Teatro
Alfredo Sanzol: «El humor es una consecuencia de la realidad»
El dramaturgo presenta ‘El bar que se tragó a todos los españoles’, su primera obra escrita como director del Centro Dramático Nacional, los días 11 y 12 de abril en el teatro Central de Sevilla a las 12 horas
Las entradas se agotaron hace días. Será porque Alfredo Sanzol no goza únicamente del predicamento de la crítica especializada, sino del público. Quizá haya sido su promesa de humor sutil, el título de la obra, tan atrayente, o la trama surrealista que plantea, que parte, además, de la realidad para arrastrarla después por los derroteros de la ficción. ‘El bar que se tragó a todos los españoles’ , su primer texto como director del Centro Dramático Nacional , cuenta la historia de Jorge Arizmendi, un cura navarro que, como su padre real, en 1963, decide cambiar de vida, abandonar el sacerdocio y viajar a Estados Unidos para aprender inglés y Marketing. En un rancho texano, se encuentra con un matrimonio que ha perdido recientemente a su hijo. Físicamente, era igual que él, lo que deriva en una extraña propuesta: «Si te quedas a vivir con nosotros, cuando muramos, este rancho será tuyo».
¿Hasta qué punto importa si una historia es real o inventada? Los hermanos Coen ya se rieron de aquello de «Basado en hechos reales».
Los hechos reales me importan en la medida que son un impulso que está conectado a la realidad y que hace de pistoletazo de salida de una ficción que no tiene una finalidad biográfica, sino que trasciende. Aquí pretendo hacer una radiografía de los conflictos que subyacen a esos hechos. Recurro a algo que vivió mi padre, que fue sacerdote, y lo ficciono.
Habla, en el fondo, de la libertad desde una perspectiva de enorme actualidad: la posibilidad de cambiar, de reinventarse, de redirigir, justo cuando nadie tiene nada asegurado.
Dentro de la función eso es importante. Hay que tomar la vida como una construcción que uno va realizando con paciencia. El destino no nos viene dado. Es un canto a la toma de decisiones propias.
«Hay que tomar la vida como una construcción que uno va realizando con paciencia. El destino no nos viene dado. Es un canto a la toma de decisiones propias»
Le he escuchado mencionar a Thorthon Wilder y Tenesse Williams. También a la ‘Odisea’, pero en su premisa la veo muy española. Casi costumbrista.
Soy español y las obras que hago se puede decir que son españolas. Pero eso es lo más accidental. De la misma manera que Thorthon Wilder no me llega porque esté haciendo una obra americana. Me toca porque habla de humanos que de manera accidental viven en Estados Unidos.
El humor es otra de sus grandes bazas. ¿Consume mucho humor?
No. Me gusta ser espectador, que nada tiene que ver con eso de usar y tirar, no consumidor. Disfruto de Woody Allen, los Monty Python, Harold Ramis... Sí, leo y veo mucha comedia.
O sea, que sí consume humor, aunque no le guste la etiqueta. Se teoriza mucho sobre sus límites. ¿Dónde los coloca usted?
El humor es una herramienta que hace más cristalina la realidad. Es, de hecho, una consecuencia de la realidad. Del contraste entre cómo debería ser y cómo es esa realidad, se produce una chispa que genera la risa. Como toda actividad humana, tiene límites y los han de colocar los individuos que lo ejercen. Conocer tus límites es conocerte a ti mismo.
He leído una crítica común en varios medios: tres horas sin mirar el reloj.
Pues ese es el mejor halago.
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