Entrevista
Alex O'Dogherty: «Como trompetista soy malísimo, pero el papel de trompetista te lo bordo»
El actor y músico de San Fernando presenta este viernes su obra «Imbécil» en Box Cartuja
![Alex O'Dogherty](https://s2.abcstatics.com/media/cultura/2020/02/06/s/alex-kim--1248x698@abc.jpg)
Ha agotado las entradas en la presentación de su «Imbécil» este viernes en Box Cartuja y ha tenido que anunciar nueva fecha para marzo. Chófer en «Camera café», policía de «Doctor Mateo» y alcalde en «Olmos y Robles» . Aprendiz de vientos y maderas, de San Fernando, actor, músico, algo payaso, charlatán con guasa que se pone serio, que sigue trabajando aunque algunos taxistas piensen lo contrario y lo miren afligidos al llevarlo. Alex O'Dogherty le da importancia a las palabras y las derrama con talento antes de saltar al escenario que lo espera.
¿Qué le trae a Sevilla?
Te lo devuelvo. Qué crees tú que le traigo.
Un espectáculo de humor que cabe en una maleta. Y palabras. Muchas palabras que serán las protagonistas junto al uso que hacemos de ellas.
Bien, te has documentado. La maleta fue lo primero que tuve y, a partir de ahí, monté la obra. En la anterior tenía que utilizar un camión para transportarlo todo. Eso no lo quiero para mí ahora. Otra vez empecé una por los zapatos.
¿Qué es el derecho a ser imbécil?
Eso tiene varias acepciones. De entrada, es un insulto. Pero seguro que todos tenemos un amigo imbécil y a nosotros nos gusta hacer el imbécil de vez en cuando. El payaso. Y yo reivindico el derecho a hacer el imbécil, que a veces nos censuramos demasiado.
¿La autocensura es la más peligrosa?
La autocensura está provocada por la gran censura. Es el golpe maestro de la inquisición: ponerlo todo tan difícil que seas tú mismo el te coartes. Maquiavélico.
¿Tiene miedo de no grabar ninguna película o una serie en dos o tres años y que le olviden?
Ese es el gran miedo. Cuando grabé «Camera café», «Doctor Mateo» y después terminó «Olmos y Robles» pensé que me iban a llover los contratos, y de repente nadie te llama. He estado haciendo mil cosas, pero este espectáculo nace motivado también por esa situación. Y, ahora, cuando te pones a hacer cosas, te llegan más. Todo parece que viene rodado.
El público, si no hace una gran película o serie de éxito, cree que no está trabajando.
Eso le dije a un taxista el otro día, que me miró como a un fracasado. Oiga, caballero, que no paro de trabajar. Hago teatro, tengo una banda de música, escribo, estoy haciendo personajes en series... ¡Será usted que no los ha visto!
La autocensura es el golpe maestro de la inquisición: ponerlo todo tan difícil que tu mismo te coartes
¿Qué otros miedos tiene?
¡Muchos, muchos!
El humor sobre el papel también es ingrato. ¿Cómo se sabe cuándo algo funciona, que hace risa?
Sobre el papel es más difícil, pero en el directo se va moldeando. En la dirección alguna vez he puesto «El público». Porque es verdad. Cada función va cambiando, porque voy viendo dónde se ríen, dónde no, qué hay que tocar y qué no.
¿Cuál ha sido su mejor papel?
Déjame decir varios. El de «Camera café», por supuesto, porque me abrió muchas puertas. Pero también me quedo con mi primera película, «El factor Pilgrim», que fue el principio de Alberto Rodríguez, Santi Amodeo y muchas grandes cosas... En esta profesión tienes que defender tus capacidades constantemente, así que te nombraría muchos más, pero bueno.
El pato es el único animal que anda, vuela, nada y bucea, pero todo lo hace mal. A usted le pasa algo así con los instrumentos, ¿no?
Vaya, eso nunca me lo habían dicho así... Yo quería ser actor. Estudié para ser actor. Soy actor. Y creí que sería más completo si pudiese tocar música. Como trompetista, soy malísimo, pero el papel de trompetista en cine te lo bordo. Esa era un poco mi idea. Y es cierto que en la música soy un intruso, porque toco todos los instrumentos, pero no soy un virtuoso con ninguno. Tengo mi banda, La Bizarrería, con la que hemos grabado y en la que en el futuro quiero implicarme incluso más.
Tiene un sketch donde interpreta muchas canciones populares con solo dos acordes.
Sí. Es que tampoco hay que ser un virtuoso para transmitir, y hay música muy buena por ahí y muy muy sencilla. Dos acordes...
Siendo de La Isla, le gustará Camarón.
Camarón ha sido importante para mí, sobre todo cuando estaba fuera, pero confieso que el flamenco no es lo que más escucho, aunque me guste.
¿Qué tal fueron sus experiencias en Inglaterra y EE.UU?
Absolutamente recomendables. Salí muy joven de San Fernando y aprendí muchísimo de la vida. De sentirte dentro de otra cultura. Eso nos ayuda a entender a los que vienen aquí de fuera. También aprendí inglés, que ha sido crucial para que me den personajes de habla inglesa.
¿Cuesta más dedicarse a la interpretación con acento andaluz?
Cuando yo empecé estábamos relegados a ciertos papeles, pero se han pasado ya muchas barreras y hay ejemplos por todos lados que demuestran lo contrario. Eso sí, siguen existiendo personas que discriminan en este sentido. En fin...
Quedamos en que todos somos un poco imbéciles, ¿no?
Por supuesto. Y en que los hay de las dos acepciones.
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