TEATRO
Cuarenta años sin Miguel Mihura
Se cumplen cuatro décadas de la muerte de uno de los grandes de la escena española del siglo XX
El 28 de octubre de hace cuarenta años fallecía Miguel Mihura , uno de los más inteligentes humoristas, escritor de excepcional ingenio y dibujante de desbordada fantasía, hombre, en fin, que supo ver el mundo que le rodeaba desde un prisma insólito que le hacía deformar las perspectivas, embelleciéndolas.
Esto solo no bastaría para justificar la fama que alcanzó, conseguida a fuerza de imprimir un contenido humano, lleno de sensibilidad a su original humor , tanto en su faceta de dibujante como de comediógrafo.
Al ser esencialmente humorista, fue un intelectual nato . Y uno de los pocos privilegiados que logró vivir en España de su arte y a su aire. Pero, pese a que tuvo que vivir de su pluma, nunca se integró plenamente en la sociedad que le rodeaba, por esa diferente coordenada en que vivía, que le hacía repeler la fealdad y la deshonestidad ambientales disfrazadas, para él, de ridículo y de hipocresía. Por ello, no visitaba Madrid más que para los indispensables contactos profesionales, refugiándose en San Sebastián , donde, en una casa de la cercana Fuenterrabía , disfrutaba de su mundo en soledad.
Desde su torre de marfil, acompañado de sus personajes de ficción, amaba todo lo amable del mundo. Desde que fundara «La Codorniz» hasta que estrenara «La decente» , en toda su producción periodística, cinematográfica o teatral, late un trasfondo de bondad que llega a dimensión de constante peculiar en su obra.
La justificación de los defectos humanos, por exceso de amor , es la tesis soterrada que palpita en toda su producción. Solo combate con alfilerazos, para escocer sin herir, a la fealdad y a la hipocresía.
Nunca aparece el personaje del malo en sus obras, donde todo el mundo, por muchos disparates –que él se ingenia en mostrar como aparentes- que haga, es bueno. Sobre todo en la mujer. Sus creaciones femeninas, mujeres que tienen derecho a vivir su vida, fulanillas llenas de bondad, quedarán en la historia de la literatura como entes densos en humanidad y de originalísimos perfiles.
La vida de Miguel Mihura ha sido un ejemplo de independencia , de integridad y, como su obra, un pozo de agua fresca para los espíritus sedientos.