CRÍTICA DE MÚSICA

Desconcertados

El cuarteto de solistas resultó muy atractivo, aunque los coros mostraron desajustes exasperantes

Ensayos del «Mesías» en el Maestranza J. M. SERRANO

CARLOS TARÍN

La diferencia entre los distintos «Mesías» que cada año nos ofrece este concierto participativo estriba fundamentalmente en los solistas, director y el comportamiento de los coros. En esta ocasión el cuarteto vocal nos ha resultado muy atractivo , idóneo para realzar la música ya de por sí luminosa de un alemán afincado en la sombría Londres, aunque abducido por la luz mediterránea de Italia.

Julia Doyle ya estuvo el año pasado con la Orquesta Barroca de Sevilla anticipándonos la Navidad con villancicos de Rabassa, cantando en un español espléndido. Atesora un registro muy bien timbrado , elegante, que remata con unos finales de frase verdaderamente magistrales; si acaso, pareció forzar un poco en los agudos, saliendo airosa de las difíciles coloraturas.

La verdad es que todos lo hicieron, con más mérito para el entregado bajo, Pearse , por su tesitura más grave, que no dudaba en llenar con su juventud y excelente técnica , aunando una dicción cuidada y una expresividad acorde siempre con la «oscuridad» y turbación de sus textos.

Más mezzo que contralto, Hopper adoleció de graves más cómodos y plenos y algo más de volumen para una orquesta refulgente como la que planteó Reuss, una voz apta tal vez para un repertorio de mayor intimidad o una orquesta menos borboteante; pero lo compensó con un color que embelesaba , una notable pulcritud con el texto y sus agilidades, además de una frescura que hacía desear siempre una nueva intervención.

Ed Lyon sorprendió desde el recitativo inicial por una voz clara , bien impostada, homogénea de principio a fin, y eso que con frecuencia se movía por el «pasaje», lo que no supuso una especial dificultad ni cambiar de color, naturalmente.

En la dirección Reuss planteó un esquema plenamente barroco , con plantilla reducida, cuidando en extremo la articulación de la cuerda, la ligereza y limitación en el recorrido del arco o el «vibrato» excesivo; y la verdad es que pocas veces hemos oído a la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) tan barroca.

Y eso que Reuss desde el primer momento hizo ver su ascendencia como director de coro, aunque en general sirvió de poco: volvimos un año más a los desajustes exasperantes , sobre todo en las secciones contrapuntísticas, que llegaron al bochorno (pensábamos que pararía en cualquier momento) en los inicios de la segunda parte.

Por decirlo todo, también el director, poco acostumbrado a dirigir coros a su espalda, tardó en marcar algunas entradas, aunque generalmente los coralistas lo obviaron; pero siempre fue extraordinariamente claro en su gesticulación. El « Aleluya» puso un poco de orden, en principio por poco tiempo, aunque poco a poco fue mejorando hasta el final ; de hecho el «Aleluya» ofrecido como bis salió mucho mejor. Cabe preguntarse por qué en los inicios de este proyecto nos deshacíamos en elogios hacia la unidad de los coros , y en cambio llevamos tantos años sufriendo este desconcierto .

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