CULTURA

Chema Blanco, director de La Bienal: «Sevilla tendría que ser la capital mundial del flamenco, y no lo es»

Él está detrás de la programación que traerá a la ciudad más de sesenta y cinco espectáculos en diez espacios diferentes en el mes de septiembre

Una Bienal de flamenco abierta, con grandes aciertos y también ausencias

Manuela Carrasco, Eva Yerbabuena y Riqueni, en una Bienal que contará con 66 espectáculos y 28 estrenos

Chema Blanco, director del festival Vanessa Gómez

Luis Ybarra Ramírez

Hasta que no dijo en voz alta la programación al completo, que se desarrollará entre los días 8 de septiembre y 1 de octubre, no tuvo la visión que tiene hoy: mucho más global. Chema Blanco (Madrid, 1965) fue testigo del estrellato progresivo de Israel Galván, con quien trabajó desde la presentación de ‘Arena’ en este mismo marco en 2004. Ha estado al lado de Fernando Terremoto y Alfredo Lagos, también de Inés Bacán. Ha ejercido durante años como gestor cultural y ahora se encarga, además de esta gran cita, de la dirección artística del Festival Flamenco de Nimes. Gusta de lo contemporáneo. Su sello en la próxima Bienal, «la de la alegría», como la ha bautizado, parece indudable, por eso culminará con una fiesta en el Puerto . Aun así, ha tratado, dice, «de incluir todas las estéticas».

¿Cuál cree que es el gran logro de su cartel?

Me quedo con el ciclo de guitarra que ha comisariado Gerardo Núñez en el Turina: catorce conciertos, cerrando con otro más Rafael Riqueni en el Teatro Lope de Vega. Eso no se hace en ningún otro sitio: guitarra al desnudo. Por otro lado, me parece muy emocionante que cada domingo a mediodía Jerez de la Frontera venga a Sevilla con La Macanita, Juana la del Pipa y Dolores Agujetas. Que los jóvenes a los que hemos visto crecer, La Tremendita, Patricia Guerrero…, entren en el Maestranza, porque es su momento. Lo del Central tiene también mucha altura. En fin, estoy contento con el resultado. Lo supe al leerlo. Hay mucho donde elegir. Sé que todo no puede ser del gusto de todos.

El pregón inicial también resulta atractivo. Todavía no se ha desvelado demasiado...

Escuchar a Laura García Lorca, sobrina del poeta, en un lugar muy especial que pronto descubriremos, será una experiencia brutal. Lo aseguro. Podemos decir que es uno de los sitios más lorquianos de Sevilla, y que es muy desconocido. Ella me ha dicho que quiere pasar allí la noche anterior para llorar todo lo que tenga que llorar.

Faltan, aunque alguna hay, grandes figuras. Muchos de los rostros más reconocibles del flamenco no están: Miguel Poveda, José Mercé, Arcángel, Estrella Morente, Carmen Linares, María Pagés, Sara Baras, Farruquito, David Dorantes... Por qué.

No me gusta hacer carteles de figuras, la verdad. Aunque Vicente Amigo, La Yerbabuena, Rafael Riqueni, Israel Galván (nos gusté o no, el más internacional de todos los artistas, que viene coproducido por diez instituciones públicas de todo el mundo) y Rocío Molina lo son. Hay muchos otros, claro, que me encantan, que han estado en casi todas las bienales, y me apetecía dar oportunidad a otros. No tiene más.

«Estoy especialmente orgulloso del ciclo de guitarra: catorce conciertos de calidad que concluyen con otro más de Riqueni»

También echo de menos algún maestro más. Esa generación que nos colocó donde estamos y ya se va...

Como ocurre en todas las muestras de las músicas vernáculas, el protagonismo es del presente, de lo más actual. Quizá a muchos no les gusta el presente del flamenco, pero es este. Está lleno de pasado, como la voz de Mayte Martín, pero es puro presente. Y ya digo: entre tanto, hay de todo. Lo más tradicional también está.

Presentación de la Bienal en el Teatro Lope de Vega ABC

¿Cómo lleva la crítica? Para muchos, la programación era mala meses antes de que saliera.

Lo que pasa en esta ciudad no lo he visto en ninguna otra. Somos los de aquí los que queremos cargarnos el festival desde hace años, en vez de apoyarlo. Hay unas voces locales que no tratan de construir, sino de destruir, incluso sin haberme escuchado ni haber venido a la presentación. A mí, personalmente, me da igual, porque trabajo no me falta, pero hay que ser honesto: no convertir las críticas a la Bienal en un deporte. Además, los mismos que hacen eso luego ven intocables otras cosas y no dicen ni mú. Yo he visto criticar en un teatro actuaciones que luego han puesto por la nubes y al contrario. Eso es un insulto a la ciudad y a la profesión. He hecho cosas mal, seguro. Pero antes de abrir la boca ya te han corregido. Eso no puede ser. Tampoco la falta de educación, que no me quieran escuchar... Es que los llamo, los invito y no vienen.

¿Es cierto que muchas de esas grandes figuras que faltan no vienen por miedo a la crítica?

Sí. Una crítica pésima te hunde una gira, y a muchos no les compensa venir a Bienal para que se le caigan cinco espectáculos en verano. Porque un señor desde San Francisco, antes de contratarte, teclea tu nombre, y puede llegar a leer un blog donde te pone a parir cualquiera. La crítica es necesaria, pero ha de ser seria, comprometida. Ese salvajismo solo ocurre aquí, yo no lo he visto en otro lado, a veces tiene intereses particulares. A algunas figuras las he convencido para que vinieran a pesar de eso. A otras, no he podido.

