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María Toledo: «Me sienta muy mal que la gente llame flamenco a lo que no es»
A la espera de confirmar más fechas para presentar su «Corazonada», charla sobre sus orígenes y debilidades
Tiene el pecho oscuro y la palabra clara, como Lope de Vega su borrador y sus versos. Escribe, canta, conoce y crea, sin justificarse . María Toledo volverá a los escenarios con su «Corazonada» , pero antes nos descubre sus inquietudes más morenas. Sus delirios musicales, lo caló, las debilidades que de niña le zamarrearon y que hoy todavía le acompañan.
¿Cantaora, cantante o pianista?
Me considero cantautora. Tengo mi base de cantaora, investigué otros terrenos y compongo. Me sienta muy mal que la gente llame flamenco a lo que no lo es, por eso yo no etiqueto mi música. Yo hago canciones, pero también sé cantar por soleá. Dependiendo del sitio al que vaya presentaré un proyecto u otro. Si me llamara La Bienal, no haría ciertas cosas.
¿Cómo se interesó por el flamenco una joven de Toledo?
Lo escuchaba en el coche y me di cuenta de que nada me llegaba tanto como esto. Entonces me formé en el conservatorio, donde aprendí clásico, y en la calle. Me escapaba a Madrid, al Casa Patas y otros tablaos, donde conocí primero al Indio Gitano, que me enseñó la debla, el martinete y la toná. Después mis maestros fueron Pepe Pucherete y Antonio Arenas. La Perla y la Niña de los Peines eran mi debilidad. Nunca aprendí de Camarón. Ese dios, para mí, está únicamente para disfrutar. Hoy muchos lo copian.
Ha conocido a muchos de los pequeños grandes genios. A los genuinos.
Así es: Canela de San Roque, El Indio Gitano, El Chato de la Isla, Chano Lobato...
¿Puede servir su música como puerta de entrada hacia el flamenco?
Sí, además yo no les engaño, por eso al principio me dio fuerte la crítica y ahora ya ni se molesta. A mí me han dado discos de La Paquera de Jerez para que los firme. Yo me he negado, claro, porque le tengo un respeto enorme. Si quieren escuchar cante, que se vayan a ella o a La Susi, que me encanta. Si quieren otra cosa, que vengan a mí. Tengo formación de cantaora, conozco los palos, pero tengo otras influencias e inquietudes.
Su single «Ayúdame a reír» parece escrito durante el confinamiento, aunque es anterior.
Cuando toda esta locura empezó, el público se arrancó a cantarla por las redes sociales con otro sentido. Mucho más elevado. La hicieron suya.
¿Le han perjudicado los prejuicios de los sectores más puristas?
A mí y a lo más grandes. Hay quien desprecia a Caracol o Valderrama porque se vincularon a la canción. A La Susi, que antes la mencionaba, no la programan, como a muchos de su generación. Chiquetete murió sin ser reconocido como un gran cantaor, aún siéndolo, por aquello de la balada que lo catapultó... En fin.
Puntal, por ejemplo, de la soleá de Triana al hacerla a compás. ¿Dónde está la clave de todo esto?
Tiene que existir la ortodoxia. También es necesaria. Pero hay que conseguir que una audiencia numerosa se ponga a escuchar una seguirilla, una murciana o una levantica; eso solo lo consiguió Camarón y tal vez Morente. El reto está ahí. Y, para que así sea, a lo mejor hemos de ofrecer algo diferente. Más mezclado y fácil al oído. Es triste lo que digo, pero es una realidad.
«Grabaciones en distintos programas de televisión», de Curro Lucena: un cantaor, una obra
Aquello de tener la humildad de no tomarse demasiado en serio a sí mismo no casa bien con la actitud de Curro Lucena. Lo que él hace, en el flamenco, resulta una novedad: está preocupado por su propia obra . Para que los concursos que ganó no caigan en el olvido, ni sus viajes por Japón ni la gente con la compartió escenario ni los cantes que registró, que son muy numerosos, ha recopilado información en los últimos años hasta lograr un vasto archivo donde ver y escuchar su trayectoria a trazos. Parte de este trabajo puede disfrutarse, por ejemplo, en sus redes sociales y en la biografía que escribió Gabriel Olea Barbarán. «Grabaciones sonoras en distintos programas de televisión», aunque con una errata en la portada, es su última entrega: catorce cortes donde se recoge su paso por la pantalla .
Desde la seguiriya que cantó en TVE hasta el regalo por fandangos a su familia en PTV han pasado cuarenta años. Tirita de sabiduría y miedo, conoce, incide con profusión en las melodías, se reitera en la queja, evoluciona y conserva, domina los palos mineros, pero para no encorsetarse no nos ofrece ninguno. Aquí incluye rondeñas y abandolaos de Lucena, diferentes estilos de malagueña, como la certera de Gayarrito, soleá, guajira, caña... Una de sus rarezas, además de la canción japonesa al toque de Manolo Franco, son los tangos de Ronda con aire de jaleo que él inventó y de los que hizo bandera. Estamos ante un cantaor serrano, comprometido, elogiable. También imperfecto, pero entregado a su profesión. Con sustancia.