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Ezequiel Benítez: «Esta trilogía son mis miles de horas de estudio»
Con el disco «Ilus3», el cantaor jerezano termina la trilogía «Quimeras del tiempo», que le ha llevado seis años de trabajo

Tiene cara de niño y voz de viejo , cualidades que causan de manera inminente una enorme sorpresa en quienes lo descubren. Entre lo que parece y lo que es, podemos afirmar con rotundidad que Ezequiel Benítez nació en Jerez y mira a los ancestros de lo jondo en todas direcciones. No le tiene miedo al estudio, y por eso ha grabado en ellos una trilogía , escribe sus letras con los ojos, vive para contar, le añade frescura a una receta milenaria sin saturarla de especias. Mira, en definitiva, antes de cantar. Y, con su cante, por la vía más sencilla, nos toca.
Ya no se pregunta cómo está, sino cómo ha estado.
He estado muy entretenido estos meses: cantando, componiendo... Hasta he aprendido a tocar el ukelele.
«Ilus3», la última entrega de este proyecto, ya está en la calle. ¿Cómo se financian tres álbumes sin el respaldo de una multinacional?
Con mucho esfuerzo, buscando apoyo en los amigos y conocidos en un principio. Después, con lo que generó el primero, hicimos el segundo. Y lo mismo sucedió con el tercero. Antes de empezar, yo tenía unas treinta actuaciones al año. Ahora he doblado esa cifra. Se me está tratando tan bien con ellos que me han engordado de las cosas bonitas que me dicen.
El Chozas, La Bolola, Manolito de María, María Bala, El Gloria, Frijones... Actualiza lo antiguo sin tocarlo demasiado. ¿Esa era su intención?
Esto es fruto de mis miles de horas de estudio. En mi casa tengo casi 4.000 cintas, ya no sé ni dónde meterlas. El 90% del repertorio es mío y a esos cantes viejos les añado nuevos giros, nuevas intenciones, los filtro por mi manera de sentir y de expresarme. Si alguien descubre alguna joya algo olvidada, como el cuplé por bulerías de Manuel Vallejo, a través de mí, será todo un honor.
Su cante y su palabra irradia alegría, pero la vida también le ha puesto en situaciones muy difíciles. Resulta inevitable no emocionarse, por ejemplo, con la milonga que le dedica a su hermano.
Nosotros nos emocionamos al hacerla. Tuve que repetirla varias veces. He tenido la suerte de tener a un padre con un gusto muy particular en el flamenco, también de conocer a La Paquera, Chocolate y toda esa última oleada de figuras. Y, la vida, por supuesto, me ha puesto sus trabas. Como decía Agujetas: «Cada uno cuenta su causa». Y eso hay transmitirlo, aunque que sea a las 11 de la mañana con Paco Cepero cantando por seguirillas.
Cuando J.K.Rowling terminó la saga de «Harry Potter», su gran obra, se retiró de ciertos aspectos de su vida profesional. ¿Qué va a hacer Ezequiel Benítez después de esta trilogía? Un parto un poco menos comercial, pero igualmente gozoso.
Desde luego que no lo mismo que ella, pero esa es la gran pregunta. Te diré algo: habrá sorpresas.
«A cara o cruz»: tiempo de cantar a la libertad

BSO flamenca del libro de Xavi Piera Coll
No estamos ante un disco al uso, sino ante una verdadera historia , con personajes, desarrollo y una trama que a través de las letras de Julio Rivera sirve de banda sonora al libro «A cara o cruz». La novela, publicada por Xavi Piera Coll en 2017, nos acerca a un caso real donde un hombre lucha por demostrar su inocencia en los juzgados. Los cantaores Ángel Torres y Marga de Jerez , bajo las directrices del flamencólogo José María Castaño y con la guitarra de Juanpe Carabante, le han puesto voz a esta manifestación artística que clama libertad por soleá y deja dicho por seguirillas lo enquistado del asunto: «Sin saber de leyes/ni aclarar las pruebas/el destino de un hombre a cara o cruz se juega».
No hay estrellas ni nombres que roben protagonismo a otros en el cartel. Aquí habita la honestidad. Artistas dignos que en su profesionalidad suman . Me gusta, especialmente, la rajita sureña por la que Marga cuela los cantes de levante, los tangos, la soleá por bulería y la sevillana. Por buscar una similitud que en estas líneas nos permita trasladar su queja, dejaré por escrito Aurora Vargas, pues es en esa media voz morena y rizada donde encuentra su expresión. Hubiese sido un acierto incluir en el álbum los textos para que sirviesen como hilo conductor. Una moneda al aire, malagueña del Mellizo, regusto jerezano por seguirilla, barrotes y lunas... En tiempos en los que no nos apetece ya cantar por carceleras, han venido a embriagarnos de ansias de libertad.
Ausencias de La Bienal de Flamenco de Sevilla
Está José del Tomate, pero no Tomatito. Está Artomático, pero no músicos como Vicente Amigo o Rafael Riqueni . Está María Terremoto, pero ninguno de la generación jerezana del Capullo, Juana la del Pipa o El Zambo, ni siquiera Jesús Méndez, uno de sus herederos. Tampoco está la Triana, Utrera, Lebrija, Cádiz y Málaga que presumen de puertas para adentro. Las que agonizan. No está el cantaor de Sevilla, José de la Tomasa. Está la vanguardia de M. de Puchero, pero no la de Rocío Márquez. Está Rocío Molina, pero no Sara Baras ni Eva La Yerbabuena, quien se anunció como la encargada de inaugurar el festival antes de llegar a un acuerdo con ella. Está el Monasterio de San Jerónimo, pero no el teatro de la Maestranza. Está El Pele, El Granaíno y José Valencia, ole, pero no Arcángel ni Poveda ni Mercé ni Marina Heredia ni Mayte Martín ni El Cigala ni Carmen Linares ni Esperanza Fernández ni Antonio Reyes ni Pansequito ni Argentina ni demasiados de los primeros espadas. De 51 espectáculos, hay calidad, pero también ausencias imperdonables . Han recortado por arriba.
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