FeMÀS 2021
¿Un fagot barroco de protagonista?
La Orquesta Barroca de Sevilla interpretaba el único concierto que se repetía de todo el festival, logrando llenar los dos días el auditorio del Turina
La Orquesta Barroca de Sevilla (OBS) interpretaba el único concierto que se repetía de todo el FeMÀS , logrando llenar los dos días el auditorio del Turina . El programa era original, al convocar obras que tenían al fagot como solista, aprovechando el interés que por esta combinación tuvo Vivaldi .
Nadie mejor que Sergio Azzolini para encabezarlo, que para eso ha grabado todos los conciertos en cinco discos para la tremenda integral de 'Naïve', aunque es sólo una mínima parte de su discografía. Diríamos que su actuación fue un gran «crescendo», desde el inicial concierto con cuatro violines, que claramente relegaron al fagot a un ligero eco, aunque es verdad igualmente que encontramos una OBS muy nutrida (tres violonchelos), quizá demasiado para esta acústica, pero acaso pensaban en su inminente concierto en el Auditorio Nacional.
De cualquier forma tal vez esta acústica nos les dejó sincronizarse al extremo que suelen. En cambio, en el siguiente (RV 812), la combinación Mercero/Azzolini (sobre todo en el 'Largo', a solas con el continuo), se convirtió en muy afortunada, porque e l violinista se adaptó inmediatamente al sonido del fagot , desde el que Azzolini buscó infructuosamente la complicidad visual, aunque aquí lo más importante era la connivencia auditiva.
Descubrimos también el concierto de Platti , rebosante también de la luz veneciana, y aquí Azzolini tuvo momentos muy líricos, pero a veces tanta expresividad hacía que lo perdiéramos; sin embargo, en el lento ya pudimos disfrutar de toda una gama plena de matices.
Un Albinoni a 5 potenció la intensidad de los solistas y permitió librar al incansable fagotista, sobre todo para prepararse para el tempestuoso final, que empezaba atacando RV 481 con inusitado vigor en los movimientos extremos y se mostraba enormemente cálido en la sección central.
Y cuando parecía que ya había llegado al límite de fuerza, 'La notte' lo llevó a él y a Mercero a su máximo virtuosismo , desde el 'Largo' inicial al 'Presto' ('Fantasmas') del segundo movimiento. En el cuarto, 'El sueño', nos dejaba otra muestra de su expresividad -y de la de Mercero-, para finalizar en el espectacular final, donde era increíble oír cómo el imperceptible fagot inicial se oía ahora por encima de la orquesta en «forte», e incluso de las mamparas que lo envolvían por los lados y por la espalda.
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