a la figura de Antonio El Chaqueta se ha subido al canal de Youtube Macarena Moreno es un ejemplo de ello. A la dirección está Rafael Borja López, conocido en Internet como Rafa Camarón , y se ha contado para el proyecto con numerosas colaboraciones de artistas para rendir tributo al cantaor de la Línea de la Concepción.
Una serie de testimonios, en los que a menudo surge el cante, se hilvanan entre documentos de archivo de gran interés. Paco Cepero, Duquende, El Pele, Israel Fernández, Rancapino y El Marsellés son algunos de los que honran la memoria del que ha sido rebautizado como «El rey del compás». Su gusto en los cuplés, los trabalenguas desafiantes, su avanzado sentido rítmico, la capacidad de tomar cualquier letra, flamenca o del mismo Antonio Machín, para introducirla por bulerías, su dominio de los diferentes palos y la pesadumbre personalísima de su voz son algunas de las características que salen a relucir con breves apuntes biográficos.
Quienes lo evocan, ya sea Rubio de Pruna o Camarón de la Isla, sienten un placer enorme a la hora de copiarlo en privado. Un maestro tan diferente que guarda uno de los ecos más imitables de la historia . Legado imborrable del que ahora podemos disfrutar gratuitamente. Taratatrero y «sentaíto en la escalera, esperando al porvenir, y el porvenir nunca llega».
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