Crítica de música
'El barberillo de Lavapiés' en el Teatro de la Maestranza: otra zarzuela con mayúsculas
Borja Quiza y Cristina Faus brillaron en sus interpretaciones
Casi al año de estar programado en el Maestranza llegó la pandemia, y con ella la suspensión de todo. Muchas actuaciones se han cancelado indefinidamente, pero hemos tenido la suerte de que este 'Barberillo' vuelva, aunque con un representación menos de lo previsto originalmente, porque la situación sigue siendo delicada y no todo el mundo cree que ha llegado el momento de volver. Sin embargo, el Teatro estaba bastante lleno , mucho público mayor, seguramente ávido de espectáculo de calidad, como ya nos tiene acostumbrado el Maestranza y el Teatro de la Zarzuela . No es habitual producciones de escenografías minimalistas en el género, pero aquí se ha avenido un precioso vestuario de corte dieciochesco -sobre todo en majos y majas-, con los ya típicos bloques móviles -esta vez como enormes tabiques, paneles o como se les quiera llamar- para recrear las distintas ubicaciones de la obra o intenciones: verdaderamente sugestivo fue el momento en que Paloma y la Marquesita negocian con el Barberillo , presionándolo de palabra y obra (achuchando cada una su tabique «contra» el infeliz Lamparilla, hasta que accedió al acurdo «sugerido»). Divertido momento, donde la dirección de escena subrayó la intención de las dos inductoras de la trama. Andújar sigue los dos mantras de los «registas» de hoy: minimalismo y fotofobia . Pero debemos sobresalir lo más positivo, y es que en lo primero realzó lo humano del divertimento frente a tanta oscuridad y, lo más importante, no sólo no alteraba el sentido de la obra, sino que -como hemos señalado- intentó acentuarlo en cuanto pudo . De la ausencia de luz digamos que sólo hubo la excepción del tripartito coro de costureras, luz sobre blanco, acaso para realzar la pureza de la soltería, o tal vez realzar el precioso coro de mujeres, un regalo de Barbieri , porque está un tanto al margen del argumento. Y desde luego, la iluminación de Yagüe , eficaz arquitecto de luces contra sombras. Otro tanto con la coreografía de Ruz : las seguidillas, boleros y otros palos se «modernizaron», pero insertos en el conjunto, lo que nos pareció una nueva manera de respeto a la obra.
Impecable pareja protagonista
Está claro que la pareja protagonista también se llevó la palma . Borja Quiza es un tenor cómico, así que su labor estuvo de sobra superada: no se le requiere grandes dificultades vocales (en algún agudo se recreó), vocaliza extraordinariamente bien, es un buen actor, que además se ha adueñado por completo del personaje, al que realmente da vida, y no se le puede pedir más. Ahora, la Paloma de Cristina Faus juega en otra división: qué color más cálido, bien timbrado, redondeado de arriba abajo y, sorprendente para una mezzo, de una inteligibilidad diáfana; y aunque lo fue de principio a fin, la 'Canción de Paloma' fue de campanillas. Y además derrochó gracia, salero, picardía y arte; y, aunque musical y dramáticamente funciona muy con Quiza, no nos pareció que hubiera química entre ellos, sino buen entendimiento, lo que no afecta casi a nada, excepto a la credibilidad de sus amores. María Miró también va unida a esta producción desde su inicio, y tiene una bonita voz, más fluida y atractiva en la zona alta, en la que realza su lirismo, a la vez que también posee una dicción clara y fluida. A su lado estuvo Javier Tomé , y aunque también entregado, tuvo dificultades de emisión y diversos cambios de coloración para alcanzar todos los registros de su rol. Muy bien el coro, aunque las dificultades son mínimas, si bien se focalizan en su correcto entendimiento, que en este caso dependieron mucho de la dirección, aunque, en general, lo superaron ampliamente, sobre todo el femenino en el número ya mencionado.
Porque lo de Pérez-Sierra no se entiende: ¿a qué esa velocidad endiablada, no ya con respecto a otras versiones, sino a la suya propia de antes del confinamiento? Ya en el preludio empezaron los primeros desajustes en la orquesta , no porque la ROSS no haya tocado nunca a esa velocidad, sino porque para esa música es una velocidad desmedida. Pero es que la cosa siguió desde el primer coro, y los más perjudicados fueron los guardias, que difícilmente podían seguirlo, por ir siempre de un lado a otro. Incluso a Quiza, curtido en vocalizar rápido, a veces le costaba, y la cosa quedó regular en el trío con Paloma y la Marquesita, por lo mismo, por una velocidad jadeante, atolondrada. Menos mal que cuando empezaron los dúos (Marquesita y Don Luis) por fin todo se serenó , y aquí empezamos a oír a la orquesta, esa que Barbieri supo colorear tan bien, con tanta riqueza y acierto. Y el mismo director supo realzar esa orquestación, porque es un buen director, cuando no lleva tanta prisa…
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