Pensamiento y teología

Emmanuel Falque: «La situación es más difícil porque el ateísmo de ahora es coherente y no virulento»

El filósofo francés repasa algunos de los conceptos clave de su pensamiento en torno a la finitud del hombre, la resurrección y el amor erótico/eucarístico

El filósofo francés Emmanuel Falque, en un momento de la entrevista J. M. Serrano
Javier Rubio

Javier Rubio

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Emmanuel Falque (Neuilly-sur-Seine, 1963), filósofo y teólogo del Instituto Católico de París, pasa por ser hoy por hoy uno de los mas reputados especialistas en la noción teológica de la finitud, el elemento común a todos los hombres sea cual sea su credo puesto que todos experimentaremos la muerte. Experto en la filosofía medieval, su viaje descubridor lo ha llevado de San Buenaventura -sobre el que basó su tesis doctoral- a Santo Tomás de Aquino y el diálogo con la cultura secularizada de nuestro tiempo.

El profesor Falque, desde el campo de la fenomenología , ha desplegado una interesante teología sobre el cuerpo y la fuerza que representa el amor estableciendo una audaz comparación entre la entrega del propio cuerpo que hacen los esposos en el ayuntamiento carnal y el don de la eucaristía del Esposo a su esposa, la Iglesia. Tampoco queda fuera de su disquisición la noción de resurrección de los cuerpos.

El viernes ofreció la conferencia «¿Tenemos que cruzar el Rubicón? Filosofía y teología: nuevas fronteras» en la Facultad de Teología San Isidoro de Sevilla en el ciclo sobre filosofía de esta institución universitaria con éxito de crítica y público.

En la siguiente entrevista se abordan algunas de las cuestiones principales que lo han convertido en un autor preeminente en la fenomenología francesa.

Empezaré con una cuestión personal. Esta semana ha fallecido un buen amigo, catedrático de Física Teórica, al que la noción de infinito le daba tanto respeto que le frenaba avanzar en la asunción de una fe trascendente. ¿Diría que la idea de Dios como Infinito se presenta como un obstáculo para la fe en nuestros días?

Está cuestión está en el origen de mi primer libro, 'Pasar Getsemaní', porque perdí dos amigos, uno en accidente de coche y otro que se suicidó, y me planteé esta misma cuestión. Tu amigo se bloqueaba no porque fuese finito si no porque es humano y esa es la primera cuestión del filósofo. Cuando hablas de finitud presupones que existe la infinitud . Cuando hablas del hombre presupones que es una parte de Dios o que pertenece a Él. La finitud no tiene contrarios, es el horizonte de la existencia. La finitud es lo que tenemos de común los hombres, la angustia de la muerte , como en Santo Tomás de Aquino, en su 'Summa contra gentiles' donde buscaba algo en común que él llamaba la razón que pudiera unir a musulmanes, paganos y cristianos. Y gracias a esa razón pudo expresar la revelación a los gentiles. Hay que reescribir esta 'Summa' para ellos y no contra ellos.

Emmanuel Falque, en el hotel de Sevilla donde concedió la entrevista J. M. Serrano

El cristianismo debe partir de lo que yo llamo el hombre a secas, a partir de lo que todos tenemos en común. Pensar que la muerte es un final, como filósofo, cobra sentido. El cristianismo de hoy se nutre de una revelación trascendente impuesta desde arriba. En el caso de los discípulos de Emaús, hay dos momentos: primero marchan sin reconocerlo y luego, cuando lo reconocen. Hay que mantener ese momento también muy importante de cuando caminan como hombres a secas con Cristo , porque Dios se hizo hombre, hay que pasar por el hombre para llegar a Dios .

Precisamente lo reconocieron en el momento de la fracción del pan, de la comunión

Sí, la comunión. En mi trilogía, la comunión es un momento esencial porque es el momento del cuerpo. Cristo experimentó nuestra finitud y adopta nuestro cuerpo para transformarlo. «Este es mi cuerpo» no es sólo la fórmula eucarística sino la forma erótica entre los esposos.

Ese parangón lo ha establecido usted en sus libros, entre la entrega del cuerpo de cada esposo en el acto conyugal y la entrega del cuerpo de Cristo a su cuerpo místico, que es la Iglesia

Quiero insistir en algo. No basta con decir que Cristo cogió nuestro cuerpo sino enseñar cómo Cristo transformó la finitud o nuestro cuerpo . Una cuestión muy importante en mis hipótesis no es solo el hombre a secas sino la metamorfosis. Cristo en la cruz diciendo 'Todo está cumplido', que en griego se dice 'tetelestai' y que en la obra de Esquilo se puede traducir como 'he llegado hasta el final', eso es lo que Cristo también experimentó. Charles Péguy puede decir así que 'si Cristo no murió como yo, yo no voy a resucitar como El'. Tiene que ser una muerte verdadera, basta con nacer para morir. Cristo nos enseña que siempre hay que dirigirse a otro. La muerte es la consecuencia del pecado, pero la verdadera muerte es encerrarse en sí mismo. Por eso Cristo se dirige al Padre 'por qué me has abandonado' y puedes decir que tu amigo el catedrático de Física tenía razón.

¿Por qué ha dejado el hombre de interesarse por las últimas preguntas?

