CRÍTICA DE MÚSICA

Artefactum, gozoso tiempo de Navidad

El grupo de música antigua sevillano presentó en la Fundación Cajasol su último álbum

Artefactum durante un concierto MARTA MORERA

CARLOS TARÍN

Tiene Sevilla fama de público novelero, pero diríase que en la música antigua se torna fiel y entusiasta. Fueron estos mismos melófilos los que auparon a la Orquesta Barroca de Sevilla hasta la temporada estable, sus discos, investigaciones, etc.; y estuvieron en los cumpleaños de Artefactum (ya 24), y celebran con ellos la Navidad de la mejor forma posible: con la pureza de estos cantos desde la Edad Media hasta, excepcionalmente este año, el siglo XVIII . O apoyan cada uno de sus discos anteriores (5, de los que 3 están agotados) y seguramente acogerán igual este sexto que ahora se presentaba.

Acaban de volver de Japón , el Auditorio Nacional de Madrid y han vuelto a tiempo para pasar las Navidades en Sevilla. Su repertorio fue un recorrido por media Europa (Inglaterra, República Checa, Italia, Alemania…) y naturalmente España con sus imprescindibles Cantigas , destacando la dialogada «Pois que dos reys» en torno a Herodes. Por supuesto que es un programa providencial en estas fechas, pero desde luego trasciende un tiempo concreto por su universalidad, construida a base de su habitual frescura, comicidad, rigor, recogimiento e intimismo.

En este último aspecto pensamos en «There is no rose» que Mariví Blasco cantó desde su aterciopelado registro medio y grave, mientras hubo momentos más festivos, como los que terminaron el concierto con «Stella nuova» y «Orientis partibus», relacionado con la llamada «Fiesta del asno».

Una gran cantidad de voces colaboraron (aunque todos cantan, todos tocan), sobresaliendo la atenorada de Alberto Barea , flexible, natural, homogénea en toda su extensión. César Carazo desde su fídula protagonizó excelentes momentos vocales, los más andaluces, y los años no impiden que disfrutemos de una voz muy bien conservada y atractiva. El bajo Javier Cuevas posee unos bellísimos graves, profundos, si bien el resto del registro es más variable. Gavira aunó su sabiduría con una voz privilegiada, que debe cuidar con mimo.

Del resto de los instrumentistas poco hay que decir, porque están forjados en mil batallas artefactas, mientras conservan su virtuosismo y lozanía , a la que se ha sumado la joven Nadal. Y siempre agradecer a Vaquero, el «pájaro», el plus de su simpatía.

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