CRÍTICA DE MÚSICA

«Carmen»: el todo vs. las partes

El «Homenaje a "Carmen"» que realizó la Sinfónica en el Real Alcázar dio la sensación global de mezcolanza para turistas, aunque la orquesta estuvo muy bien guiada por su director

Axelrod junto a los solistas del «Homenaje a "Carmen"»

JOSÉ LUIS LÓPEZ LÓPEZ

Esperamos que el título explique esa inusual calificación de dos y cuatro estrellas, aplicada a un mismo espectáculo. Sencillo: por un lado está el «todo», el conjunto, que, como tal, va muy benévolamente servido con dos estrellitas. Porque el mejunje de Orquesta y canto (coral y solista) de diversas partes seleccionadas de la ópera de Bizet , con las actuaciones de la Compañía Flamenca «Antonio Andrade» era un parche que no pegaba ni con cola, y que daba la sensación global de mescolanza para turistas . Tanto en los momentos en que el grupo flamenco «ilustraba» -es un decir- la acción operística, como en aquel otro en que se «suspendió» la música y el canto para que se nos deleitara con un animado cuadro de tablao, en el que bailaores, cantaor y cantaora, guitarristas, palmeros, se lucieron de lo lindo (incluso John Axelrod se dio la vuelta dando la espalda a la Orquesta, y desde su podio orquestal, como desde un balcón, se dedicó a contemplar las bulerías y demás).

Sin embargo... Sin embargo, si hacemos un fuerte esfuerzo de abstracción y consideramos que allí había dos espectáculos diferentes , vistos por separado, la cosa cambia mucho (cuatro estrellas). La Sinfónica estuvo muy bien guiada por su director (si acaso, un poco demasiado ruidosa a veces, pero eso puede ser atribuido a la servidumbre de tener que utilizar micrófonos y amplificadores, lo mismo que los cantantes solistas y corales, en un recinto grande y abierto), atento a las entradas de los personajes.

La Carmen de la bella Rinat Shaham (nacida en Israel), sonó sensual, apasionada, de color algo oscuro. El Don José del italo-americano Leonardo Capalbo necesitó regular mejor su emisión llena y redonda; bien en la escena final, pero fue una «pasada» que matara a Carmen estrangulándola con su corbata (¿no había un puñalillo por allí?). El barcelonés Carlos Daza , como Escamillo, cumplió adecuadamente. Pero la mejor voz de la noche fue la Micaela de la malagueña Berna Perles : delicada, emotiva, expresiva, con una proyección limpísima, encantadora...

Y si somos capaces de imaginar que fue otro día, a otra hora, cuando intervino la compañía flamenca, se hubiera visto con mucho gusto. Sobre todo estuvo magnífica su primera bailaora, también malagueña, Úrsula Moreno (la idea era crear contrafiguras danzantes: Úrsula, con su peinado y su vestido, pretendía representar «también» a Carmen; José Luis Vidal , «Lebri», a Don José, etc.). Y es que se utilizaron retazos de la obra, ya conocida, «Mi Carmen flamenca» . Pero el «invento» no funcionó, como el agua y el aceite. Todo por no respetar a los preceptistas clásicos, que advertían del caos que puede resultar de una mezcla inadecuada de estilos...

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