Buena pregunta. En 'Metamorfosis de la finitud', tengo un capítulo que se llama '¿Existe un drama del humanismo ateo?' que hace referencia a Henri de Lubac. De Lubac tiene el mérito de cuestionarse sobre el mundo de su tiempo como Santo Tomás de Aquino, para saber sobre el comunismo de Karl Marx , el nihilismo de Nietzsche y el inconsciente de Freud . Pero Du Lubac interpreta el ateísmo como un drama. Así, Maurice Merleau-Ponty le contesta a Du Lubac diciéndole por qué consideraba que todo no teísmo es ateísmo o antiteísmo. Por qué el hecho de no hablar de Dios es estar contra Dios. Pero ahora hemos evolucionado. Estamos en una situación mucho más difícil porque el ateísmo de ahora es coherente y no virulento. Los que no creen en Dios no están necesariamente en contra de Dios. No es que no crean, es que piensan que no necesitan creer. Hay que encontrar la comunidad humana, el hombre a secas, la finitud, para enseñar que el cristianismo encontró sentido en esa comunidad humana. Me opongo a gran parte de la fenomenología francesa, en ese viraje teológico de que el cristianismo debe imponerse por sí mismo otra vez. No profeso la apología de la conversión porque no es un problema del hombre sino de Dios . Mi problema como filósofo es descubrir que Dios encuentre las palabras para encontrarse con el hombre. El problema de hoy no es tanto saber qué es Dios , como para Tomás de Aquino, ni quién es Dios, como preguntaba Nietszche, o cómo es Dios como se cuestiona la fenomenología, sino dónde está Dios .

Uno de los grandes problemas de la pastoral actual es que se ha olvidado de la resurrección porque no sabe qué decir de la resurrección de los cuerpos

¿Queda sitio para hablar de Dios desde la fenomenología? La utopía de Dios es ausencia de sitio para hablar de Dios. Mi trabajo consiste en demostrar que el cristianismo no es sólo plausible sino realmente creíble. Lo que significa entender el cristianismo aunque no se crea. Para los jóvenes de hoy, las apariciones de Cristo resucitado son como cuando Harry Potter atraviesa una pared. Lo absurdo de ir junto a él camino de Emaús pero no lo reconocen. Hay que volver a pensar la muerte como finitud y la resurrección como un nacimiento y la eucaristía como cuerpo y eros para devolver los dogmas cristianos a las experiencias. No puedo comprender qué es la resurrección salvo que vuelva a esa pregunta de Nicodemo. Hay que desarrollar una fenomenología del nacimiento, qué significa nacer para desarrollar una teología de resurrección, qué significa renacer.

Claro, pero ninguno podemos experimentar la resurrección más que como pensamiento filosófico

Tu planteamiento es falso. Hay que distinguir la resurrección presente y la venidera . La Iglesia, la teología, dicen que se puede vivir la resurrección actual y que el nacimiento, el conocer a alguien puede tomarse también como una resurrección. Y la resurrección final no la conocemos.

¿Puede llamarse a un proceso de conversión religiosa resurrección?

No, en sentido estricto la resurrección es la resurrección final. Uno de los grandes problemas de la pastoral actual es que se olvida de hablar de la resurrección final porque no se sabe qué decir de la resurrección de los cuerpos y hay que entender primero lo que es hoy tener un cuerpo para entender qué es tener un cuerpo resucitado en el futuro. La fenomenología francesa, conectando con Husserl, distingue entre carnalidad y cuerpo diciendo que no solo importa el cuerpo físico sino la carnalidad, es decir, la forma de vivir su cuerpo.

En «Las bodas del Cordero» avanza usted una teología del cuerpo, tomado en el sentido místico pero también carnal: «Lo erótico tiene lugar en la proximidad de lo eucarístico».

En la consagración, el sacerdote recita: 'Esto es mi cuerpo'. Lo propio del amor no es sólo un cuerpo que despliega una fuerza sino una fuerza que busca un cuerpo . El amor es una fuerza que hace un cuerpo, no es el cuerpo el que hace al amor. El Espíritu Santo no hay que pensarlo sólo como la comunión de la Trinidad tal como la teología latina ni como un don de Dios al mundo como en la teología griega, sino como una fuerza, que es la única definición que aparece en el Evangelio, cuando Pentecostés. Es una fuerza de amar que busca un cuerpo como en una pareja o en la eucaristía sucede. La epíclesis (el momento en que el pan y el vino se transubstancian) es esa fuerza del Espíritu que convierte las especies eucarísticas en cuerpo y sangre de Cristo.

Querer al otro es volverlo cada vez más diferente de mí. La ideología de género es una objeción a esta tesis porque defiende que no hay differencias

Su tesis resulta a contracorriente de los principios que dan forma a la ideología de género, que es hoy el punto de fricción más grande de la doctrina con la cultura contemporánea.

En mi trabajo, la cuestión de la diferencia es esencial porque el amor no es sólo amar la diferencia, sino diferenciar también. Querer al otro es volverlo cada vez más diferente de mí. La ideología de género es una objeción a esta tesis porque defiende que no hay diferencias. En mi trabajo, la diferencia sexual, la diferencia varón-mujer, es muy importante: hay que volver a Freud y pensar que no es sólo diferencia genital. La Iglesia tiene que dialogar con ese cambio de cultura, comprender que si el amor es el acto de diferenciar, vale para el hombre y la mujer, pero hay que preguntarse sobre el sentido de esa diferencia. En la eucaristía, se da un acto de diferenciación , cuando se recibe el cuerpo de Cristo, no me llama a ser Dios sino a ser hombre. Por Dios seré más hombre porque me creó. Dios es más Dios cuanto más hombre soy. Hay que volver a Santo Tomás con la idea de creador y criatura, y este acto de diferenciación es el amor. En este sentido, el amor no es sólo antropogénico, hacerse hombre, sino teogénico , hacerse Dios.

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