Flamenco

Bienal de Sevilla 2020: Andrés Barrios, «La Tarara» en Nueva York

El pianista de Utrera presentó «Universo Lorca», una obra correcta que no acabó de encender al público

El pianista Andrés Barrios durante su actuación en la Bienal de Sevilla Juan Flores

Luis Ybarra Ramírez

La mejor noticia que podemos dar es que Andrés Barrios tiene poco más de veinte años . No hay un pianista en él, sino algo más elevado: un músico que, esta vez, se ha presentado a la Bienal con un estreno, aun teniendo un álbum reciente en el mercado, que no acabó de encender a la audiencia. «Universo Lorca» recupera, de nuevo, sí, al poeta de Fuente Vaqueros en su veta más popular y la transporta a otro lugar. Un cancionero que el utrerano se echa al piano junto a la cantaora Ángeles Toledano , quien cobra excesivo protagonismo para lo que tiene que aportar, la percusión, el bajo y unas ligeras mezclas de electroacústica. Así dota al repertorio de un velo jazzístico y urbano. Toma la gracia natural del adoquín y del corro y la proyecta hacia una atmósfera intimista, elegante y actual, con texturas oníricas que nos evocan al Federico entusiasta que bajó de un ferry en Nueva York a contemplar auroras. ¿El conflicto? Necesitamos un cantaor que levante esto. Poderoso, que le arranque ayeos al instrumento y deje sin aliento al público. La obra, en general, resultó excesivamente plana. Por timidez, por encorsetada quizá.

A él el «Anda jaleo» le suena a agua, a gorjeo, a ella a apuro. Es correcta, pero nada más. Y para sentarse en esa silla, con lo que pesa el foco en la sien durante todo un espectáculo, hay que poseer mayores recursos. La idea era buena: refrescar los clásicos aportándoles variaciones rítmicas, melódicas y estéticas. «Los cuatro muleros», el «Zorongo gitano», «Café de Chinitas», la «Nana del caballo grande» , «El vito» con arterias soleareras, «La Tarara» más en una barra de madera noble que entre la retama y la yerbabuena, trazos de «La leyenda del tiempo»... A los artistas se les espera. Él tiene múltiples detalles, clásicos, flamencos, latinos, de aquí y de allá, además de una voz propia en las manos. Un sello precoz que floreció al final, por ejemplo, en el tema «Isbilya», de su anterior trabajo. Yo, que ansiaba más de su cita, me siento ya para su vuelta.

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