Festival de Cine Europeo de Sevilla

Albert Serra, provocador y libertino, sacude el certamen

El cineasta catalán presentó «Liberté»

El cineasta catalán Albert Serra ABC

Los libertinos franceses se entregaban al sexo como forma de rechazo a la moral y a la autoridad, y ayer, el Festival de Sevilla tuvo que recurrir a las bajas pasiones y a los cuerpos desnudos para contraprogramar lo que la actualidad (que no es otra cosa que la autoridad periodística)dictaba que era importante: la jornada electoral y el derbi sevillano.

Mientras las urnas se llenaban de votos y las calles de aficionados con camisetas y bufandas, en la pantalla de los cines Nervión se apelotonaban cuerpos de todo tipo de pelaje y condición con tan poca ropa como prejuicios. Eran los protagonistas de «Liberté», la película que el cineasta Albert Serra (Bañolas, 1975) presenta en la Sección Oficial tras su paso por el Festival de Cannes, donde ganó el Premio especial del jurado en la sección Un certain regard.

Bajo la clara influencia del Marqués de Sade , «Liberté» retrata a un puñado de libertinos que tienen que escapar del reinado de Luis XVI y que, en su huida a Alemania para tratar de imponer su modelo vital —o espiritual—, pasan el rato satisfaciendo cualquiera de las prácticas que se les pasan por la cabeza. Todo en una noche eterna de músculos —o grasa— sudorosos y gemidos que se cuelan desde los rincones del bosque en el que los recoge Albert Serra.

Los personajes, todos amigos del director, sin actores profesionales como ya acostumbra a hacer en su cine, salen de plano, entran, corren, gimen y cualquiera de las otras cosas que el lector está pensando ahora mismo. Una sesión de «cruising» en el siglo XVIII para el espectador, «un poema sobre la noche, sobre todas las noches, en las que cada vez se empieza de cero: sin memoria hasta que todo se agota cuando llega el amanecer», en palabras del excéntrico director.

Un cineasta que se echaba a reír al imaginar qué ocurriría si ayer, a eso de las 21.00 horas, cuando se empezaban a dar los primeros resultados electorales, las televisiones quitaran a sus presentadores y les diera por emitir «Liberté». «Es mucho imaginar, pero no iría mal porque la película tiene algo de higiénico : más que darte ideas, más que llenarte de cosas la cabeza, te vacía:es extenuante, te exprime, te limpia. Es un proceso oscuro, casi feo, como todos los procesos de limpieza profunda, pero al final te deja la sensación de sentirte bien, a gusto», comenta el cineasta, que habla también de cómo el espectador es pieza activa del filme —su obra ya se expone en museos, donde quizá encuentre otro sentido más allá del patio de butacas—.

«La película penetra en la platea, porque el espectador ve fuera de campos, conversaciones vacías, ruidos que no saben de dónde llegan, y de pronto no se ve a nadie y el espectador se queda como, ¿dónde está esa gente, dónde se han metido, me está mirando a mí?En ese sentido recupera la idea de proyección pública», explica el director de «Liberté», que culmina una filmografía en la que siempre palpita un fondo provocador con títulos como «Honor de cavalleria» y «La muerte de Luis XIV».

«La película tiene algo de higiénico porque te vacía, te exprime, te limpia»

No sabemos qué pensarían los libertinos de Serra de los protagonistas de «Gloria Mundi» , la otra película que ayer participaba en Sección Oficial en la que dos hermanas, el día y la noche, tratan de salir adelante en la vida como pueden. Una acaba de tener una hija, Gloria, y ve cómo su mundo se viene abajo cuando ella y su marido tienen el paro como única perspectiva en el horizonte.

La otra, adicta a la cocaína y al sexo, mantiene junto a su pareja, que es más de lo mismo, un negocio de compra–venta de segunda mano cuya principal fuente de ingresos es engañar a los vecinos pobres. Todo dirigido por Robert Guédiguian, del que el crítico de ABCOti Rodríguez Marchante dijo que antes nos sorprenderá el fin del mundo que una película suya. Y aquí el director, siempre elegante en su puesta en escena, contundente en la historia y franco en su visión de la sociedad, vuelve a rodearse de sus habituales —Gérard Meylan, Robinson Stévenin, Anaïs Demoustier, Jean-Pierre Darroussin...— para filmar en Marsella una visión más que pesimista de la sociedad actual.

Por último, la nota de color la puso «Tommaso» , el autorretrato fílmico de Abel Ferrara interpretado por Willem Dafoe, aunque ninguno estuvo presente en Sevilla. Poco importaba:la sacudida de Albert Serra ya había salvado el día.

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