Festival de Cine Europeo de Sevilla
Abel Ferrara: «Yo no veo películas, sino que las hago»
El director estadounidense ha asistido por primera vez en la historia al Festival de Cine de Sevilla para presentar «Tommaso»
Es la primera vez que pisa suelo sevillano. Abel Ferrara es una leyenda en Hollywood y sus estrenos no son actos, sino acontecimientos . El director de «El rey de Nueva York», «El funeral» y «La adicción» nos presenta su último trabajo: «Tommaso». Un retrato crudo en tono reflexivo que le ha servido al estadounidense para mostrar algunos episodios de su vida. Visceralidad, hiperrealismo y una profunda espiritualidad que se deshoja en el pausado transcurrir de sus fotogramas. Por otro lado, lo que Samuel L. Jackson es para Tarantino y Diane Keaton para Woody Allen, es Willem Dafoe para Abel Ferrara. Un alter ego de facciones duras y sobrado carisma que vuelve a servirle de musa.
Su aspecto no pasa desapercibido. Tiene la arruga de la experiencia y esa mirada parca y fría que no genera más que respeto. Llega abierto en canales con su película más intimista, ya que narra la vida de un artista americano en Roma, que en realidad es él mismo, y su relación con su entorno más próximo. Antes de comenzar la entrevista, él ha cambiado varias veces el lugar donde hacerla . Quiere las luces apagadas para la foto. No se puede. Necesita una cosa. Después otra. Y, mientras hace y deshace, con dosis de surrealismo, nos atiende.
¿Su primera vez en Sevilla?
He estado en España, pero nunca en Sevilla. Tampoco he grabado nunca en este país.
¿Es cierto que vio una película que le hizo querer ser director?
No. He visto muchas películas desde que era niño, un bebé, como todo el mundo. No hubo una en concreto con la que me decidiese a dedicarme a esto. Es decir, que no fue ninguna y fueron todas.
¿Le gusta el cine español?
No lo sé. Yo no veo películas, sino que las hago. Vi mucho cine cuando era más joven, pero ya no.
¿Le ha resultado difícil plasmar su lado más personal en una obra que verán cientos de espectadores?
No, todas las que hago son muy personales. No hay una que esté por encima de las demás en este sentido, porque todas están registradas desde mi realidad. Es una cuestión de honestidad. ¿Por qué dices que es mi película más personal?
Porque está rodada en su piso, cuenta su propia historia y aparecen su mujer y su hija en el reparto. Son protagonistas.
Estoy de acuerdo. Esta es mi película más personal.
¿Y la más reflexiva? ¿La más espiritual?
Es que no sé qué más dará lo que piense yo. Cuente lo que crea. ¿Es muy espiritual?
La evolución del personaje y sus prácticas con la meditación hacen pensar que sí.
Pues estoy de acuerdo otra vez. Vaya que sí. Hacer yoga, para mí y para Tommaso, es como ir a la iglesia. Es el equivalente.
¿Cuánto hay de usted en Tommaso?
Hablemos mejor de la película. No de mí. Porque eso sí que no importa, aunque si quiere charlamos de mí, que tampoco tengo problema.
¿Cómo es trabajar con Willem Dafoe?
Genial. Él siempre está increíble en todo lo que hace. Somos como de la familia. Vive unas calles más allá y siempre es un lujo grabar con él. Como te digo, de la familia. Llevamos muchos años juntos además, es el padrino de mi hija. En fin.
¿Cree que ha logrado una de sus mejores interpretaciones en «Tommaso»?
No, no. Él siempre está perfecto en todo lo que hace. Da el máximo todo el rato.
¿Le gustaría trabajar con algún actor español en el futuro?
Yo no estaría aquí sentado si estuviese buscando actores para mis películas, estaría buscando actores, ¿no le parece? Pero sí, claro que me gustaría. En Galacia, en Santiago de Compostela, vi jóvenes que me parecieron muy buenos en un festival. Directores y actores. Y uno de los que más me gusta es el de «No es país para viejos», claro.
Javier Bardem, ¿no?
Efectivamente. Dime, ¿te gusta a ti? ¿Crees que sería bueno?
Seguro que sí. ¿Por qué recomendaría ir al cine a ver este largometraje que ha presentado?
¡Ni hablar! Ese sí que no es mi trabajo. Yo no voy a ir por ahí recomendando nada. Soy el que la he filmado ¿La recomendarías tú?
Sí. Se ha abierto como nunca antes lo había hecho y nos ha mostrado a un personaje, ante todo, complejo. Gran autorretrato.
Pues nos quedamos con eso. ¿No hay más preguntas?
Sus respuestas no son desagradables, sino tremendamente ásperas. No se enfada, sino que se ríe y se divierte mientras trastea con el teléfono , hace llamadas y dirige a los fotógrafos hacia un lado y otro. Tampoco es desagradecido, aunque su actitud combativa ante prácticamente todo pueda hacer pensar lo contrario. A lo lejos, levanta la vista del periódico y se despide con la mano. Tiene el ceño fruncido y una carcajada entre los dientes. Cosas de genios.