¿Cuántas reuniones infructuosas con artistas tiene un director?

Creo que he recibido a demasiada gente. Mi trabajo es seleccionar. Creo que he recibido a demasiada gente. A todo el que tenía algo que decirme lo he recibido. Mi trabajo es seleccionar.

¿No le presentaron proyectos algunos que echamos de menos? ¿Debería ser la Bienal la que vaya tras ellos?

Algunos sí me presentaron, pero entendí que eran más atractivos otros espectáculos. Otros, no, y es que las reglas del juego han cambiado. Hay que trabajar en proyectos. Proponer, que esto es un arte. También los hay que se suben demasiado el caché para aprovecharse o que de por sí lo tienen muy elevado. Tenemos que cumplir un presupuesto. Son más de 60 espectáculos.

«Una crítica pésima te hunde una gira, muchas figuras no quieren venir por eso»

Una de las grandes novedades es la eliminación de los premios Giraldillo. Lo que se entregará ahora es un único galardón al comienzo. ¿Se habían desvirtuado estas distinciones en las últimas ediciones? ¿Quién formará parte del nuevo jurado?

Yo creo que sí. Además, no me gusta la competición dentro del arte. No me parece justo que un joven que viene a tocar, por ejemplo, Álvaro Martinete, compita sin saberlo con Vicente Amigo. Hemos optado porque especialistas de las diferentes instituciones organizadoras, Junta de Andalucía, diputación, ayuntamiento y demás, se reúnan y decidan alguien a quien reconocer atendiendo a su trayectoria. Está dotado con 10.000 euros. No es una barbaridad, pero suficiente, y ojalá aumente con los años. No hay una distinción de estas características en el flamenco. Con el formato anterior, los Giraldillos no tenían ninguna repercusión fuera de Sevilla.

Vuelve Niño de Elche, que causó una gran polémica en el mismo escenario en el que está programado. ¿Qué hará esta vez? La mala crítica le beneficia.

Le dije solo una cosa: canta por derecho. Hace tiempo que no actúa de esa forma, más tradicional, porque él tiene ya su propio discurso por otro lado, por eso se ha puesto a estudiar y a mirar cosas.

Hay noches, también, que se le antojan a cualquiera.

Pues sí: la que comentaba de Mayte Martín con el Lope de Vega para ella, por ejemplo. Manuela Carrasco, Israel Fernández, Antonio Reyes con Dani de Morón… Muchas. Y después propuestas muy novedosas que tienen que estar. Quiero que la gente joven que no es flamenca se acerque. Es mi Bienal, se tiene que notar que hay una diferencia entre un director y otro. No lo oculto. Presumo de ello.

Con María Terremoto, que estará con el piano de Pedro Ricardo Miño, le une algo especial.

Yo entré en el equipo de Israel Galván de causalidad, porque no tenía trabajo en aquel entonces, le vi proyección y me ofrecí. A través de él conocí a muchos artistas. Uno de ellos fue Fernando Terremoto. Todos sabíamos de su valía, y él quería hacer cosas, así que apostamos por él, pero no le dio a tiempo a hacer demasiado. Murió y a mí aquello me afectó muchísimo. A su hija, María Terremoto, prácticamente no la puedo ni escuchar. Me trae todo aquello de vuelta. Tiene talento y la veremos dentro de un registro diferente.

¿Antes de dedicarse a la gestión cultural era aficionado?

Por supuesto. En mi familia nunca se escuchó cante ni guitarra. Primero descubrí a Manolo Caracol por un vecino. Después, a través del disco ‘Nuevo día’, de Lole y Manuel, me enamoré de verdad de todo esto. Hoy el flamenco es una parte muy importante de mi vida. Más allá de lo laboral.

¿Le gustaría continuar como director de la Bienal en el futuro? Intuyo una mezcla de hartazgo y ganas en los que estáis ahí.

Pregúntame mejor cuando termine. Me he divertido mucho, estoy muy satisfecho y también he sufrido programando, la verdad. Sabes que son decisiones muy importantes, que en algunas te puedes estar equivocando, que a veces no tienes opción... El festival me ha quitado muchas horas de sueño. He tenido que sortear un sinfín de obstáculos para cada pequeña cuestión, pero ya está aquí, al fin. Estoy deseando que llegue. ¡Y que pase! Que la gente se divierta. Que está será la de la alegría, en la que volvemos a disfrutar de un mes con el calendario repleto.

¿Qué le falta a Sevilla, más allá de la Bienal, para ser la capital mundial del flamenco? Con un festival cada dos años parece que no basta.

Tengo claro que Buenos Aires es la capital mundial del tango. ¿Sevilla es la capital del flamenco? Lo es cada dos años, sí, pero eso es tremendamente pobre. En Sevilla debería haber un espacio escénico público con residencias artísticas dedicado al flamenco, que es lo que nos diferencia en todo el mundo. Y no lo hay, por eso muchos se van a Madrid, a los Teatros del Canal, que sí lo hace. Debería haber también una programación permanente de calidad como escaparate de ese motor creativo, no se puede concentrar todo en la Bienal. Quien critique este festival, pero no eso, ni lo escucho, porque es lo más importante para el flamenco y para esta ciudad, y no veo que haya una reivindicación seria. Sevilla tendría que ser la capital mundial del flamenco, y no lo es. La gran clave está en la política.

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