FLAMENCO SINCEJILLA
El flamenco que huye del presente
Una reflexión sobre una problemática en la actualidad del cante, reseña de un documental de Sarao Films y anuncio del próximo disco de Tomatito
Nos vamos a romper el cuello de mirar bruscamente hacia el pasado y al futuro cuando, en realidad, lo más natural sería echar la vista a un lado. Las etiquetas de promesas y viejas glorias, en el flamenco, se han vuelto mucho más poderosas que la de cualquier profesional que viva ahora su momento de plenitud musical. Por eso, los niños prodigios y las leyendas históricas son los únicos tragos que calman la sed de los negacionistas . A eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor le sumamos, para rebajar la congoja, que el futuro lejano también lo será. En definitiva, una caza suicida a los coetáneos.
Las claves, en resumen, son tan solo dos. Por un lado, hay que recordarles a los artistas actuales su mediocridad por no superar legados como el de la malagueña de Antonio Chacón o la seguirilla de Manuel Vallejo. Por otro, resulta imprescindible apoyar a los más pequeños, lanzarlos ante la platea y olvidarlos cuando crezcan y dejen de parecernos gracioso s . Con este escapismo del presente que hace tiempo que tiende a infinito, podemos malvivir unas cuantas décadas más.
El problema no reside en que jóvenes cantaores como El Purili , Manuel de la Tomasa o El Boleco , de los que todos queremos ver su desarrollo, aparezcan en una multitud de programaciones, sino que viene cuando las ilusiones que ellos despiertan son sustitutas de las que deberían arrancar las figuras de hoy.
Cuando hablamos y atendemos más a ellos que a los que llevan toda una vida dedicada a este arte repleto de dignidad. Cuando nos interesa más un vídeo grabado en vertical de un chiquillo que apunta maneras que los últimos álbumes que han grabado Julián Estrada o Pedro Sierra , por citar a dos de ellos, estamos siendo partícipes de esa huida absurda del presente, aunque lo sobrellevamos tomando algo de oxígeno con los discos de antaño, absolutamente necesarios en un género donde la raíz guarda una importancia trascendental, y anunciando el nombre de los que mañana serán genios para así sentir el éxtasis del descubridor de talento. Horizontes ideales y pretéritos que ciegan el entorno en el que nos encontramos. Que es, en última instancia, nuestra única certeza.
Cito a Cadalso y me callo, porque «todo lo muda el tiempo, Filis mía/todo cede al rigor de sus guadañas» . Y, mientras tanto, aquí seguimos, sentados en la mitad de un camino mirando a un confín que está a otro lado. Vadeando siglos con mucha imaginación y viendo cómo todo fluye desde un prisma que tiene los cristales tintados. Ponemos zancadillas y nos caemos nosotros mismos. Chapoteamos para no ahogarnos y lo que hacemos precisamente es salpicar. Poco más. Pero ahí se esconde la verdadera grandeza del flamenco . Que, a pesar de ello, fluye.
«Se prohíbe el cante», homenaje a las peñas flamencas
Un cartel antiflamenquista que anuncia aquello de «Se prohíbe el cante» sirve como hilo conductor a esta producción de Sarao Films para recorrer los espacios en los que sí se permite: tabernas, teatros y, sobre todo, las peñas, puntos neurálgicos que tuvieron su eclosión en la década de los 70 .
Esperanza Fernández es la encargada de guiarnos junto a la guitarra de Miguel Ángel Cortés y con la colaboración de otros compañeros por la senda de lo genuino: sillas de enea, abanicos de papel, paredes vestidas de fotografías en blanco y negro en las que puede leerse a trazos la historia que nos ha llevado a hombros hasta este momento. Jaleos de un público cercano, artistas efervescentes, aficionados que se agolpan al calor de un sentimiento compartido y, por qué no, de la disputa . Todo eso y algo más es lo que se deduce en este itinerario en el que aparecen algunos de los escenarios más emblemáticos, como el de la Peña de La Platería, en Granada, La Perla de Cádiz o la de Lepe .
Las voces de Marina Heredia, Rocío Márquez, Poveda, Arcángel y Jesús Méndez , quienes cuentan sus inicios en este tipo de reuniones, se hilvanan al cobijo del cante. Guajiras, fandangos, tangos y bulerías que surgen tras las charlas, el vino y las limas de uñas. Una reflexión certera a modo de homenaje al asociacionismo . A la necesidad de reinventarse para afrontar nuevos retos y de continuar con la divulgación del patrimonio. Como sentencia el periodista Manuel Curao, se prohíbe el cante, «pero el malo».
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