Cincuenta años del día que Bruce Springsteen se convirtió en el 'Boss'
En enero de 1973 se publicó 'Greetings from Asbury Park, N.J.', el primer disco del músico de Nueva Jersey

Aún faltaba un año para que un extasiado Jon Landau se cayese del caballo y proclamase a los cuatro vientos que ahí estaba, por ahí llegaba, el futuro del asunto («He visto el futuro del rock and roll, y su nombre es Bruce ... Springsteen», escribió en su inflamada y legendariamente manoseada crónica en 'Rolling Stone'), pero la primera piedra, el primer capítulo en ese glorioso serial que llevaría a un alfeñique barbudo de Freehold a convertirse en el capo del rock del siglo XX, ya estaba puesta.
El momento exacto, de hecho, bien podría ser esa noche de 1973 en la que Springsteen escuchó por primera vez una de sus canciones por la radio. «¡El mayor sueño de rock and roll hecho realidad! Nunca olvidas la primera vez que escuchas una canción tuya en la radio», recuerda el propio músico en las páginas de 'Born To Run', su autobiografía de 2016. «Allí de pie, en aquella esquina, escuchando 'Spirit In The Night' a través de la ventanilla del coche de un extraño parado en un semáforo, finalmente me sentí como una pequeña pieza de aquel glorioso tren. Era más que excitación. Era todo lo que yo anhelaba: encontrar un modo de honrar a aquellos que me había inspirado, dejar mi huella, decir la mía y con suerte inspirar a aquellos que tomasen el testigo mucho después de nuestra desaparición», relata el de Nueva Jersey en sus memorias.

Y allí de pie, en aquella esquina de Connecticut, el Springsteen veinteañero empezó a despedirse de sí mismo para darle la bienvenida, todo saludos y abrazos, al 'Boss'. 'Il capo di tutti capi'. «I said oh oh oh I can't help it but I'm growin' up», que recita al trote en 'Growin' Up', una de las joyas de 'Greetings from Asbury Park, N.J.', disco con el que Springsteen rompió el cascarón discográfico en enero de 1973. «Tus primeras canciones emergen de un momento en el que escribes sin estar seguro de que vayan a ser escuchadas. Hasta entonces, sólo estáis tú y tu música. Eso sólo ocurre una vez», evoca Springsteen.
De la ruina a la gloria
A principios de los setenta, la E Street Band aún no existía como tal y Springsteen, curtido en bandas como The Castiles, Earth y Steel Mill, sobrevivía como buenamente podía rapiñando comida y pidiendo dinero prestado para pagar el alquiler. «Fueron días de escasez, quizá los de más penuria de mi vida», explica. Por suerte, John Hammond, legendario productor y cazatalentos de Columbia Records, no tardaría en echarle el lazo. «Me senté ante él e interpreté 'Saint In The City', Al terminar le miré. La sonrisa seguía en su sitio y le oí decir: 'Tienes que estar en Columbia Records'», recordaría años más tarde de su primera audición con el hombre que había fichado a Bob Dylan, Aretha Franklin y Billie Holiday.
«Clive Davis nos lo devolvió diciendo que no había hits, nada que pueda sonar en la radio»
Bruce Springsteen
Para grabar 'Greetings from Asbury Park, N.J.' se escogió un estudio barato en Blauvelt (Nueva York); lejos de las garras de los peces gordos de la discográfica pero justo al lado de un restaurante griego decente. Columbia, que acababa de fichar también a Elliot Murphy, John Prine y Loudon Wainwright, andaba a la caza del nuevo Dylan, pero Springsteen hizo todo lo posible por demostrar que era mucho más que un cantautor folk. ¿Su as en la manga? «Lo que me diferenciaba es que yo había acumulado en secreto años de experiencia rocanrolera, fuera del mundo conocido y ante todo tipo de público imaginable».
En Blauvelt todo iba según lo previsto: tres semanas de grabación; un puñado de 'autobiografías deformadas' con títulos como 'Does This Bus Stop at 82nd Street?', 'Lost in the Flood' y 'Mary Queen of Arkansas'; las manos de Vini Lopez, Davey Sancious, Garry Tallent multiplicándose en el estudio; el 'casi' estreno de un Steve Van Zandt que finalmente se quedó en el banquillo al prescindir el 'Boss' de la guitarra eléctrica… «Las palabras fluyeron como una súbita tormenta, chocando las unas con las otras sin concesiones», recuerda. Lástima que cuando Springsteen entregó el master, la respuesta de Columbia fue un portazo y una ceja arqueada. «Clive Davis nos lo devolvió diciendo que no había hits, nada que pueda sonar en la radio», recuerda.
Fue así como, a toda prisa y machacando su diccionario de rimas, el estadounidense dio forma a 'Blinded By The Light' y 'Spirit In The Night', dos de las mejores canciones del disco. De nuevo en el estudio, el saxofón de Clarence Clemons, al que Springsteen había conocido semanas antes en un club de Asbury Park, se encargó del resto. «Aquella era la versión más lograda del sonido que tenía en mente para mi primer álbum», diría Bruce.
Al final, 'Greetings from Asbury Park, N.J' sólo vendió 23.000 copias en su primer año de vida, un batacazo discográfico para las cifras de la época pero un auténtico hito para Springsteen. «Para mí era un bombazo», dijo. Luego llegaría aquel coche con 'Spirit In The Night' atronando por los altavoces y, ahora sí, ya no habría vuelta atrás. Eso sí: por mucho que intentase escabullirse, a Springsteen le cayó encima el sambenito de aventajado replicante de Dylan. De ahí que su siguiente álbum, aparecido también en 1973 bajo el título de 'The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle', fuese un intento nada velado por alejarse de todo aquello.
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«Nunca más volvería a componer del todo en ese estilo. Después de publicarse el disco, se me comparó reiteradamente con Dylan, y por ello me distancié», reconocería un Springsteen que, aún hoy, 50 años después, sigue picoteando con frecuencia de 'Greetings from Asbury Park, N.J'. Es más: 'Growin' Up' era la canción con la que iniciaba cada noche su espectáculo autobiográfico en Broadway, y 'Spirit In The Night' asoma la cabeza con notable frecuencia en casi todas sus giras. Veremos si lo hace también en la que empieza en breve y llegará a Barcelona a finales de abril.
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