Nuccio Ordine: «Hoy las universidades parecen granjas avícolas»
El autor de 'La utilidad de lo inútil' completa en 'Los hombres no son islas' su trilogía sobre los clásicos que «ayudan a vivir»
En la época del utilitarismo, la satisfacción inmediata, y la conversión de las pantallas en altares de la religión digital, Nuccio Ordine (Diamante, Italia 1958) transmite un mensaje subversivo que enunció en su celebrado ensayo 'La utilidad de lo inútil': demostración de que ... la aparente 'boutade' de Óscar Wilde era una verdad como un templo (gótico).
El arte es completamente inútil, proclamaba el autor de 'El retrato de Dorian Gray'. Y los clásicos son algo más que materia erudita de lucimiento o lecturas obligadas por insulsos currículos escolares. En 'Los hombres no son islas' (Acantilado), título inspirado en un verso de John Donne, Ordine retoma las relecturas de 'Clásicos para una vida' pensando en sus estudiantes, como profesor de Literatura Italiana de la Universidad de Calabria: «Las 'antologías' no sirven para nada si no invitan a abrazar íntegramente los textos de los que se reproducen pasajes o fragmentos», anuncia.
El título este volumen, que reúne sus columnas en el suplemento de 'El Corriere della Sera', no es casual, advierte el autor. Lo dedica a «una humanidad pobre y sufriente que, arriesgando su vida, intenta escapar de la guerra, del hambre, de los tormentos de las dictaduras y del fanatismo religioso».
Ejes morales
Sabiduría y altruismo, como ejes morales: «La visión insular del hombre lo domina hoy todo. Un estudiante solo piensa en llegar el primero, pero su Ítaca no puede ser un título que le permita ganar dinero. La buena educación consiste en formar ciudadanos cultos y con sentido crítico… Hoy las universidades parecen granjas avícolas. Clasificar las asignaturas en 'créditos' denota esa visión comercial que confunde la educación con la profesión».
En la sociedad que rige la tecnología solo el futuro tiene sentido y se desprecia el pasado, lamenta Ordine. A eso añadimos la neolengua que dicta la corrección política: «En Estados Unidos se censuran los clásicos porque hay versos que ofenden lo que se considera políticamente correcto». Pone el ejemplo de 'Orlando furioso' de Ariosto: «En sus páginas aparecen expresiones misóginas, pero también elogiosas a la mujer. Expurgarlas de las primeras es una censura propia de Inquisición… Me pregunto qué sucederá de aquí a quince años con los estudiantes formados así».
Y más empobrecimiento, las redes sociales: «Una lengua pobre da un pensamiento pobre que explica la incultura de los políticos», apunta. Parece el momento de hablar de Giorgia Meloni y los populismos globales. «El partido de Meloni alberga muchas almas: fascistas de saludo romano, pero también gente de la derecha convencional y políticos oportunistas. Me preocupan más las alianzas con Orban, que sí es fascista al cien por cien, con Le Pen, Vox, los contactos de Salvini con Putin… Estoy en contra del nacionalismo antieuropeo; de los empresarios del miedo que enfrentan a los pobres del país con los pobres de la migración».
"Los jóvenes piensan que con la Wikipedia ya no hace falta memorizar. El saber sin esfuerzo que condenaron Petrarca y Rilke"
Los jóvenes piensan que con la Wikipedia ya no hace falta memorizar. El saber sin esfuerzo que condenaron Petrarca y Rilke. La sociedad del 'zapping', le llama Ordine: «Llevo treinta y dos años en la enseñanza. En los noventa podía hablar a los alumnos tres cuartos de hora sin interrupciones. Ahora, con solo diez minutos, ya manifiestan problemas de atención».
Es la servidumbre voluntaria de La Boétie: «Nos hace comprender que somos responsable de ser esclavos de otros. Que el verdugo y la víctima mantienen una relación de complicidad».
Y Mointaigne, Shakespeare, Camus, Chéjov, Dickinson, De Maistre… «Los clásicos son nuestros contemporáneos porque ayudan a comprender el presente». La identidad, la libertad, la lectura como viaje, la corrupción de los políticos o la indiferencia trufan los textos del libro.
«Y no se leen, se releen», recalca. No es lo mismo 'El principito' de la adolescencia que releído en la madurez. Cada etapa vital arroja nuevas luces y matices: «He releído 'El idiota' de Dostoievski y ahora veo la relación del príncipe Myshkin con don Quijote: ambos luchan sinceramente por sus ideales mientras la sociedad se ríe de ellos, ambos viven derrotas gloriosas».
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«Acude a la memoria el consejo de Beckett: 'Fracasar bien, fracasar mejor'». A Ordine se le ilumina el semblante: «¡De ese texto ira mi próximo libro!».
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