Festival de cine europeo de Sevilla 2018
Un cine que se moja
«Donbass» no era la película favorita este año como quedó demostrado en un palmarés muy repartido
El destino ha querido brindar a la crítica una segunda oportunidad. Las limitaciones de espacio inherentes a la prensa escrita, junto con el banquete pantagruélico de películas que este año nos ofrecía la sección oficial —¡24 títulos!— había impedido reseñar en estas páginas la película ganadora de esta edición. Así pues, la decisión del jurado permite que hagamos hoy aquí un repaso por la que ha sido, sin duda, una de las películas más extremas, caóticas y enloquecidas de la sección oficial .
No encontró un tono más próximo a la realidad que plantea su director y guionista, Sergei Loznitsa , para abordar en «Donbass» el horror del conflicto armado en la Ucrania oriental entre 2014 y 2015 contra la Rusia de Putin . Una ficción con la que consigue acercarse a la espiral de locura instalada en la zona a través de trece episodios que consiguen conectarse entre sí al final y en los que el humor negro sirve de vaselina para deslizar en el ánimo del espectador el más punzante de los horrores bélicos : políticos corruptos, militares adoctrinados y ciudadanos extremadamente violentos desfilan por este zoo humano donde no hay protagonistas, ni existe una historia lineal que ayude a comprender la guerra fratricida , y sólo sirve para que su autor se posicione claramente y sin complejo del lado nacionalista.
Dicho esto, no era «Donbass» una película favorita este año, como así ha quedado demostrado en un palmarés muy repartido . Nos quedamos, sin duda, con el Premio Especial del Jurado para «Ray & Liz», de Richard Billingham . El retrato crudo de esta familia disfuncional , vista desde la mirada inocente de los dos hijos de una pareja de alcohólicos que los desatienden de la manera más negligente jamás vista es, en realidad, la historia autobiográfica de su director, que recupera en esta película su infancia en la Inglaterra más deprimida de la era Thatcher . Contenida en el tono, es una película extremadamente humana, donde jamás existe un relato maniqueo de malos y buenos.
«Donbass», de hecho, es el único ejemplo de cine político premiado este año. Junto con la historia familiar de «Ray & Liz», el jurado ha hecho pleno en las favoritas, todas películas intimistas, de compromiso social, que coquetean con el documental: a excepción de la fabulosa película de animación «Ruben Brandt, collector» de la que ya alabamos aquí su brillantez y deleite esteticista; la desgarradora «Joy» en el magistral trabajo de su protagonista femenina, la nigeriana Joy Anwulika Alphonsus ; o el caso de la mejor directora, Yolande Zaubermann , que firma un trabajo preñado de verdad en «M» , el testimonio de una víctima de abusos sexuales en el seno de la comunidad ultraortodoxa judía, confirman que el cine europeo se hace fuerte en la exploración de sus propios límites, siempre apoyado en la visión menos complaciente de la vida, en las verdades más incómodas.
Los grandes nombres se han ido de vacío ( Laszlo Nemes o Nuri Bilge Ceylan hubieran merecido alguna mención). Había tanta expectación en la anunciada presencia de los directores de «El hijo de Saúl» o «La vida de los otros» ( Florian Henckel ), que sus nuevas propuestas no cumplieron las expectativas de un jurado que se ha escorado hacia el cine más experimental y, este año, el más comprometido. Un cine que se moja. Las películas con más posibilidades de estrenarse en las salas comerciales no han hallado aquí su sitio. El jurado ha cumplido su misión: premiar aquéllas que los distribuidores aparcan en favor del gusto mayoritario.
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