Crítica de música

Duelistas barrocos

La Orquesta Barroca de Sevilla cierra este septiembre, a causa del Covid-19, la pasada temporada con un concierto que fue un nuevo triunfo

El contratenor sevillano Gabriel Díaz durante el concierto Luis Ollero

Carlos Tarín

Después de 7 meses -recordaba Ventura Rico - nos hemos podido reunir para cerrar la temporada anterior con verdadero entusiasmo. Ha pasado tanto tiempo que Xavier Sabata , que pensaba protagonizar vocalmente la velada finalmente no pudo estar, y en su lugar lo hizo el contratenor sevillano Gabriel Díaz , a quien hay que agradecer que se prestara a asumir un programa verdaderamente difícil, aunque cuando se hace tan extraordinariamente bien, el entuerto se vuelve triunfo.

La carencia de programa de mano físico (se podía encontrar completo en la web de la orquesta) tuvo su lado positivo al pasar el propio concertino y director, Hiro Kurosaki , a comentar cada pieza desde la perspectiva del músico que conoce bien el Barroco , y cuya visión abarca desde el aspecto teórico al interpretativo, por cierto en un español bastante inteligible.

Otro aspecto interesante fue contar por fin con los textos, y mejor proyectados que en el papel, ya que especialmente en el Barroco la música los sigue fielmente. Y ningún ejemplo mejor que la primera de las arias, «Gelido in ogni vena», donde el dramatismo textual del padre que cree haber matado a su hijo cristalizaba en palabras como «sombra» o «terror», alcanzando sobre esta última los registros más graves de la tesitura, hasta el punto de tener que recurrir a su voz sin falsete para llegar hasta ellos.

El cantante tiene un registro precioso, claro, potente , carnoso, como parece ser el que tenía el del castrato Senesino, para quien Haendel escribió la obra, y presente en el programa a través de «su» «Orlando furioso», con el que se acercaría también a una tesitura de «alto» antes que a la de soprano de algunos falsetistas.

Y todo lo dicho lo interpretó con un único color, un dominio equilibrado de su tesitura, sutil fraseo a la vez que muy expresivo , como exige el referido «Orlando», cuya riqueza de estados obliga al cantante a reflejar el de un rehén encloquecido de amor.

De su aspecto serio y circunspecto no esperábamos una reflexión previa a cantar la escena de «Admeto, rèdi Tessaglia», que empezó pareciendo sólo divertida y luego resultó metafórica : subrayaba que muchos protagonistas de estas óperas terminaban muriendo violentamente pero, ya heridos de muerte , podían seguir cantado una y a veces más arias, pero señalaba que en el caso concreto de «Admeto» empezaba a morirse en la primera escena de la ópera, precisamente la que cantó («Chiudetevi, miei lumi»), para concluir que, como él, el confinamiento ha «apuñalado» a los músicos , incluso los ha herido de muerte, y aún así han seguido cantando. Sin decirlo, hacía ver la importancia de nuestro apoyo para que no terminen muriendo.

Contábamos también con el traverso de Guillermo Peñalver , un flautista sevillano cuya intensidad interpretativa, elegancia, virtuosismo y capacidad de comunicación nos llegaron a través de dos conciertos de los duelistas del programa, Vivaldi y Haendel. Por último, reseñar el trabajo de Kurosaki, que si no sacó de la OBS su sonido más brillante, sí fue hondo, sincero y expresivo desde su verbo tímido y modesto hasta su violín virtuoso y esplendente.

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