Música
Las diez recomendaciones musicales de Merche Esmeralda
La bailaora sevillana nos sugiere desde un martinete de Manuel Agujetas al debut en la gran pantalla de Whitney Houston
Hay carreras que se deciden en un estudio de grabación y otras en una mesa camilla. Merche Esmeralda ganó el apellido artístico junto a su madre, su tía y su abuela, quien tuvo la ocurrencia definitiva, en una conversación que surgió en casa de forma espontánea. Como cuando Antonio Mairena se arrancó a cantarle en su primer festival como solista, vestida de blanco, a los dieciséis años, o como cuando descubrió sus dotes en las aulas de Adelita Domingo.
La delicadeza de la escuela sevillana estaba en su cintura y en su mantón. En sus dedos, tan ligeros como el papel, en los hombros, en la bata, en sus pies. Y, con todo ello, fue forjando una trayectoria que ha llegado a lo más alto de la danza. Porta el premio Nacional de Córdoba y el Compás del Cante, ha grabado con Carlos Saura, actuado como protagonista del Ballet Nacional en numerosas ocasiones y dejado su huella impresa en las generaciones posteriores. Una vida verde y radiante contada en los escenarios.
Le han jaleado al rostro y a la espalda lo más granado del cante. Altas quejas con las que ella se retorcía en la seda de sus movimientos. A través de los discos le llegó Antonio Chacón , de quien recupera la media granaína que más versiones y confusiones ha generado, pues el maestro tituló como media granaína lo que después la flamencología ha considerado como granaína a secas, y viceversa. Olvídese de ello, pues el debate tiene su relevancia en el terreno teórico, pero la verdaderamente importante se halla encerrado en los algo más de dos minutos en los que se deshoja el amor entendido como absoluta entrega.
Directo a su oído, sin formatos que hicieran de intermediarios, le llegaron los sonidos de cantaores como el ya mencionado Mairena , que mostraba con viveza un pañuelo para indicar que en ese momento se terminaba todo, y Manolo Caracol . El primero, según cuentan quienes convivieron con él, aceleraba despacio, derrochaba arte largo y variado alrededor de varias horas y llegaba a su cima con el pecho hirviendo al cabo un tiempo cocinando dicho éxtasis. El segundo, justo al contrario: cuatro letras, un par de giros, estas lágrimas y adiós. Genialidad efímera que causa sorpresa e impacto, que arrolla en su rápida pesadumbre y en cada requiebro deja un discípulo. Silencios repentinos, tercios afilados, palabras veloces.
La Paquera , que nació con la suerte de la exclusividad, pues se aunaban en ella el binomio poco común del torrente y la agilidad, bebió de los dos . Que triunfara en su gira en Japón con alguna dolencia ya en las amígdalas nos aclara que no hay dardo que no supere la barrera idiomática. Las letras de la bulería «Calle de San Francisco» son muy populares en la Navidad de Jerez.
Si no lo cree, escuche los oles que le lanzaron en los teatros de Tokio a Manuel Agujetas , el brillo metálico, mortecino y arrebatador que tal vez muchos descubrieron lamentándose desde esa silla de eneas orientales. Su martinete resulta del fuego y la soledad. Es un grito de lava en el que se prenden los siglos al ritmo templado de los hierros. ¿Y no es la soleá de Fernanda de Utrera una flagelación que no da tregua y la nana de Camarón de la Isla un sueño compartido con el poeta universal de Granada? Sus sellos son individuales e inconfundibles. Entre todos, conforman lo mejor del flamenco. Por diferentes. A veces, raros. Originales, siempre.
Merche Esmeralda, al final, nos hace un trueque y torna la fragua por los teatros en los que debió quedarse por siempre la voz imperiosa de María Callas . «Casta diva» es una aria de «Norma», obra de Vincenzo Bellini, donde la protagonista se coloca la luna sobre lengua y la invoca, dando a luz una de las cumbres del bel canto. Freddie Mercury, por su parte, combate a sus peores fantasmas cantando tras una introducción del piano en «In my defence», uno de los «singles» más poderosos del vocalista de Queen.
Por último, la historia que durante veinte años estuvo oculta en el cajón de algún despacho de Los Ángeles y que, finalmente, se rodó en 1992 con Kevin Costner y Whitney Houston nos deja con una trama en la que priman los deseos imposibles, o indebidos, y un icono femenino de la música pop a la bandera en su debut cinematográfico. «I will always love you», «I'm every woman» y «I have nothing» son algunas de las canciones que se incluyen en «El Guardaespaldas» , la recomendación con la que la bailaora sevillana termina su recital más ecléctico.
1. «Romance de Bernardo El Carpio» , Antonio Mairena. «Cantes de Antonio Mairena»
2. «Cuando yo te conocí» , Manolo Caracol.
3. «Nana del caballo grande» , Camarón de la Isla. «La leyenda del tiempo»
4. «Lo amarraban por las manos» , Manuel Agujetas. «Cantes gitanos»
5. «Calle de San Francisco» , La Paquera de Jerez.
6. «Dos vereitas iguales» , Fernanda de Utrera. «Fernanda y Bernarda de Utrera»
7. «Engarzá en oro y marfil» , Antonio Chacón. «Chacón acomp. de guitarra Pedro del Lunar»
8. «Casta diva» , María Callas. «Norma»
9. «In my defence» , Freddie Mercury. «The Freddy Mercury album»
10. «The bodyguard-original soundtrack album» , Whitney Houston
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