Música clásica
Los clásicos sevillanos que escribieron para la Semana Santa
La Catedral de Sevilla tiene en el «Miserere» su gran cita con la música sacra

Si hay una composición clásica que los sevillanos asocian a la Semana Santa esa es el «Miserere» (1835) que compuso hace casi dos siglos el sacerdote vasco Hilarión Eslava , destinado para ser cantado en las liturgias de la Catedral en las noches de Jueves y el Viernes Santo .
Esta pieza, de ecos operísticos y que pronto se hizo muy popular, se ha interpretado ininterrumpidamente en Sevilla desde entonces, salvo algún año del siglo XX, seduciendo, incluso, a Manuel de Falla , quien asistió a su interpretación en 1922 en una velada en la que se gestó una de las instituciones musicales más longevas de la ciudad, la Orquesta Bética de Cámara , que interpretó durante años este «Miserere».
Más allá de esta obra, la Semana Santa ha inspirado la obra de numerosos compositores sevillanos. De entrada, hay que mencionar a los que tuvieron condición de sacerdote o de maestro de capilla . En ambas categorías se encuadran dos de los músicos sevillanos más destacados del Renacimiento europeo y que se sitúan entre los más apreciados de la música sacra de todos los tiempos.
El primero de ellos es Cristóbal de Morales , que alcanzó el éxito tras haber compuesto la cantata «Jubilate Deo omnis terra», con ocasión del tratado de paz entre Carlos V y Francisco I.
La música litúrgica de la Semana Santa se destinaba a un momento tan esencial como la narración de la Pasión de Cristo , destacando la importancia de las «horas» y motetes. Dentro del repertorio litúrgico de Morales sobresalen piezas como «Qui consolabatur me», «Emendemus in melius» o «Manus, tutae, Domine».
Discípulo de Cristóbal de Morales es Francisco Guerrero , quien comenzó su carrera musical como cantante en la Catedral de Sevilla. También Guerrero compuso grandes obras que celebraban la Pasión de Cristo, como «Ave Virgo sanctissima», «Veni Domine el noli tardere» o «Crux splendidor». Además escribió importantes misas, motetes y magnificatas, al igual que su maestro.
De su sucesor Alonso Lobo , natural de Osuna, se conservan motetes y misas, además de tres Pasiones. Su figura marca el fin de la gran escuela polifónica renacentista en Andalucía, porque tras él llegaría a la Catedral de Sevilla como maestro de capilla el lisboeta Francisco de Santiago , a quien se considera el primer compositor barroco del templo metropolitano.
La saeta de Turina
Ya en el siglo XX buscaría su inspiración en la Semana Santa un compositor sevillano como Joaquín Turina , perteneciente al nacionalismo musical español, como Manuel de Falla, Isaac Albéniz y Enrique Granados . A la festividad le dedicaría piezas durante toda su carrera, como «Coplas de la Pasión» (1897), sobre textos de Rodríguez Marín, y la «Plegaria a Nuestro Padre Jesús de la Pasión» (1901), ambas obras de juventud.
Pero una de las composiciones más aclamadas de Joaquín Turina vinculadas a la Semana Santa de Sevilla es «Saeta en forma de salve» (1930), dedicada a la Virgen de la Esperanza Macarena con letra de los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero . La han interpretado, entre otras, Teresa Berganza y María José Montiel .
También dedicó una pieza a este tiempo litúrgico el mayor compositor sevillano de la segunda mitad del siglo XX: Manuel Castillo . Son sus «Antífonas de Pasión» (1970), compuestas por encargo de la Semana de Música Religiosa de Cuenca .
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