CRÍTICA DE MÚSICA CLÁSICA

A cada cual lo suyo

Extraordinario trabajo del director Pablo González al frente de la Sinfónica en este programa de abono

Pablo González dirigió en este concierto a la ROSS ABC

JOSÉ LUIS LÓPEZ LÓPEZ

El título expresa lo que queremos decir: la programación, no demasiado atractiva en la primera parte (eso, además de la lluvia, explica la relativa ausencia de público, que ya va siendo preocupante -también cuenta la muy irregular distribución temporal de los conciertos de abono, que ha desanimado a no pocos habituales-): muy respetables, pero sin demasiada «garra» (hay que mantener al público veterano y atraer a más, sobre todo joven, que se echa en falta) la Suite de «Pulcinella», de Stravinski, y el «Konzerstück» para cuatro trompas y orquesta de Schumann ; admirable la interpretación: esta orquesta nunca decepciona , ni en conjunto, ni, como en esta ocasión, con los cuatro solistas de trompa salidos de sus filas en la obra schumanniana; en conjunto, ni con la reducida plantilla a lo Pergolesi (que, a fin de cuentas, solo fue un pretexto para la Suite neoclasicista stravinskiana), ni sobre todo, con la «Octava Sinfonía en fa mayor, Op. 93» del genio vienés nacido en Bonn.

Y es que Beethoven es Beethoven. Aunque las notas al programa señalasen que esta Sinfonía es la menos conocida de su autor, lo que, de hecho, tal vez es cierto; aunque sea llamada la «pequeña sinfonía» beethoveniana, sobre todo por oposición a la amplia «Séptima» anterior; aunque se interprete menos que ninguna de sus predecesoras, desde la «Tercera»... afirmamos, sin dudarlo, que mereció absolutamente la pena este concierto, en primerísimo lugar, por el gozo de oir esta «Octava» en todos y cada uno de sus cuatro tiempos.

Lo demás fue una añadidura digna , que podría haber sido sustituída con ventaja (pero nos quedamos con el encanto del diálogo virtuosístico de las cuatro trompas). Ya hemos señalado cómo la Sinfónica sostiene este y tantos programas, y cómo «bordó», en todos los parámetros, con, a la par, brillo y contención majestuosos, la «pequeña» Sinfonía. Mas ¿no se echa algo de menos? Hemos dejado para el final el lugar de honor que merece el extraordinario trabajo del director, el ovetense Pablo González (1975). A cada cual lo suyo, y a él, esta vez y en todas las obras, lo más alto del podio. Es de justicia.

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