El WiZink Center para grupos emergentes verá la luz en 2023
Un nuevo espacio dentro del edificio con un aforo de 900 personas servirá de plataforma para grupos jóvenes
La sala, aún sin nombre, apoyará sobre todo la escena madrileña, pero también el talento nacional e internacional
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The Cure, Bon Iver, Serrat, Nathy Peluso y Raphael son algunos de los grandes artistas que van a actuar en lo que resta de año en el WiZink Center. ¿Y si contáramos que a partir de 2023 lo ... harán también, en una nueva sala dentro del mismo edificio, bandas jóvenes emergentes? Es decir, tocarán en el WiZink, en el recinto español por antonomasia de los grupos consagrados nacionales e internacionales... Eso anunció Isabel Díaz Ayuso en el último Debate sobre el estado de la Región, pasando algo de tapadillo, un proyecto que ABC ha podido conocer con detalle.
«La idea es que la sala empiece a funcionar a principios del año que viene. Hay que hacer una remodelación del lugar», explica Gonzalo Cabrera Martín, director general de Promoción Cultural de la Comunidad de Madrid. ¿Capacidad? 900 personas como máximo, en butacas o de pie, en un espacio que podría jugar con distintos aforos. La idea, en unión de la Comunidad y el WiZink, es llevar a cabo una programación que «tenga mucho que ver con la promoción del talento joven, sobre todo de los grupos emergentes que circundan el ámbito de Madrid. Pero Madrid es un gran receptor del talento de todos lados, y por lo tanto no van a ser grupos únicamente que estén trabajando en Madrid. Porque Madrid, ya sabemos, es un poco de todos, aunque nuestra prioridad como Comunidad es este entorno. Y se programará talento joven internacional».
La sala, que aún no tiene nombre, contará con un programador musical por parte del Gobierno regional (Pepe Mompeán, asesor musical de la consejería) y otro del propio WiZink. Será una infraestructura de gran calidad, con equipos técnicos y humanos probablemente comunes a los de su hermano mayor. Para Cabrera, el embrión de este nuevo recinto nació por el talento de la escena capitalina. «En el ámbito madrileño, por parte de agentes pequeños y discográficas independientes, se está haciendo un trabajo muy bueno. Grupos que pasan de tocar ante 50 personas a hacerlo delante de 500. Ejemplos recientes, Ginebras. Hace tres años eran desconocidas y han pegado un vuelo muy grande. Niña Polaca es un grupo que lleva Subterfuge, que ha crecido también en muy poco tiempo. Estamos en un gran momento de creación musical en Madrid».
El espacio tendrá varios conciertos semanales, seleccionados por los programadores. Y aún tienen que dirimir si se podrán celebrar dos actuaciones en los dos WiZink a la vez por la intoxicación acústica o habrá que coordinar agendas. Por la vía de las salidas de emergencia no hay problema, de hecho esta nueva sala tendrá una entrada y salida independiente del propio WiZink actual. La idea-símbolo es clara: «Tener a nuestros pequeños jóvenes talentos muy próximos al lugar en el que conquistarán al público en un futuro», el majestuoso WiZink.
Aunque aún quedan varios cabos sueltos. Por ejemplo, el día y la fiesta de inauguración, que será «como se merece». O el alquiler… ¿será gratis? Esta es una de las viejas reivindicaciones de los grupos jóvenes, las tarifas para tocar en las salas al contrario de hace no demasiados años, cuando que las salas pagaban incluso a los grupos por tocar (qué cosas). «Los detalles de comercialización del recinto todavía no están decididos. Hay que verse con el WiZink, pero es un espacio más para el fomento y desarrollo, para la promoción de ese talento. Evidentemente, el WiZink tendrá que buscar sus números para rentabilizarlo».
El espacio será multiformato, se podrá proyectar y se contemplan otras disciplinas. Y también se utilizará alguna vez para cumplir la necesidad de la ciudad en ese aforo intermedio, aunque no sea talento emergente. Y habrá talleres, encuentros, consejos para profesionalizarse… «Un lugar en donde muchas bandas que se están iniciando puedan aproximarse y tocar, o entrar en contacto con un gran nombre. Imagínate que está ensayando Leiva y, de repente, se pone en contacto con esta gente. Queremos sinergias». Y añade: «Nos interesa la profesionalización del sector, es fundamental. Esa va a ser la vía para el crecimiento del empleo, para el ámbito de la cultura y el desarrollo de esta gente, que puedan vivir de ello».
Apuntes de las bandas jóvenes
¿Os apoyaréis con discográficas? «Por supuesto. Y con agentes». ¿Y habrá concursos de maquetas? «No me gusta usar la palabra concurso, me lleva a un lugar de entretenimiento, aunque la música también sea entretenimiento. Pero tenemos pensado otear talentos, sí, y darlos a conocer». Y cierra Cabrero: «Se trata de dotarles de las herramientas para volar. Para que sean capaces de llegar al público y conseguir sus sueños. No todo el mundo lo consigue, pero nuestra obligación es que, desde la excelencia, nadie con talento se quede atrás».
