Flamenco
Bienal de Sevilla 2020: Farruquito sin adornos
El bailaor presenta en el Lope de Vega el espectáculo «Desde mi ventana» acompañado de su hijo el Moreno y su madre La Farruca
Juan Manuel Fernández Montoya abrió anoche en el teatro Lope de Vega las ventanas de su casa, y lo hizo de par en par para mostrarnos su vida, más allá del baile, como hijo, como padre como esposo, en un espectáculo titulado «Desde mi ventana ».
Para esta cita, el bailaor sevillano ha elegido, no sólo lo que quería expresar, sino la persona que debía dirigir esta nueva propuesta: Angel Rojas, el bailaor y coreógrafo madrileño.
Y no es una elección gratuita, porque Farruquito ha querido dar un paso más en su carrera; cambiar sin cambiar; eliminar adornos supérfluos sin quitarlos en su baile; hacer mas aún rotunda su presencia en el escenario, pero con una dramaturgia que de alguna manera impone una forma de hacer en escena más acorde con la estética teatral del siglo XXI, pero sin tocar un ápice de la esencia de su casa, Los Farruco. Una propuesta que para mí es un camino a seguir que lleva aparejado el éxito.
En escena una gran pantalla vertical va reflejando no sólo las voces de la vida de bailaor, y entre ellas, una imagen con su abuelo Farruco donde éste le dice: «con tu edad, nadie ha bailado así. Eres el capitán de los capitanes».
La obra da comienzo con el bailaor detrás de la pantalla sentado en una mesa haciendo compás. Por fandangos empieza esta nueva ruta de Farruquito, cuyo vestuario como el del resto del elenco, se inspira en la cultura japonesa con tonos grises y blancos escueto, sencillo. Pero su compañía no cambia, los amigos con los que se siente seguro y sus músicos de confianza : la guitarra de Yerai Cortés, la percusión Manuel Lozano, el piano de Alex Romero y el violín de Thomas Potiron. Las voces de Pepe de Pura, Mari Vizárraga, Ezequil Montoya (Chanito) e Ismael lde la Rosa. Flamenco con nuevos instrumentos, el piano y el violín, pero Farruquito sabe que esos también pueden sonar a flamenco, y lo hacen.
Desde los fandangos, recios, sonoros, con las voces de Pepe de Pura y Vizárraga, con un prólogo lleno de compás y de gestos de su casa bailaora, surge una de las figuras de los Farruco, Rosario La Farruca, su madre . Seguiriyas para esta mujer que bebió de su padre el Farruco esa forma de rematar por seguiriyas tan rotunda y tan excesiva que casi duele. Lo recoge su hijo, y la seguiriya continúa con esos giros y vueltas de tacón que tanto preconizaba el abuelo Farruco y los remates a velocidad de zapateado que sólo este bailaor sabe imprimir en sus pies. El público no deja de aplaudir, casi ni puede terminar un baile sin el ruido del patio de butacas.
Pero la saga no se ha terminado, continúa en el próximo protagonista, El Moreno, hijo de Farruquito a quien Mari Vizárraga canta por alegrías, y en el que algunos vemos a aquel pequeño Farruquito bailando «Días de Gloria» dirigido por su abuelo. Baila el Moreno, ruge el respetable, sale su padre y lo recoge. Sus ojos lo miran como le miraba su abuelo. La saga continúa, sin duda, ese pelo, ese flequillo, y sobre todo esas manos que cierran el puño y lo abren en los desplantes, lo delatan.
Y al final Alabanza , una plegaria por bulerías, en una fiesta en la que todos los intérpretes se unen para festejar que han abierto las ventanas de la casa, y en uno de los vídeos aparecen sus hijas gemelas sonriendo, y en el último compás, su mujer Charo, ponte punto final con una sola palabra: Amén.
Pero no ha terminado ahí, para dar una doble pirueta en esta noche oímos el sonido inconfundible de una guitarra eléctrica y Raimundo Amador sale al escenario, donde «hace de las suyas», como debe ser, y pone a bailar a madre, hijo y nieto. Con los sonidos de Raimundo y el baile de los Farruco, la noche esta vez sí, termina. ¿Quien dijo miedo?
Noticias relacionadas