Duelo de Titanes

Antonio Canales y Joaquín Grilo estrenan «Soniquetazo» en el Festival de Jerez

Joaquín Grilo y Antonio Canales durante la actuación JEREZ.ES

Marta Carrasco

Se abre el telón. En el escenario a cada esquina Antonio Canales y Joaquín Grilo. El público siente la electricidad de estar ante un duelo de Titanes y sabe que ahí, en las tablas, hay dos grandes artistas del flamenco..., e irrumpe en aplausos. La expectación a flor de piel con este espectáculo que lleva el revelador nombre de «Soniquetazo».

El atrás en una especie de altar en el centro del escenario, como si fuera un retablo barroco, y Canales y Grilo se miran, suena el cajón y empieza el compás. Triana y Jerez se dan la mano. Firmes, con la seguridad de ser dueños de la sabiduría flamenca, ambos despliegan todo su arte cada uno con su estilo propio. Canales, sabedor de que Triana le corre por los poros y con los remates de fuerza y tacón levanta oles. Grilo, puro Jerez, con esa forma de bracear abriendo las manos y rematando con la velocidad del rayo.

Puro coraje hay en escena, si uno remata, el otro va detrás. Si uno ilumina los brazos con los pañuelos en mano, el otro se los pone en el cuello para seguir el compás. Pero hay un reto de amigos, y se nota en el ambiente. Se lo están pasando bien, lo están gozando y esa sensación pasa al patio de butacas. Es algo eléctrico.

Es un espectáculo sencillo, no hay hilo argumental, sólo cante y baile, con dos guitarras excepcionales: Miguel Iglesias y Juan Requena, qué grandes músicos y cómo sonaron sus solos. El cante no va detrás, y la percusión nos pone el alma arriba.

Alegrías de Grilo que baila luego por soleá con la voz de su hermana Carmen y el compás de los Makarines. Grilo está en su ciudad, en su mundo, en el flamenco que conoce y sabe. Su baile es retador, flamenquísimo, de remates por zapateados intensos que no cesan y con ese quehacer con la cabeza y los hombros que tanto gusta. Y nos deleita con una versión de «María de la O» llena de quiebros, donde Carmen Grilo se luce y su hermano hace las delicias de todos.

Y mientras el trianero Antonio Canales ha bailado también por alegrías. No se rinde el bailaor con los años y sigue pensando que el «oxígeno pa bucear», y zapatea tanto y tan a gusto que levanta al respetable de Jerez. No le puede el tiempo, le puede su compás y por tangos de Triana incluso se lanzó a cantar una estrofa. Es un grande de las tablas, sabe cómo adaptar su baile y cómo medir la fuerza y sobre todo, ganarse al público a cada desplante. Soleá, bulerías, tangos...

Fue una noche de baile feroz. Cada bailaor bailó y mucho, y se lo ponía más difícil a su compañero. Fue como si tuviéramos un medidor de aplasusos. Ya casi no quedaba nada cuando un espectador va y dice, «¡Sorpréndeme, Grilo!»...

Y al final vuelve la bulería, vuelven Triana y Jerez, con un público que ya ni se estaba quieto en las butacas y jaleaba cada vez con más pasión. Ultimo remate, último tacón y los dos bailaores se abrazan. El duelo de Titantes había terminado a compás. Sin duda Jerez y Triana se encontraron en el teatro Villamarta por derecho.

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