El pasatiempo literario del día: Santa Clara de Asís
El puzle de Edu Galán
Las soluciones al puzle se ocultan en el texto: encuéntrelas y disfrute de su sapiencia por partida doble
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«Todas las deudas, compromisos, hipotecas, tierras, casas, alquileres y posesiones de los judíos deberán ser registrados». Firmada por Ricardo I de Inglaterra, nacía en 1194 la 'Ordenanza de los judíos' y, a un tiempo, Clara de Asís en italiana familia noble, rica, sin judíos. ... Poco se conoce de su infancia: se centran sus líneas biográficas en sus primeros encuentros con Francisco de Asís, que la fascinan hasta acometer una vida religiosa dedicada a la pobreza, la castidad y la obediencia. Las renuncias: a un pretendiente –al dejarlo, le recomienda hacerse fraile– y a su pelo rubio. Francisco se lo rapó en 1211: su cuerpo se dedicará a lo que las piedras de la recién consagrada Catedral de Santiago.
Clara forma una orden de monjas, hoy conocida como la de las Hermanas Pobres de Santa Clara, con el empeño en la pobreza de Francisco marcado a fuego y cuyo convento se encuentra en el monasterio adjunto a la iglesia de San Damián en Asís. Su maestro, santo de santos, muere en 1226. El fraile Tomás de Celano describe la parada del cortejo fúnebre ante el convento y la reacción de las clarisas: «El pudor virginal se imponía sobre tan copioso llanto. (...) Dominadas por sentimientos de tristeza y alegría, besaban aquellas coruscantes manos». En el centro de las palmas de Francisco «no vestigios de clavos, sino los clavos mismos», relata De Celano. Unos signos milagrosos que «no causaban espanto a quienes los veían». A Genghis Khan le aterrorizaron los cinco planetas –Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno– cuando se concentraron en un arco de 31º en Capricornio un doce de diciembre de ese mismo año. Durante un rato se hicieron visibles a los ojos de los hombres. Ante tan negra premonición, el Gran Conquistador cesó la matanza contra el imperio tangut.
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El voto de absoluta pobreza de Clara, que muchos días la arrastraba a no comer, la convertía en enferma crónica. En una de sus convalecencias se produjo el milagro que retumbaría su ultratumba: tendida en su cama, un veinticinco de diciembre de 1252 pidió a Dios poder ver a medianoche los oficios de Navidad que celebraban los frailes de la cercana Basílica de San Francisco. Y los vio en directo. Se materializaron enfrente, en su pared desnuda, iluminada por señal divina. En esos meses Alfonso X, recién coronado, empezaba a pensar sus monumentales 'Estoria General' y 'Estoria de España'. Ocho años más tarde la Virgen de los Milagros se le aparecería al rey Sabio para anunciar la toma del Puerto de Santa María, dominado por los musulmanes.
'Legenda S. Clarae Virginis' se tituló la hagiografía que el habitual hagiógrafo franciscano Tomás de Celano firmó tras la canonización de la santa de Asís. Había muerto ella dos años antes: quizá abrazada por la Virgen, dicen; quizá musitando las palabras «Señor, Tú que me has creado, bendito seas», dicen; en el riguroso frío suelo de la iglesia de San Damián, dicen; a dos mil kilómetros de la que sería capital de Portugal, Lisboa, seguro. Repiqueteaba 1255.
Setecientos un año tardó Televisión Española (TVE) aún en emitir por vez primera, con ministros franquistas, bailes regionales y una misa incluidos. Lejos, Elvis irrumpía a caderazos: «Well, it's one for the money, two for the show/ Three to get ready, now go, cat, go». El Papa Pío XII, fascinado por esta tecnología a la que ya había dedicado una encíclica –«Los fieles (...) deben desplegar todo esfuerzo para que la Iglesia pueda valerse de los inventos técnicos y usarlos para la santificación de las almas»–, nombraría a Santa Clara patrona de la televisión en 1958. Todavía no se había emitido ninguna victoria de Bobby Fischer en ajedrez, entonces el más joven Gran Maestro con quince años.
Pongamos Netflix. Dos papas, uno emérito y otro vigente, no ven los oficios nocturnos de una iglesia cercana, como hizo Santa Clara. Miran la final del Mundial de 2014 entre Alemania y Argentina. El primero, alemán. El segundo, argentino. La escena, ficticia. Perteneciente al filme 'Los dos papas' (dir. Fernando Mireilles). Se estrenó en 2019, el último año sin Covid-19 en nuestras vidas. ¿Se acuerdan? Pues sigamos.
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