Argentina: «Hay quien descubre el flamenco en mis conciertos»

La cantaora onubense actúa hoy viernes en el Audiotorio BOX Cartuja a las 21:00 horas

Argentina en una de las puertas del Patio de los Naranjos del Salvador Manuel Gómez

Luis Ybarra Ramírez

Argentina tiene la voz morena por el sol de Onuba y un repertorio que solo es suyo y de su público. Son letras que nacen en las rías y pinares de su niñez y que este mismo viernes llegan hasta el Auditorio BOX Cartuja de Sevilla para festejar en doce tiempos la vida del artista. Un cita íntima. Viene con copla, cante y arena. Las amígdalas cargadas de fandangos y una mirada curiosa hacia todo lo que le rodea. Sevilla se descubre ante ella con callejuelas que desconoce y rincones que aspiran a postales. La de Huelva pasea y contempla con el nervio que le trae el crujido de las bambalinas . Queda poco. La gente camina con la prisa tatuada en los tobillos y nos refugiamos en el patio de los Naranjos del Salvador para charlar. Fuente, palabra y música.

¿Qué música escucha Argentina?

Lo que más me gusta del mundo es que me regalen discos antiguos y me descubran música, así que escucho de todo. También he grabado algo de fado, y tango argentino, sevillanas y rumbas. Además de flamenco, claro.

Tiene cinco álbumes grabados, ¿cuesta hacerse con un repertorio propio en el flamenco?

La idea es que tu público identifique una serie de cantes y letras contigo. Hay que buscar cantes populares y llevarlos a tu terreno. Eso es lo verdaderamente difícil.

¿Qué es lo que más le piden?

Sin duda, el fandango. Pero quien me sigue sabe que eso lo dejo para el final. Es mi fin de fiesta.

¿Qué tiene el fandango que gusta incluso a los que no son aficionados al flamenco?

Es una historia enorme resumida en muy pocas palabras. Los estilos más bailables gustan, pero en los fandangos valientes la gente se emociona. Es algo que se intuye y se siente desde el escenario. Un fandango es un dardo que se lanza de una forma directa. Hay mucha verdad en él.

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Hay un vídeo suyo que se ha viralizado, ¿qué sucedió en La Habana?

Estábamos comiendo y me pidieron que cantara «Idilio», una canción latinoamericana, con el grupo del restaurante. Sin ensayar y recién comida, me vi cantando y disfrutando con ellos. Eso se grabó en vídeo y parece que a la gente le ha gustado. Invertimos tiempo y dinero en estudios de grabación y ensayos y, después, algo que surge de improviso llega a la gente de una forma inesperada. Cosas de la música, que se rige por estos momentos mágicos.

Con tantos espectáculos a su espalda, imagino que tendrá muchas anécdotas que contar, ¿no?

Pues sí. Una vez estaba de gira con Cajasol y se me acumularon varios espectáculos. En uno de los viajes, olvidé meter la ropa y el maquillaje en mi maleta, y no tenía nada que ponerme esa noche. Fuimos a recoger a Bobote a las Tres Mil Viviendas, porque él nos acompañaba de palmero, y me llevó a un rastrillo que hacen los domingos para vestirme para la actuación. Allí me compré una falda, una camisa y un pañuelo. Lo más propio que encontré. Y al llegar al sitio donde actuamos, en Montellano, me hicieron una entrevista para la televisión. Qué desastre. Qué pintas llevaba.

Alguna vez ha confesado que quiere morir cantando, como dijo Paco Toronjo por fandangos. ¿Qué hay de verdad en esto?

El artista solo se jubila cuando la voz se le agota. No hay edad. Yo quiero que mi instrumento dure para poder morir cantando. Siempre que mi público me siga, por supuesto.

¿Dónde muere Argentina?

En la seguirilla y el fandango.

¿Cómo es «La vida del artista»?

En este disco queríamos retratar nuestra realidad a partir de una letra de la que sacamos la sinopsis. Aquí no todo es color de rosa. El artista también llora, se cansa, lo pasa mal, viaja, se aburre… Y tiene que ser profesional y darlo todo cuando se sube a un escenario. De eso trata mi último álbum.

Es un repertorio pensado especialmente para la ocasión. Habrá temas míos y también versiones que mis seguidores han compartido mucho por las redes sociales, como esa que sucedió en La Habana. Quiero hacerles ese homenaje a todos ellos, ofreciéndoles lo que más les gusta.

¿Es cierto que redescubrió a Lole y Manuel en un recital de Miguel Poveda?

Así es. De joven me centré en los cantaores clásicos para estudiar y cuando redescubrí a Lole y Manuel más tarde se me abrió un universo maravilloso. Ellos se convirtieron de inmediato en unos de los imprescindibles en mis espectáculos. Por eso me encanta ir a ver a otros compañeros, porque aprendo siempre. Voy a robarles, en el buen sentido.

¿Qué tiene de especial cantar en esta ciudad?

He vivido y estudiado en esta ciudad muchos años, en la Fundación Cristina Heeren. También he actuado en numerosas ocasiones, con figuras muy importantes para mí. Además, Sevilla nunca deja de sorprenderme. Eso es lo que me enamora de ella. Jamás he estado en este patio tan maravilloso y tan cercano a El Salvador en el que ahora nos encontramos, por ejemplo. Menuda joya.

¿Por qué hay que ir a su concierto?

Voy a poner el alma y a buscar la verdad de lo que canto. Tengo ganas de disfrutar al máximo para hacer disfrutar a los asistentes. Yo sé que hay mucha gente que viene a conciertos míos y es la primera vez que escuchan flamenco. A través de mí se enamoran de él. Pero siempre les digo que no se queden ahí. Que vayan, por favor, a descubrir más flamenco en directo.

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