Acto

Las academias de Medicina y Buenas Letras rinden un homenaje a Ismael Yebra, el «médico bueno» que curaba a las monjas

Juan Sabaté Díaz, Rogelio Reyes Cano y Juan José Asenjo han glosado la figura de este humanista en el Teatro Cajasol

Personas que han intervenido en el homenaje a Ismael Yebra. En el centro de la imagen su viuda, Victoria Vanessa Gómez

Andrés González-Barba

El Teatro Cajasol ha acogido este jueves un cálido homenaje dedicado al médico y escritor Ismael Yebra , fallecido el pasado 22 de diciembre. Organizado por la Real Academia de Medicina y Cirugía de Sevilla (RAMSE) , de la que era numerario, han colaborado la Real Academia Sevillana de Buenas Letras , que dirigió hasta la fecha de su muerte, y la Fundación Cajasol , de la que era patrono.

Ha iniciado el acto el presidente de la Fundación Cajasol, Antonio Pulido , que se ha querido sumar a la memoria y figura de «este gran sevillano de fino humor, médico, humanista, amante del silencio y buen amigo. Era también patrono de Cajasol y vivo ejemplo de hombre del renacimiento ».

Pulido, que ha estado acompañado durante todo el acto por los presidentes de las academias de Medicina y Buenas Letras, Carlos Infantes Alcón y Pablo Gutiérrez-Alviz Conradi , respectivamente, ha resaltado también que « su pasión de escritor la volcó en su barrio de la Alfalfa . Era un buen médico, pero, sobre todo, un médico bueno que curó a muchas monjas en sus conventos». «De espíritu templado y reflexivo, algo que no es común en esta época de las redes sociales, no sólo era mi médico dermatólogo y el de mi mujer e hijos, sino que también era un buen amigo al que se le podía llamar siempre . Para mí fue una referencia humana y también fue una referencia para todos los que tuvimos la suerte de conocerlos», ha finalizado.

A continuación, le ha tocado el turno al médico y académico numerario de la RAMSE Juan Sabaté Díaz , quien ha recordado con emoción cuando Yebra falleció en una habitación del hospital Virgen del Rocío el pasado día 22 de diciembre. «Yacía con una expresión serena. Su hijo Dani le besaba la cara y yo tenía la mirada perdida en la cúpula de la iglesia del Corpus Christi. Sólo su esposa, Victoria, permanecía serena y guardaba la entereza ».

También ha resaltado el hecho de que el homenajeado «se definía como un zamorano, aunque nacido en la Alfalfa y criado en Umbrete. Su humor tenía cierta ironía». Acto seguido ha dicho que, aunque se conocieron en la Facultad de Medicina en 1972, «trabamos una gran amistad a partir de 1975. Estando en quinto curso de la carrera me dijo que había conocido en Umbrete a una niña que entonces tenía 14 años, Victoria». Igualmente ha resaltado su condición de « hombre comprometido que dedicó su tiempo y sus esfuerzos a los que padecían la lepra . Nunca necesitó de títulos académicos para ser un buen médico y se convirtió en un experto en la dermatología de las religiosas de los conventos». En marzo de 2015 ingresó en la Academia de Medicina.

Como Ismael Yebra tenía una acusada condición espiritual, siempre atendía a sus «monjitas» como él las llamaba. Dentro de su obra literaria destaca el libro ‘Sevilla en clausura’ , que estaba acompañado por fotografías de Antonio del Junco . «Es y será por mucho tiempo inmortal. Conocer a Ismael y a Victoria me ha ayudado a ser mejor persona, por lo que le estaré eternamente agradecido», ha finalizado Sabaté.

Una enorme huella en Buenas Letras

El académico de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras Rogelio Reyes Cano ha subrayado por su parte la «estrecha amistad» y la admiración que sentía por Ismael Yebra por «su condición humana» . Fue este propio académico el que contestó al homenajeado cuando ingresó en Buenas Letras con un «magnífico discurso» titulado 'El libro como arma terapéutica' . «En 2019 fue elegido presidente de nuestra Academia y dedicó sus últimos esfuerzos a Buenas Letras a pesar de su enfermedad, dejándola muy bien encauzada».

Dani Yebra leyendo la carta que le ha dedicado al homenajeado la abadesa del convento de las Teresas Vanessa Gómez

En su discurso de ingreso, según recuerda este académico numerario, Yebra «habló del libro que sana, del libro que hiere, del que incita a la acción y a la locura, como en el caso de Alonso Quijano tras leer los libros de caballería. También distinguió entre los lectores sosegados y los compulsivos, entre los bibliófilos y los bibliópatas. Un mundo sin libros -decía Yebra- sería como un mundo sin música y sin la belleza de sus atardeceres y puestas de sol . La vida sin libros no merecía la pena«, destacó en su discurso.

Aparte de sus escritos sobre Sanabria, Umbrete y el barrio de la Alfalfa y de sus artículos en Diario de Sevilla, que eran, según Reyes Cano, «ágiles en la forma y amenos en su estilo», Ismael Yebra también escribió sobre las monjas y sobre Luis Cernuda . «Vivía la cultura agraria con gran pasión. En Umbrete la gente lo quería y él conectaba con sus habitantes . Fundía perfectamente el perfil rural y urbano». El académico de Buenas Letras ha destacado asimismo que el homenajeado reunía tres condiciones: «La liberalidad, el respeto a las opiniones ajenas y la ausencia de dogmatismos, que son virtudes que debe tener todo humanista» .

«Un cristiano ferviente»

El último que ha recorrido la personalidad de Ismael Yebra ha sido el arzobispo emérito de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo . En su discurso ha dicho que la religiosidad era «un aspecto consustancial en su figura. Era un cristiano ferviente, nada beato y de mucha hondura ». «Para el doctor Yebra -ha proseguido- Jesucristo fue la piedra angular de su vida, el principio y el fin, el alfa y el omega. Fue un cristiano creyente, un enamorado de Jesús ». También lo ha definido como »un hombre de comunión frecuente y de oración, pues estaba convencido de que la oración nos renueva y de que somos los cristianos los que rezamos». Igualmente lo ha calificado como «cristiano convencido y confesante» .

Esa oración lo llevó a conectar con los conventos de clausura. «No es casual que le gustara la vida contemplativa. Seguía a Teresa de Lisieux , que decía que las monjas contemplativas están en el corazón de la Iglesia. Fue un cristiano preocupado por el anuncio de Jesucristo y atendió a los pobres y a los que sufren . Además, estaba convencido de que la muerte es una ganancia. Estoy convencido de que ha alcanzado aquello en lo que ha creído y por lo que ha luchado. He conversado con muchas monjas contemplativas que me hablaban de Ismael con emoción. Las abadesas me decían que era un santo, un auténtico santo laico«.

El acto ha finalizado con la intervención del hijo del homenajeado, Dani, que ha leído una cariñosa carta que le ha dedicado a Ismael Yebra la abadesa de las Teresas del barrio de Santa Cruz, que lo ha glosado diciendo que «era un hombre de Dios e hizo de su vida una alabanza continua» .

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