Obituario

Funeral a Vicente Carranza, el ceramófilo que quiso donar su colección a Sevilla

Pudo ver inaugurada la exposición en el Alcázar y en el Museo de la Cerámica de Triana

Vicente Carranza, el día de la inauguración de la exposición del Alcázar Felipe Guzmán

Javier Macías

«La cerámica no habla, pero transmite mudas sensaciones». Vicente Carranza Escudero se marchó en silencio. Quizá, de la misma forma que la ciudad le trató durante aquellos años en los que luchó por legarle la colección de cerámica más importante a nivel nacional. El pasado 30 de octubre falleció en Madrid a la edad de 90 años, pero pudo ver cómo aquel sueño se cumplió con una exposición permanente en el Salón del Almirante del Real Alcázar y otra en el Museo de la Cerámica de Triana . Hoy, en la capital de España se celebrará el funeral en su honor . Será a las 19 horas en la cripta de la Catedral de la Almudena.

Vicente Carranza (Daimiel, 1928) fue un ceramófilo que dedicó su vida a coleccionar y estudiar la alfarería de todo el país. Amó Sevilla, hasta el punto de que quiso legarle gran parte de su patrimonio, pero encontró demasiados escollos en el gobierno municipal y quienes le conocieron aseguran que se marchó para siempre con un sentimiento no correspondido. La asociación de amigos de la cerámica Niculoso Pisano gestionó con el actual alcalde, Juan Espadas, «el reconocimiento final que se merecía» , pero no dio tiempo. Así lo apunta Martín Carlos Palomo García, miembro de esta entidad y un hombre que conoció a este importante mecenas.

No obstante, a Vicente García Escudero, Sevilla le concedió su Medalla de Oro en 2010 . También fue académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría. Dedicó su actividad profesional como empresario en Paz y Cía , una sociedad con sede en Madrid especialista en cerámica.

Desde siempre, su afición fue coleccionar azulejos y llegó un momento en el que se encontró con un enorme patrimonio formado por miles de piezas de todos los lugares de España. Puso a su hijo Miguel Ángel al frente de la colección, con la intención de que velara por el patrimonio, pero un tumor cerebral acabó con su vida de forma prematura.

De la mano de su gran amigo Alfonso Pleguezuelo , catedrático de Historia del Arte especialista en cerámica en la Universidad, proyectó una ubicación para su colección de azulejos trianeros. La intención siempre fue que acabara en el Real Alcázar, pero no encontró demasiadas ayudas. Durante doce años estuvo negociando hasta que, por fin, firmó un comodato para la cesión por 20 años de gran parte de sus piezas al Palacio Real, en 2011. Cuatro años más tarde, el resto llegó al Museo de la Cerámica de Triana, donde permanece expuesta.

Como ocurrió con Mariano Bellver, se sintió maltratado pero finalmente vio su sueño cumplido . La muestra del Alcázar lleva el nombre de «Miguel Ángel Carranza», en memoria su hijo, tristemente fallecido en 1995 a los 38 años de edad, y ocupa tres salas del Cuarto del Almirante. Allí se ubicó un busto de bronce de su hijo, que hubiera sido el continuador de la obra emprendida por el coleccionista manchego. En las diferentes zonas expositivas se muestran lozas y azulejos que abarcan desde el siglo XII al XVIII, agrupados en tres zonas: la musulmana y mudéjar, la renacentista y la barroca, según se expone en retablocerámico.net.

Vicente, el hijo del tendero que huyó del hambre de la posguerra con 14 años y un duro en el bolsillo, fue capaz de construir junto a su esposa Pepita un museo. «Prefiero pasar hambre a vender una de mis piezas» , dijo en una entrevista en ABC este ceramófilo, que legó la impresionante colección de Talavera al Museo Santa Cruz en Toledo . Allí fue reconocido como miembro de la Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Ciudadano de Honor de esta ciudad, primera medalla de Excelencia Cultural concedida por el Gobierno de Castilla la Mancha, consejero de honor del Instituto de Estudios Manchegos y Cruz de Alfonso X «El Sabio». Y, de su ciudad natal, es Hijo Predilecto.

En la esquela que le dedica su familia se incluye la siguiente copla: «Oficio noble y bizarro entre todos el primero, pues en la industria del barro, Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro».

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