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Hemos querido conocer también las reivindicaciones de los grupos jóvenes, que nos cuenten qué rémoras identifican. Afincados en Madrid, pero de orígenes sevillanos y gallegos, Karavana nos trasladan que «hay alquileres excesivos en salas pero también los dueños tendrán que comer, suele ir acorde el alquiler al aforo que tiene la sala en cuestión, por lo que no lo vemos injusto tampoco». Respecto al apoyo institucional, expresan que «no creemos que se nos tenga que tratar de una manera diferente por ser artistas que a alguien que intenta abrir un negocio por su cuenta y sin ayuda».
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Elena Nieto, de Yawners, plantea que «para niveles más altos, echo en falta iniciativas de otros países como Francia, donde existen ayudas a los artistas que se dedican profesionalmente a ello, por ejemplo, para los periodos en los que los grupos no están de gira y no tienen tantos ingresos. Para los grupos emergentes, estaría muy bien que proporcionasen ayudas para pagar los locales de ensayo. Si vives en el centro de Madrid es prácticamente imposible que tengas tu propio espacio si estás empezando en la música. Hay locales ya equipados, para los grupos que aún no tienen una batería propia, por ejemplo, que se pueden reservar y creo que ayudaría mucho a fomentar la creación de bandas si hubiese ayudas con esto». Hablando de profesionalización, Nieto cree que los grupos emergentes suelen encontrarse «trabas cuando les exigen estar dados de alta en el régimen de artistas, emitir facturas, etc. Creo que debería existir algún tipo de regulación para facilitar esto, porque en ocasiones el desenlace es que no actúan en festivales o salas».
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El trío de pospunk valenciano Margarita Quebrada apunta: «El apoyo de promotores y salas para poder llevar su música al directo es un punto clave para que las bandas se conozcan entre ellas y puedan compartir su proyecto de manera más directa». Y a las instituciones les pediría «regularizar el entorno laboral que rodea el sector musical y ofrecer ayudas reales a proyectos emergentes o en desarrollo. Los músicos al final son personas que terminan siendo autónomos y deben lidiar con lo que esto conlleva». Y recuerdan que las bandas pueden generar trabajo a los que le rodean, «y estas condiciones deberían ser óptimas. Hablamos de ingenieros de mezcla, diseñadores, fotógrafos, técnicos de sonido, etc.».
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El madrileño Miguel Canal Álvarez, con su proyecto Acaso y batería en Marta Movidas, concreta: «Hay una diferencia entre promover el consumo y facilitar los medios para montar proyectos. En Madrid, por ejemplo, hay una carencia grande de locales y salas de ensayo de uso público, de espacios públicos donde sea accesible actuar para gente desconocida y, en menor medida, de concursos de bandas que no sean iniciativas privadas, residencias artísticas, etc. Es cierto que hay una población de músicos más grande que nunca y los recursos son limitados, pero existe poca apuesta por facilitar medios a músicos jóvenes y por acercar al público a lo «divergente»». La creación de un magma relacional que vincule al artista emergente con la industria, también lo ve clave: «La entrada en ciertos círculos, ambientes o escenas que propicien esos contactos de la industria que quieran apostar por una banda sería lo que, hoy en día, más pudiera abrir camino a grupos emergentes»
Y señala tres problemas grandes: «Dando por sentado que hablamos de gente joven, la cuestión económica. Adquirir y mantener un equipo es caro, así como pagarse un local de ensayo. Si se quiere tocar en directo, es la propia banda la que tiene que asumir en muchos casos el gasto de alquiler de salas, que, de haberlo, no suele ser barato. La autogestión sale cara si eres joven y precario. En segundo lugar y relacionado con esto, el acceso a tanto representación, como 'booking' o 'management' -si no son grupos formados en esos ambientes, que hay muchos- y la consecuencia directa de esto, que es una incapacidad fuerte para poder acceder a nuevos escenarios, mejores cachés y nuevo público en general. Por último te hablaría de los números de reproducciones en plataformas. Para un grupo sin contactos es complicadísimo llegar a un público más amplio y transversal».
Anabel Lee, punk pop desde Terrasa, nos cuentan que «los grupos que empiezan a tener visibilidad necesitan crecer y no quedarse en una fase eterna de 'banda emergente', además cada año aparecen como 50 bandas nuevas. Transitar por algunas salas míticas también ayuda a situarte en la escena. Si te programan en ciclos de conciertos o teloneas a otras bandas dentro de su gira por salas te saltas el peaje del alquiler de la sala y la negociación de las condiciones, que a veces pueden ser un mundo para una banda que arranca sola . Como mínimo, ayuda a que a la gente le suene cada vez más tu nombre», nos explican. Además, conciliando con lo publicado en este artículo sobre qué pueden hacer las instituciones públicas, dicen: «Iniciativas conjuntas entre medios, salas de conciertos, sellos e instituciones es un camino correcto para dar facilidades a todos y poder seguir creando cultura». Y una última inquietud: «Es extraño cuando haces 'sold out' en algunas ciudades pero en otras no llenas ni media sala, da miedo poder quedarte atrapado en ese limbo».
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